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Según un relevamiento de la UCA, cerca de un 30% de las personas que trabajan son pobres

Solo el 8,4% de las personas percibe que sus ingresos "les alcanzan y pueden ahorrar algo"

Delfina Torres Cabreros

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Trabajo y pobreza son conceptos que podrían pensarse como antagónicos y que, en algún momento, en la Argentina lo fueron. Durante décadas, estar inserto en el mercado laboral ofrecía la posibilidad de satisfacer las necesidades de un hogar, de tener una vida típica de clase media. Esa realidad, que comenzó a resquebrajarse en los '70 e implosionó en los '90, dejó lugar a otra: hoy el 28,4% de los trabajadores y trabajadoras del país son pobres, un récord para la última década. 

El dato surge de un relevamiento del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA). Dentro de ese número aparecen personas que tienen un subempleo inestable (en ese universo, la pobreza alcanza al 58,2%) y empleo precario (el 28,2% son pobres), pero también personas con pleno empleo (12,6%). 

De acuerdo con los resultados del relevamiento, que alcanzó a 5.758 hogares en los principales aglomerados urbanos del territorio nacional, la pobreza tiene un impacto diferente de acuerdo a los estratos socioeconómicos y las características del empleo. En el caso de los “trabajadores marginales” (que se podrían pensar como informales) la pobreza alcanza el 72,9%. 

Los trabajadores integrados (aquellos que están registrados, asegurados por la actividad gremial y perciben ingresos por encima del salario mínimo, vital y móvil) tienen una incidencia de la pobreza del 53,7%. En el caso de los empleados de nivel medio no profesionales, la pobreza cae sobre el 15% y sobre el 1,2% de los profesionales.

De acuerdo con el relevamiento de la UCA, los ingresos mensuales de los trabajadores en la Argentina promedian los $50.534. En términos reales, es el ingreso más bajo de toda la serie —que se inicia en 2010— y no alcanza para comprar la canasta básica familiar definida por el Indec, que en octubre era de $72.365 para una familia tipo de cuatro integrantes. 

Por encima del promedio de ingresos se ubican quienes tienen empleo pleno, que cuentan con $68.973 mensuales, aunque también están peor en términos reales desde el inicio de la serie y tampoco pueden acceder a la canasta básica familiar. Por debajo del promedio está el ingreso mensual del empleo precario ($44.798) y el de quienes pertenecen al universo de subempleo inestable ($18.637).  

Consultados por la autopercepción de su situación económica, solo el 8,4% de los encuestados cree que sus ingresos “les alcanzan y pueden ahorrar algo”. Al 43,5%“le alcanza”, pero no tienen ningún margen de ahorro y al 48% directamente considera que sus ingresos no son suficientes para vivir. Si bien la sensación de tener las necesidades satisfechas y poder ahorrar es la más baja de la serie, después de la de 2020, la sensación de que “no alcanza” para los gastos básicos fue peor otros años, como 2016 (51,9%), 2018 (52,6%) y 2019  (57,7%). 

El informe de la UCA señala que “la reactivación económica ha producido un aumento en la demanda de empleo”, sobre todo en el sector informal, “pero se ha registrado una caída del ingreso real”. “A pesar de las mejoras en materia de infraestructura social, las desigualdades estructurales evidenciadas en el aumento de las carencias no monetarias han ido en aumento. No es la falta de políticas públicas lo que explica este empobrecimiento, sino la débil economía de los más pobres que anula su propia inversión”, señala. 

En términos generales, el informe de la universidad privada muestra que la pobreza bajó de 44,7% en 2020 a 43,8% en el tercer trimestre de este año, lo que significa que todavía 18,4 millones de argentinos y argentinas están en esta situación. La pobreza venía creciendo sostenidamente desde 2017, año en que marcó 28,2%, y terminó el gobierno de Mauricio Macri en 39,8%, según los registros del observatorio. 

Los programas sociales de transferencia de ingresos y asistencia alimentaria directa amortiguaron buena parte de la crisis de 2020, al alcanzar una cobertura récord de 55,4% de la población. Si bien bajaron con relación a un año atrás —impacta, sobre todo, la eliminación del Ingreso Familiar de Emergencia— se mantienen por encima de 2019 y el 44,7% de la población accede a esos programas. 

De acuerdo con las proyecciones de la UCA, si no existieran estos programas la indigencia sería 10 puntos más alta y se ubicaría en torno al 18,8%. Sin esa asistencia, en 2020 la indigencia habría sido 18 puntos porcentuales más alta: 27,7%. La pobreza, por otro lado, podría haberse ubicado en 48,9% este año (5 puntos porcentuales más que la tasa efectiva) y en 53,9% en 2020 (9,3 puntos porcentuales más).

DT

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