Rafael Rofman: “La nueva fórmula de jubilaciones va a provocar ciclos mucho más fuertes”
Para el experto en seguridad social Rafael Rofman, que trabajó 18 años en el Banco Mundial y se incorporó este año como investigador principal de Desarrollo Económico y Protección Social en el Cippec, la fórmula de movilidad jubilatoria que obtuvo media sanción en el Senado el jueves pasado es un problema. Según su punto de vista, integrar a la recaudación como un elemento de cálculo le suma una fuerte dosis de volatilidad a los aumentos y, de aplicarse, generará una profundización de los ciclos ascendentes y descendentes. “Es muy caótico, muy difícil de manejar y no me parece que sea una buena idea. Meterte con la recaudación es meterte en líos”, sintetizó.
En diálogo con elDiarioAR, el economista consideró que la movilidad debe asegurar previsibilidad tanto a los jubilados como al Estado y que, para eso, es necesaria una fórmula sencilla, previsible y sostenible en el tiempo. Por otro lado, anticipó que el corazón de los debates previsionales que vienen apuntarán a hacer más eficiente el gasto que ya existe, lo que podría implicar, entre otras cosas, la revisión de los regímenes especiales y de las duplicaciones de beneficios.
El Ejecutivo asegura que la nueva fórmula mejora el ingreso de los jubilados y, a la vez, evita que crezca el gasto público. ¿Es posible que se cumplan ambas cosas?
En general, no. Son dos objetivos que compiten porque la manera de mejorar los salarios de los jubilados es gastar más plata. Sí es razonable plantearse una estrategia que busque cómo hacer para mejorar los beneficios en un camino que sea controlado y suave para evitar desequilibrios.
¿Hay, entonces, una parte de la argumentación que es falaz?
Al menos creo que es exageradamente optimista. Es muy difícil lograr ambas cosas y, lo que más me preocupa de la nueva fórmula, es que no hay una estrategia clara en el sendero de los beneficios. Yo creo que la idea de la movilidad de las jubilaciones tiene que ver con asegurar previsibilidad y un cierto nivel de beneficios que sea más o menos estable en el tiempo; que te permita comprar los mismos kilos de asado desde que te jubilás hasta que te morís. Es razonable y es posible decir, sobre eso, ‘quiero que esa persona no sólo pueda comprar siempre lo mismo sino que se beneficie del crecimiento económico general’ y transferir ese beneficio de alguna manera, pero con mucho cuidado de minimizar la volatilidad porque quiero que la persona esté tranquila y sepa cuánto va a cobrar y que el Estado también sepa cuánto va a gastar.
¿Qué opina de la composición de la fórmula que obtuvo media sanción?
La dinámica de la fórmula hace que sea muy impredecible lo que vaya a pasar. Por un lado, hay dos índices de salarios que compiten entre sí, que miden cosas y períodos distintos y te vas a ir moviendo de uno a otro, lo que genera ruido [los haberes se actualizan en partes iguales por la recaudación de los impuestos destinados a financiar a la Anses y el indicador que arroje el resultado más alto entre la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) y el índice de evolución salarial que elabora el Indec]. Por otro lado, usar la recaudación tributaria trae más problemas porque es muy volátil: sube rápido cuando la economía mejora y baja rápido cuando la economía empeora. Esto va a provocar ciclos mucho más fuertes: caídas fuertes cuando las cosas andan mal y subidas fuertes cuando las cosas anden mejor, y eso desestabiliza todo.
Una cosa que tiene el proyecto incorporado, pero que no se entiende cómo se va a hacer porque es sólo una frase y lo deja abierto a la reglamentación, es que se va a usar alguna metodología para asegurar que lo que se compara sea homogéneo en el tiempo. Eso porque en el tema impuestos hay mucha variabilidad vinculada no sólo a la economía, sino a que las normas cambian. Este año, por ejemplo, se postergan pagos de Ganancias e Ingresos Brutos y se bajaron contribuciones patronales a algunos sectores. Vamos a tener demandas judiciales de jubilados que van considerar que el ajuste se hizo mal. Es muy caótico, muy difícil de manejar y no me parece que sea una buena idea. Meterte con la recaudación es meterte en líos.
¿Es un problema que no se tome la inflación como elemento de la fórmula?
Sí, creo que es una mala decisión, pero creo que es más problemático que sí se considere la recaudación porque eso va a ser muy difícil de implementar y es muy difícil de prever qué va a ocurrir. Es probable que el año que viene esto implique que las jubilaciones pierdan con la inflación. Ahora, ¿qué va a pasar dentro de dos o cuatro años? Honestamente, no tengo la menor idea y no lo sabe nadie. Entonces, es muy probable que en tres o cuatro años estemos discutiendo una nueva reforma porque ésta no es sostenible, o bien porque las jubilaciones terminaron muy abajo y hay que hacer algo al respecto, o bien porque terminaron muy arriba.
¿Hay una manera de llegar a una fórmula que mantenga o mejore los haberes y, al mismo tiempo, le quite presión y le dé sustentabilidad al sistema?
Son dos discusiones distintas. La fórmula de movilidad le tiene que dar estabilidad, tiene que ser sencilla. Si por encima de eso vos querés mejorar los haberes, podés hacerlo. Es más fácil de discutir así porque no estás probando qué va a pasar, estás tomando una decisión que tiene un costo y entonces te sentas y evalúas cuál es el costo y cómo se financia.
¿Cómo se lidia con la indexación de las fórmulas? ¿Es una herramienta necesaria pero que, al mismo tiempo, profundiza el problema inflacionario?
Cualquier sistema de reconocimiento de movilidad inevitablemente genera una cierta inercia. Hay mecanismos para suavizar ese efecto, como tratar de que el rezago sea lo más corto posible; que los aumentos en la economía de este trimestre impacten lo más pronto posible.
¿Ayuda, en ese sentido, que la fórmula con media sanción tenga actualizaciones trimestrales y no semestrales como disponía el proyecto original?
La regla es que cuanto más alta sea la inflación, es mejor que el período sea lo más corto posible. Una cosa que se puede hacer es tener una periodicidad que no sea fija, que sea variable. Cuando se acelera la inflación por arriba de determinado porcentaje, doy los aumentos más frecuentemente y cuando se desacelera, los puedo espaciar.
De las fórmulas que hemos tenido en la Argentina, ¿cuál rescata o cree que estuvo más cerca de cumplir los objetivos?
Creo que la fórmula que estuvo vigente desde 2017 hasta diciembre del año pasado estaba bien pensada, porque era muy simple. Se ajustaba por el índice de precios al consumidor y por salarios. Sin embargo, tenía un problema vinculado a que cuando se puso en funcionamiento quedó un trimestre pendiente, sin actualización.
¿El modo en el que se implementó es, entonces, lo que terminó generando un ajuste para los jubilados? Según fuentes del Ministerio de Economía, esa fórmula ocasionó una pérdida del salario real de los jubilados de 20 puntos porcentuales en dos años.
La fórmula tuvo un problema serio, que fue el rezago entre la observación y la implementación. En el momento en que se aceleró la inflación, los aumentos llegaron tarde y eso provocó daño a los jubilados y pensionados.
¿Qué consecuencias tuvo este año de aumentos discrecionales? ¿A quién le sirvió?
La decisión de suspender la aplicación de la fórmula que estaba establecida en la ley que se aprobó en 2017 y pasar a un esquema de aumentos por decreto claramente lo que hizo fue permitirle al Gobierno dar aumentos por debajo de lo que hubiese dado si seguía con la otra regla. Favoreció al fisco y perjudicó a los beneficiarios.
¿Qué opina de las moratorias? ¿Son una solución para las personas sin aportes o que trabajaron siempre en la informalidad?
Las moratorias fueron una solución de emergencia que funcionaron, pero como estrategia más estructural, sostenible, de mediano y largo plazo me parece que el modelo más razonable es uno que pague un beneficio básico a toda persona adulta mayor por su condición de ciudadano y que eso esté articulado con el régimen previsional contributivo. Hoy tenemos la
Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) para cualquier ciudadano, que es un poco menos que la mínima, y el régimen contributivo que perciben las mujeres a partir de 60 años y hombres a partir de 65 con 30 años años. Eso genera un efecto muy extraño que es que una persona con 29 años de aporte cobra la PUAM y una persona que tiene un año más pega un salto a un beneficio más alto. Hay que resolver la articulación para que el que tiene 29 años de aportes cobre un poco menos y no mucho menos que el que tiene 30.
De cara a los próximos años, ¿qué otras discusiones de tenemos que dar en términos de jubilaciones?
La enorme discusión que tenemos en la Argentina es que el sistema es muy ineficiente en términos de los objetivos de política. Hoy gastamos 12% del PBI en jubilaciones y pensiones. Si miras cuantas personas mayores de 65 años hay en Argentina, son 5,1 millones más o menos. Si a cada uno de ellos le das la jubilación promedio, que son unos $24.000, eso te costaría unos 6 puntos del producto bruto; la mitad de lo que estamos gastando. Eso es porque tenemos tres problemas que se superponen: regímenes especiales donde hay mucha gente que cobra mucho más por distintas razones, lo que encarece el sistema y lo hace mucho más injusto. Otro, que tenemos mucha gente joven cobrando beneficios y, en tercer lugar, hay mucha gente que cobra más de un beneficio.
Si se trabajara en resolver esto, mejorás la situación fiscal, con lo cual mejorás la sostenibilidad, y liberás espacio para hacer políticas más efectivas y mejor organizadas.
0