El contexto de dólar planchado combinado con una apertura comercial que incentiva la entrada de importaciones, la actividad estancada y el empleo industrial cayendo no parece cambiar el orden de prioridades en la agenda de la Unión Industrial Argentina (UIA), que representa a uno de los sectores más golpeados por las políticas económicas de Milei. “Queremos competir, competir, competir”, plantó posición Martín Rappallini en su primera rueda de prensa luego de asumir como presidente de la institución. “No pedimos privilegios, pero la industria juega otro partido y no queremos quedar fuera por tener una mochila llena de piedras”, continúa el industrial en referencia a la carga fiscal que tienen las empresas que producen en el país.
La bandera de la gestión del industrial bonaerense, que por el momento sigue siendo también titular de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), es la misma que flameó durante su gestión al frente de la entidad y lo hizo entrar en cortocircuito con el gobierno provincial: mejorar la competitividad, a través de la reducción de la presión fiscal –esa “mochila de piedras” que calculan en 52% para las socias de la entidad– y la modernización de las reglas laborales.
Rappallini admite que el de la competitividad es un camino largo, que en otros países ha llevado hasta veinte años de conseguir. Un plazo que no marida con las urgencias del sector fabril generadas por el ingreso acelerado de importaciones, que aumentaron 38,7% interanual en marzo, o la caída de 30.600 empleos industriales registrados en 2024. Las estadísticas tampoco lo sacan de su discurso: “Me preocupa la entrada de importaciones en algunos sectores, pero tanto como conseguir las modificaciones necesarias para competir”, insiste Rappallini ante la pregunta de elDiarioAR al respecto.
La nueva conducción entró con una puerta abierta en el Ministerio de Economía, ya que estiman mantener reuniones mensuales con Pablo Lavigne, el secretario de Coordinación Productiva, para evaluar el camino hacia la baja de impuestos para la industria.
También en concordancia con el Gobierno, Rappallini fue contundente sobre la posibilidad de que una corrección cambiaria pueda generar competitividad: “las devaluaciones no solucionan nada, siempre hay un corrimiento a precios y sobre todo en Argentina, que generan un proceso de caída de la actividad y pobreza”.
El plan
En este camino, la UIA pondera como su “gran desafío” el de “nivelar la cancha”, con medidas como el reclamo de la ley pyme, una reforma fiscal y la adecuación laboral, que se encuentran sobre la mesa. A corto plazo, las fichas están puestas en el decreto que el Gobierno publicará para eliminar los derechos de exportación a 1.000 posiciones arancelarias de Manufacturas de Origen Industrial (MOI), que actualmente pagan un arancel de entre 3% y 5%.
“En esta primera etapa, priorizamos posiciones arancelarias relacionadas con pymes. La idea es que a las pymes casi no le van a quedar retenciones de exportación”, explicó el economista jefe y director Ejecutivo de la UIA, Diego Coatz. “Esto implica una mejora importante a nivel de la microeconomía, pero un bajo impacto fiscal”, agregó.
“Sabe lo que es pagar quincenas”
Rappallini llega con dos cartas a su favor: el contraste generacional y de trayectoria frente a su antecesor. Tiene 56 años contra los 79 de Funes de Rioja. Y a diferencia del abogado defensor de empresas y titular de la Cámara de Industrias de productos alimenticios COPAL, con carrera desde el escritorio, ostenta trayectoria industrial.
Rappallini se crió en una familia ligada a la fabricación de cosméticos (Gigot) y que, en 1993, adquirió Cerámica Alberdi, una compañía proveedora de la industria de la construcción con plantas en Buenos Aires, Santa Fe y Salta. En esta última planta, el Sindicato Obreros Industrias Ceramista comenzó una huelga por la muerte de un trabajador de una empresa tercerizada, que tuvo un accidente mientras realizaba tareas de mantenimiento y fue ignorada por el personal jerárquico que decidió mantener la planta en funcionamiento.
Gigot y Cerámica Alberdi se unieron en el Grupo Alberdi, al que se sumó Alberdi Energía y Alberdi Desarrollos, dedicado a construir y gestionar parques industriales. “Un tipo que sabe lo que es pagar quincenas”, lo pintaron a Rappallini en su sector.
El Consejo de la T
La lista de consenso que presentó la central fabril incluye a Alejandro Gentile, director de relaciones institucionales de Techint junto con otros cercanos a la compañía como David Uriburu –uno de los directores de la fabricante de aceros Ternium Argentina, firma insignia del Grupo Techint–, y Rodrigo Pérez Graziano, del grupo automotriz Stellantis.
La lista del Comité Ejecutivo de la UIA se completa con referentes de empresas que históricamente estuvieron en puestos decisivos como Martín Cabrales o Modesto Magadán, de Arcor. También con Walter Andreozzi (industriales de Santa Fe), Roberto Arano (UIA de Tucumán), Mauricio Badaloni (Andesmar), Miguel Calello (software CESSI), Elio Del Re (metalúrgicos ADIMRA), Marcelo Domínguez Molet (autopartistas AFAC), Isaías Drajer (farmacéuticos CILFA), Claudio Drescher (textil CIAI), Gonzalo Fagioli (cervecería Quilmes), Eduardo Franciosi (CILFA), Diego Leal (UIA San Luis), Franco Mignacco (minera EXAR), Guillermo Moretti (Químicos de Santa Fe), Héctor Sellaro (Cámara del Calzado), Luis Tendlarz (textil), Daniel Urcía (frigoríficos), y Javier Viqueira (insumos electromédicos). A la vez, se excluye a históricos como Miguel Acevedo de Aceitera General Dehesa (AGD).
Brillan por su ausencia las mujeres –la única en la lista es Cecilia Rena, de Arcor– y miembros de la UIA Joven, que protagonizaron a fines del año pasado un enfrentamiento con la cúpula de la gremial empresaria, resultante en el espacio “Movimiento Industrial”, que lanzaron este año y ya cuenta con 80 integrantes dueños de empresas.
NR/MG