El dólar blue cotiza sólo $15 arriba del oficial, un logro de Milei que también abre dudas
El dólar blue o ilegal cerró este viernes a sólo $15 del oficial: a $1.050, un descenso del 0,5%, apenas por arriba de los $1.035 que cotiza en el Banco Nación. Los dólares financieros, legales, bajaron a $1.049 el MEP (Mercado Electrónico de Pagos) y a $1.072 el contado con liquidación (CCL), con retrocesos del 1% y del 1,5%, respectivamente. La brecha cambiaria no estaba tan baja desde 2019, cuando Mauricio Macri reinstauró el cepo que había liberado en 2015. Se trata de un logro de Javier Milei, que asumió hace casi un año con una distancia entre el oficial y el paralelo del 194% –herencia del gobierno peronista azuzada por el temor a la promesa de dolarización– que hoy se derrumbó al 4%.
¿Es hora de aprovechar entonces para terminar con el cepo? Así lo recomiendan dos exministros de Economía como Domingo Cavallo, que antes era muy elogiado por Milei por su paso por el gobierno de Carlos Menem entre 1991 y 1996, y Nicolás Dujovne, que estuvo con Macri de 2016 a 2018, cuando le estalló la crisis en la cara junto a la de su entonces par de Finanzas, Luis Caputo. Pero Milei y Caputo no quieren repertir errores de Macri, dicen que no abrirán el mercado cambiario sin la seguridad de que después no tengan que volver a cerrarlo. Saben que el Banco Central carece de dólares para defender un nivel determinado del peso: sus reservas netas son negativas en US$8.000 millones, según la agencia bursátil Portfolio Personal Inversiones (PPI). Dudan de si eliminan tantas restricciones que rigen en la actualidad no sólo en el mercado oficial sino en los financieros porque muchos pesos están atrapados en la plaza criolla haciendo bicicleta financiera y pueden decidir fugarse al dólar y al extranjero. Un fenómeno así acarreraría una devaluación que rompería la senda bajista de la inflación, principal activo político del jefe de Estado.
Por eso, por ahora se liberan de a pocos restricciones y se apuesta a un préstamo adicional del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2025, cuando Donald Trump asuma la presidencia de EE UU, mayor accionista del organismo. Con ese crédito se reforzarían las reservas. Además se espera que se duplique el superávit comercial energético, en parte por el gasoducto ex Néstor Kirchner, rebautizado Perito Moreno, que construyó el anterior gobierno.
Que el dólar no esté flameando a la deriva y al alza es una buena noticia. Que se haya estabilizado también. El problema para la producción nacional de bienes y servicios es que lo haya hecho en un nivel tan bajo. Festejan los importadores, quizá lo positivo sea que puedan comprarse maquinarias más baratas afuera, pero para el campo, la industria, el turismo y la economía del conocimiento, desde lo audiovisual hasta lo tecnológico, es un dato cada vez más preocupante porque elaborar productos y servicios en la Argentina cuesta crecientes dólares. El tipo de cambio real (ajustado por inflación) multilateral (en relación al dólar, el euro, el real y el yuan) nunca estuvo tan sobrevaluado hoy como en 2015, cuando Cristina Fernández de Kirchner lo atrasó antes de que Macri saliera del cepo, o en 2001, cuando Fernando de la Rúa y su ministro Cavallo se negaban a salir de diez años de convertibilidad y devaluar, mientras saltaba el desempleo por lo caro que era producir en el país. Pero ahora ni tampoco en las elecciones legislativas de 2025 parece que la desocupación vaya a ser un conflicto. Es momento de festejar la baja de la inflación mensual a un cuarto de lo que era, para lo cual un peso apreciado colabora y mucho, tanto como la motosierra fiscal y monetaria.
Un blanqueo de capitales que ni el Gobierno soñaba tan exitoso pese a lo generoso que era –sin multa alguna– cambió la incertidumbre cambiaria que reinaba en julio pasado, cuando el dólar paralelo se acercó a los $1.600. A partir de eso, llegaron dólares para cambiarse a pesos y pagar el anticipo del rebajado impuesto a los bienes personales, o a la riqueza. Otros se depositaron en bancos y fueron prestados a exportadores, que los cambiaron a pesos para hacer bicicleta financiera. No eran los únicos que vendían divisas para sumarse a la bici, lo que técnicamente se llama carry trade, es decir, apostar a mejores rendimientos en moneda local para algún día, no se sabe cuándo, volver a pedalear con el dólar. Todo ello contribuyó a bajar las expectativas de devaluación y entonces los sojeros sacaron sus granos de los silobolsas y comenzaron a liquidarlos antes de que el verde descendiera aún más.
El saldo comercial energético, que hace dos años, antes del gasoducto innombrable era deficitario, también ayudó, como la puesta en marcha de proyectos de litio que ya venían madurando. Además, la aspiradora de pesos del Banco Central funcionó en un país que ya no tiene un rojo fiscal que sea financiado con la maquinita de hacer billetes y que licuó la deuda de la autoridad monetaria hasta reducirla tanto que se la transfirió al Tesoro. Así se construyó el puente de dólares y la sequía de pesos que permitió domar –como le gusta decir a Milei– el tipo de cambio hasta el nuevo endeudamiento que se tomará con el FMI, el mismo al que Caputo le pidió en 2018 el mayor préstamo que el organismo dio a un país en su historia.
AR/MG
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