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Lecturas

Martin Monath, un trotskista judío entre soldados nazis

Martin Monath: un trotskista judío entre soldados nazis

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“Luchamos contra el capitalismo”: las células en el ejército alemán

¿Cómo fue posible la confraternización? Los inicios de ese trabajo en gran parte permanecen en la oscuridad. Muchos de los protagonistas no sobrevivieron a la guerra. Los recuerdos están dispersos en diferentes autobiografías y a menudo son contradictorios. Sin embargo, se destaca un individuo: Robert Cruau, un trabajador postal de 23 años de edad (…). En abril de 1943 Cruau se trasladó a Brest junto con los hermanos Georges y Henri Berthomé. Habían huido de Nantes escapando del Service du Travail Obligatoire, el programa de trabajos forzados de los ocupantes alemanes. Se unieron al grupo local del Partido Obrero Internacionalista (POI). (…)

En la enorme base naval de Brest, las tropas alemanas permanecían instaladas durante meses –condición esencial para la labor de persuasión conspirativa. Cientos de trabajadores franceses fueron reclutados para realizar trabajos forzados construyendo el búnker de submarinos. Uno de los primeros soldados con los que Cruau estableció contacto pertenecía a la “DCA”, una unidad antiaérea. Pronto los trotskistas de Brest estuvieron ayudando a un pequeño grupo de soldados alemanes a publicar su propio periódico. (…) Estaba escrito con una máquina de escribir, e ilustrado con bocetos muy simples. De un lado, llevaba la imagen de un agricultor feliz, sembrando, y la de una fábrica; del otro lado, una camarilla de nazis y capitalistas con billetes volando sobre sus cabezas. (…)

Los estalinistas también hacían propaganda en alemán –pero su objetivo era que los soldados de la Wehrmacht se rindieran voluntariamente y se convirtieran en prisioneros de guerra. Los trotskistas, en cambio, querían convertir a los soldados en sujetos políticos y luchadores de la revolución socialista –como al final de la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados habían estado a la vanguardia de los movimientos revolucionarios en varios países. La hipótesis de los trotskistas fue confirmada por la formación del grupo de Brest. El trotskismo fue capaz de atraer a soldados que deseaban un rápido final de la guerra, pero que aún no comprendían claramente los principios de la IV Internacional o del comunismo en general.

Esto se hace evidente cuando examinamos las hojas desgarradas, que es todo lo que nos queda, del Zeitung für Soldat und Arbeiter im Westen. El periódico contenía correctas consignas internacionalistas, como “la liquidación del fascismo mediante la liquidación del capitalismo”. En su correo de lectores, los propios soldados describían sus motivaciones para unirse a la IV Internacional. Un soldado alemán anónimo informaba en su tiempo de licencia: “Mi ciudad natal ha sido completamente destruida”. La mayoría de las casas habían sido bombardeadas, los precios se habían multiplicado por diez y la situación era “catastrófica”. (…) Estamos ante un soldado cuya cabeza aún está llena de prejuicios chovinistas, pero sencillamente no podía soportar la guerra por un segundo más. Y por eso confluyó con la IV Internacional, la fracción más radical que existió durante la Segunda Guerra Mundial: “La IV Internacional me ha mostrado el camino, donde también puedes ayudar y contribuir a terminar esta guerra lo más rápido posible”. Este lenguaje sencillo será familiar para cualquier activista que lea el boletín de su lugar de trabajo: se reconoce a una persona recientemente politizada que se desarrollará rápidamente discutiendo con sus nuevos amigos comunistas. Al principio, sin embargo, no vemos otra cosa que el ardiente deseo de un soldado de terminar la guerra antes de que esta lo mate (…).

El trabajo de confraternización fue tomando vuelo poco a poco –un proyecto de soldados alemanes muy jóvenes y de trabajadores franceses igual de jóvenes. Viktor, en ese momento, dirigente de la IV Internacional y, además, nativo de habla alemana, había sido llamado a centralizar y dirigir políticamente este trabajo. Se lanzó a esta tarea con toda su energía (…).

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