Vínculos de baja intensidad: por qué son importantes para sentirnos mejor y menos solos

Marta Chavarrías

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Nuestra red social es rica y variada. Nuestros lazos sociales se componen de vínculos fuertes y débiles. Los amigos de toda la vida, con los que compartimos alegrías y penas, secretos y confidencias, los que nos conocen bien y con los que tenemos una profunda afinidad con una historia o experiencia de vida compartida; y los conocidos, aquellos a los que no nos sentimos especialmente cercanos pero con los que, de alguna manera, estamos conectados.

En palabras de Alejandra Gabaldón, psicóloga de El Prado Psicólogos, cuando hablamos de vínculos fuertes nos referimos a “aquellos más permanentes, en los que existe un nivel de compromiso, confianza o intimidad alto. Podrían ser los amigos de toda la vida, familiares con los que tenemos una relación estrecha, equipos de trabajo, entre otros”, matiza la experta.

En cambio, los vínculos débiles “son aquellos que establecemos con personas fuera de nuestro entorno más cercano”, con los que tenemos una “mayor distancia física y emocional, el nivel de compromiso es menor, la intimidad o confianza es superficial o la relación se circunscribe a una situación o actividad puntual”. Por tanto, nos referimos a ellos como “personas vinculadas a su vez con personas de nuestro entorno cercano o completamente desconocidas con las que mantenemos algún tipo de intercambio”, detalla Gabaldón.

Vínculos débiles, una red de conocidos que nos abre nuevas oportunidades

La idea de los vínculos débiles forma parte del análisis de redes sociales, cuya teoría la desarrolló, en los años 70, Mark Granovetter, sociólogo de la Universidad de Stanford. Lo que nos dice esta teoría es que las relaciones sociales de baja intensidad, es decir, menos directas o con menor dedicación de tiempo, son muy efectivas porque no se repiten e implican mundos diferentes. ¿Qué significa esto?

Expertos de las universidades de Stanford y Harvard detallan en el artículo Una prueba causal de la fuerza de los lazos débiles que esta fortaleza se basa en la idea de que estos vínculos permiten que grupos distantes de personas accedan a información nueva que puede generar nuevas oportunidades. 

Los investigadores realizaron una serie de experimentos durante cinco años en Linkedin, con 20 millones de personas en todo el mundo, durante los cuales se crearon unos 600.000 nuevos puestos de trabajo. Para ello, usaron experimentos aleatorios a gran escala con el algoritmo “Personas que quizás conozcas” de Linkedin para probar la teoría del vínculo débil y su impacto en el mercado laboral.

Granovetter sostiene que los vínculos sociales débiles pueden ser más beneficiosos en tiempos de crisis debido a la naturaleza de las redes sociales. En este sentido, cuanto más fuerte es la relación entre dos personas, mayor es la probabilidad de que sus respectivas redes sociales –personas que conocen con distintos grados de fuerza– se superpongan. 

Cuanto más amplia es la red social de una persona, hay más vínculos débiles pero más probabilidad de prosperar porque conoce, o está conectada, a más gente

Su idea sería algo así como: cuanto más amplia es la red social de una persona, hay más vínculos débiles pero más probabilidad de prosperar porque conoce, o está conectada, a más gente. El alcance para recibir o divulgar información es mucho mayor. Gabaldón lo ejemplifica con lo que podría ser uno de estos vínculos débiles de nuestra vida diaria, como una cotidiana conversación con el panadero, aunque podríamos extrapolarlo a una charla en yoga un lunes por la noche o con un vecino con el que nos encontramos en el supermercado. 

“Si estoy interesado en vender un coche, será más probable que lo haga cuanto más divulgue la información, y tal vez el panadero, al conocer este hecho, lo comente a su vez con otro cliente que tiene interés en comprar un coche. O si estoy interesado en conseguir un trabajo, tal vez el panadero sea la persona que me ponga en contacto con alguien que trabaja en mi mismo sector y pueda ofrecerme una entrevista”. 

Si solo nos relacionamos con nuestro círculo más íntimo, esto sería imposible y “tendremos más limitaciones que si contamos con vínculos con el exterior de este círculo”, afirma Gabaldón.

La importancia de las pequeñas conversaciones

Más allá de los beneficios en el ámbito laboral o profesional, contar con una red de vínculos débiles también repercute, de forma positiva, en nuestra vida personal porque las interacciones casuales y regulares son importantes para forjar conexiones saludables. Como admite Gabaldón, “nos acerca a experiencias positivas que, de otro modo, no alcanzaríamos. Nos permiten mejorar al abrirnos a nuevas perspectivas, nos acercan a oportunidades para progresar en nuestras vidas y nos facilitan expandir nuestro propio conocimiento o necesidades”. 

Los beneficios pueden llegar a ser importantes incluso para las personas mayores. Según una investigación publicada en The Journals of Gerontology, los expertos concluyeron que el número de vínculos débiles de una persona mayor se asocia un mayor bienestar y menor depresión. Además de ser útiles desde la juventud hasta la edad adulta, tener acceso al apoyo social es especialmente importante cuando tienen que hacer frente a una adversidad.

Otro ejemplo del beneficio de los vínculos débiles lo ejemplifica este otro estudio, según el cual las personas con enfermedades crónicas que comparten comunidades virtuales de salud tienen un sentido de pertenencia con otros miembros con los que pueden compartir información personal entre ellos.

Los límites de basar nuestra vida solo en los vínculos débiles

¿Podríamos basar nuestra vida solo en este tipo de relaciones? A pesar de todos estos beneficios, no sería recomendable renunciar a los vínculos fuertes porque ambos son irreemplazables. Si basáramos nuestra vida solo en las relaciones débiles, “renunciaríamos a un nivel de cercanía, intimidad, confianza, apoyo o compromiso mayor porque la atención a nuestras necesidades más emocionales o sociales procede de estos vínculos más fuertes”, matiza Gabaldón.

La clave es contar con un círculo interno de personas con las que hablamos seguido y con las que nos sentimos cercanas y un círculo externo de conocidos, a quienes vemos con poca frecuencia o de manera fugaz. Siguiendo con la conversación que iniciamos con el panadero, y en palabras de Gabaldón, “la relación con él puede ser valiosa para vender un coche o encontrar trabajo, pero es poco probable que me ayude si lo que necesito es consuelo porque me despidieron del trabajo o necesito que alguien me cuide porque estoy enfermo”.