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Literatura

La novela póstuma de Almudena Grandes en la que Luis García Montero procuró escribir su último capítulo

Luis García Montero, en la presentación de 'Todo va a mejorar'

Laura García Higueras

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El 7 de mayo de 2020 Almudena Grandes se regaló por su 60 cumpleaños comenzar a escribir la que terminó siendo su última novela, Todo va a mejorar. La obra, que se convirtió en su refugio, llega a las librerías españolas este martes 11 de octubre y a la Argentina en noviembre de la mano de la editorial Tusquets. La autora, que falleció en noviembre del año pasado, sitúa en su texto a España en un futuro próximo donde un nuevo partido político llamado 'Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya!' arrasa en las elecciones. Su victoria transforma al país en una dictadura ultracapitalista, una gran empresa privada regida por los propietarios de las compañías más poderosas.

La escritora, que fue distinguida como primera Hija Predilecta de Madrid a principios de 2022, describe con ahínco y lucidez esta realidad a través de numerosos personajes de diversas edades, profesiones, inquietudes e ideologías. El resultado es un tomo profundamente actual en el que, por encima de todo, como así lo aseguró quien fuera su pareja, Luis García Montero, en la presentación celebrada este lunes en la Biblioteca Nacional de España, “el protagonismo se lo lleva la voluntad de resistencia”. Un evento en el que Aitana Sánchez Gijón, que se definió como “una de esas miles de lectoras y lectores que nos quedamos bastante huérfanos”, leyó dos fragmentos del volumen.

Del puño y letra del poeta brotó el capítulo que cierra Todo va a mejorar, titulado La Transición, como él mismo explica en el desgarrador epílogo incluido en el ejemplar: “Le faltaron fuerzas para emprenderlo. Durante sus tres últimas semanas de vida, cuando la muerte se convirtió en una realidad, me explicó cómo quería acabar la novela, leímos juntos las anotaciones de sus cuadernos, hablamos de las posibilidades y me pidió que escribiese yo lo que iba a quedar sin concluir. Quería que sus lectores conociesen el final de la historia que ella había imaginado”. Y así lo hizo o, como reconoce, “procuró” hacer.

El director del Instituto Cervantes explicó que la pulsión por sacar adelante este libro surgió en el confinamiento. Tal fue el empeño de Grandes que decidió interrumpir la obra en la que estaba trabajando en ese momento, el que habría sido el último episodio de su Guerra Interminable. Texto que no podrá ver la luz, ya que para entonces solo había “empezado a documentarse. Iba a ser una historia sobre los topos de larga duración”. “Hay algunas notas, pero no la novela esbozada”, compartió García Montero. Grandes decidió responder a la pandemia, al estado de alarma y al encierro “a través de la literatura”. Algo que, como recordó el poeta, ya había hecho en 2008, cuando tras la crisis económica publicó Los besos en el pan.

La elaboración de Todo va a mejorar, que en un principio iba a estar marcada por las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, colisionó con la peor de las noticias. El 20 de septiembre de 2020, un reconocimiento médico reveló que la autora tenía cáncer. “La que fue la preparación de su novela en sus cuadernos se convirtió en una especie de tabla en la que apoyarse y aferrarse a la vida”, afirmó el catedrático. Así, durante la cuarentena, en casa sintieron que “convivíamos con sus personajes. Decíamos que estábamos viviendo en el Madrid de 2040”.

Imaginar el futuro para entender el presente

“Si para entender el presente hay que recordar el pasado, también conviene imaginar el futuro para analizar el presente”, fue la reflexión que llevó a la madrileña a querer poner el foco en el porvenir y componer esta “historia imaginada sobre lo que podría sucedernos, examinando los peligros que estábamos viviendo”. En la novela, un empresario tiembla al escuchar a su hijo decir por videollamada al resto de su clase que en la pandemia había aprendido que “nos vamos a salvar todos juntos y es necesario que nos cuidemos”. Ante esta perspectiva, su padre se plantea las devastadoras consecuencias que podría tener para sus compañías que realmente el mundo abogara por la solidaridad y los cuidados en vez de las ganancias.

A partir de ahí es donde Grandes va articulando dinámicas que, como advirtió García Montero, no distan demasiado de lo que “estamos viendo hoy en día”. Como por ejemplo, que la “necesidad de confinamiento puede desembocar en una dictadura y que gente que entiende la libertad como 'sálvese quién pueda' lo use para hacer negocios sin escrúpulos”. Pero no existe una intención de despojar a la sociedad de aliento. Al contrario, “frente al optimismo ciego que defiende que 'todo va a mejorar' y el pesimismo cínico de 'nada tiene arreglo'; está el personaje con convicciones que defiende su dignidad. Esta es la gente que espera que haya un momento de la historia que sople a su favor”.

Para contarlo se entrecruzan personas que tienen problemas para contactar con sus hijos, historias de amor que se convierten en refugios de esperanza y solidaridad, fuerzas de seguridad que luchan por mantener su trabajo al servicio de la sociedad pese a que haya una tendencia a la extrema derecha en su ambiente, una profesora de universidad, periodistas y científicos que desaparecen y un largo y nutrido etcétera de diversos y ricos perfiles. Entre ellos hay cabida para el heroísmo que, como el poeta ha descrito, “está representado por un grupo de gente que podría ser una asociación de vecinos”.

El escritor reconoció que Grandes “era mucho más esperanzada con las cosas del porvenir que la media”. “Leyendo la novela he sentido algo que decía el poeta Ángel González, de que es 'importante aprender a perder para no darse por vencido'. No escribimos ciegos, pero existe la necesidad de mantener las convicciones para no darse por vencidos y tener la esperanza de que pese a los problemas puede haber una alternativa mejor”, expresó. “Si pierdes tienes que aprender a sacar conclusiones para seguir resistiendo”.

Una alerta real

Otra de las reflexiones vertidas en la presentación de Todo va a mejorar es que “el malestar se venía gestando desde antes de la pandemia, sobre todo por el empeño de los estrategas de desprestigiar la política. También lo vemos respecto a la justicia y el periodismo”. Situaciones que la novela pone de manifiesto y que para el poeta son muy graves porque “dañan a la democracia”.

Juan Cerezo, director de la editorial Tusquets, apuntó que es algo que queda patente en la sociedad cuando, ante la desesperación, se escuchan formulaciones como “esto se arreglaría si determinada persona tomara el mando”, sin que necesariamente haya habido una reflexión profunda sobre quién es esa figura. Así queda reflejado en el libro, en el que para el editor Grandes tuvo la “astucia de contar con dos personajes muy atractivos como enemigos. Siempre decía que para ser buenos malvados tiene que ser simpáticos”.

En la misma línea, el poeta habló sobre la influencia de Max Aub, uno de los autores de referencia de la escritora, por cómo este planteaba que “a veces no nos damos cuenta de lo que se nos viene encima y vivimos los problemas con un poco de prisa, sin ser capaces de analizarlos”. Una forma de comportarse con y para el mundo que pudo derivar en que “de pronto unos personajes puedan verse envueltos en la Alemania del nazismo diciendo 'si me lo llegan a contar hace dos años, no me lo habría creído'”. García Montero argumentó que es algo que volvió a repetirse “con la guerra que ha desatado Putin” y la pandemia: “Los científicos llevaban anunciando que algo así podría pasar durante mucho tiempo”. “La imaginación nos hace tomar conciencia de los problemas que tenemos”, valoró para explicar la importancia de una novela como Todo va a mejorar y su capacidad para empujar a las mentes a hacerlo.

LGH

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