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Opinión - Cuadernos de invierno
Diario de los 39 Scaloni

Fabián Casas Cuadernos de invierno

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En Cómo conocí a tu madre, una serie que nunca vi, me cuentan que un personaje cada vez que quiere empezarle a hablar a una chica le dice algo así como, “vengo del futuro y es clave que nos conozcamos para salvar a la tierra”. A veces le funciona. En Después de hora –esa peli genial y tan rara dentro del mundo de Scorsese (un tipo que ahora digitaliza caras de viejos amigos y se rie de chistes malísimos de una amiga neoyorquina) - un hombre le recita el comienzo del Trópico de Cáncer, de Henry Miller,  a una chica que lo está leyendo en la mesa de al lado. Le funciona. 

En el comienzo de los Cuatro Cuartetos de T.S. Eliot, el poeta ya en su estilo tardío, dice: “El tiempo presente y el tiempo pasado/Tal vez estén ambos presentes  en el tiempo futuro,/Y el tiempo futuro esté contenido en el tiempo pasado/ si el tiempo todo es eternamente presente/el tiempo todo es irredimible”. Uff. Venir del futuro es extraño y traumático. Ahí está Arnold Schwarzenegger desnudo en la pose de El pensador de Rodin al comienzo de la saga de Terminator. Y lo vemos avanzar en una subjetiva cuando  entra a una taberna para buscar ropa a su medida, donde unos tipos pesados juegan al pool y todos se quedan impávidos mirando al fisicoculturista que viene desnudo del futuro para matar a Sarah Connor. Lo curioso es que una mujer le mira el pito –que nosotros no vemos- y pone una cara de éxtasis. Y uno piensa : ¿Para qué las máquinas le van a hacer a un Terminator un pito grande si eso es un incordio, ya que viene a matar a Sarah no a tener sexo? 

Hace poco en una clase que di junto a Domin Choi un alumno nos internó. Era ese típico comensal que está en desacuerdo con todo lo que dicen los que dan la clase y que quiere hablar sobre él mismo todo el tiempo. Lo tuvimos que taclear porque los demás participantes de la clase ya se estaban fastidiando. Cuando –en una comida- le comentamos esto a nuestro amigo Santiago, él nos dijo: “Para mí que fue un alumno que venía del futuro para que ustedes no se la crean”. Me encantó esa idea. Le empecé a tener afecto al alumno que venía del futuro. 

Esa sensación de venir del futuro, de tener una información que los mortales no tenemos sobrevuela mucho los programas de televisión donde varios panelistas hablan sobre el futuro de la selección de Lionel Scaloni. No empecé viendo los partidos de la Copa América pero de a poco me fui enganchando. Podría llevar un diario: 

Uno: juegan Argentina y Uruguay. Por la mañana me aplican la vacuna AstraZeneca. Mientras veo el partido hay una jugada dudosa de penal de un argentino a Cavani. El comentarista argentino dice que no es penal. Yo busco la función contrafáctica en mi smart tv donde el penal se lo hacen a Messi para ver qué diría el comentarista en ese caso. Pero la función no está, lo que me hace buscarla es la fiebre que tengo por la vacuna. Me duele el cuerpo. Aunque la fiebre viene  del pasado tengo el presentimiento de que Argentina va a ganar y que ganarle a Uruguay es clave para ganar la Copa, como pasa siempre. Me acuerdo del uno a cero con gol de Pedro Pablo Pasculli en México 86, cuando Diego era hermoso y estaba rodeado del mundo y no estaba solo con un baño químico como única compañía. 

Dos. Cuando empezó la Copa no conocía a los jugadores argentinos salvo a excepciones como Di María, el Kun y Messi. Me gusta cómo juega Argentina, me parece que no es un equipo que juega para Messi sino que juega con Messi. Scaloni a pesar de sus pocos partidos impuso una idea de juego: pressing arriba (lo que lleva a veces a goles desde el vestuario) y cierta dinámica bielsista. Scaloni se viste como Bielsa y me parece que el técnico “Rayman” que dirige en Inglaterra es su referente. Hoy hace un frío bárbaro y juega Argentina con el Ecuador de Alfaro. La previa se hace larga y miro otros canales hasta que empiece el partido. Me encuentro con el inefable Nicolás Wiñazki. Me acuerdo que en el invierno de la primera temporada de la pandemia, antes de salir a caminar, por el frío, ponía a Wiñazki para que me hiciera calentar. Fue una gran compañía. Tenía –o tiene- dentro de TN una sección que se llama al hueso –porque se supone que sus análisis son a fondo y certeros- pero a mí me resuena más a que alguien de los directivos del canal le tiran un hueso y él lo agarra y lo roe siempre con las mismas ideas: Argentina va a ser Venezuela, el populismo es horrible, etc. A veces habla con su padre para promocionar un libro de éste que se autopercibe filósofo y que anda por la misma senda ideological que su hijo. En este caso, el programa de Nicolás trata sobre la propiedad privada que está amenazada, claro que siempre los que amenazan son los indígenas, los pobres y nunca los millonarios que le sacan las tierras a los pueblos originarios o tienen casas demenciales mientras otros no tienen nada. Pienso en una frase de Ferdinand Céline: Todos los deseos del pobre están sancionados con la cárcel. Argentina 3, Ecuador uno. El arquero argentino es genial, da la sensación de que le podés dar la llave de tu auto en el microcentro y él va a encontrar dónde estacionarlo. 

Tres. Viene Colombia. Veo antes una previa donde habla el Coco Basile con varios panelistas donde hay una chica. El Coco –que tenía miles de cábalas y el pelo como si fuera un entretejido de Chinchilla- la rompe. Me hace reir. Habla con Ruggeri quien cuenta que el Coco lo eligió como capitán en su selección. Yo que padecí a Ruggeri como técnico de mi equipo, me parece que éste es más bilardista que basilista. De golpe se vive un momento de tensión porque la chica del panel le hace una pregunta y el Coco Basile vacila y en vez de contestarle empieza a elogiar su belleza y está bordeando la cancelación. La chica – Morena Beltrán- sobresale en ese programa con sus análisis donde también está Manusovich –lo conozco porque jugó en el Casla- que parece odiar a Scaloni. Argentina le gana por penales a Colombia. El arquero nuestro –Dibu Martinez- es un sociópata genial. Me lo imagino en el vestuario, antes de salir a la cancha diciendo: “Are you talking to me?”. Ya con los penales en el bolsillo, los jugadores cantan una canción ritual, todos abrazados, en la que atacan a los periodistas. Me pregunto cuál de ellos terminará siendo periodista. El alumno que vino del futuro ya lo sabe.

FC

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