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250.000 dólares, un submarino pequeño y un control de videojuegos: el arriesgado viaje de turistas millonarios al Titanic

Fotografía facilitada por OceanGate que muestra el interior de un submarino turístico con capacidad para cinco personas operado por la citada compañía.

Icíar Gutiérrez / Antonio Martínez Ron

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Un pequeño dispositivo de menos de siete metros de largo en medio del océano. Al submarino desaparecido que ofrecía a personas adineradas ver los restos del Titanic con sus propios ojos solo le quedaban este martes por la noche 40 horas de oxígeno, según la Guardia Costera estadounidense. Las labores de búsqueda del sumergible perdido en el norte del Atlántico con cinco personas continúan contra reloj, pero aún “no han dado ningún resultado”. En la madrugada del miércoles la propia Guardia Costera anunciaba la detección de “sonidos” que varios medios describían como “regulares” a intervalos de 30 minutos.

El capitán de los guardacostas, Jamie Frederick, ha dicho que Estados Unidos y Canadá están haciendo todo lo posible para encontrar el sumergible, denominado Titán, pero ha insistido en que la operación de búsqueda es muy compleja, cubriendo 20.000 kilómetros cuadrados –este martes, se ha ampliado la búsqueda a aguas más profundas–. Involucra tanto aviones que rastrean la superficie del océano como sonoboyas que escuchan la actividad debajo del agua. Entre los recursos desplegados hay un robot submarino operado remotamente para intentar localizar el sumergible y también están participando barcos privados.

Las autoridades aún tienen que identificar oficialmente a las personas a bordo, aunque a lo largo del día se han ido confirmando los nombres, incluido Stockton Rush, director ejecutivo de la empresa encargada de la expedición, OceanGate, con sede en Washington. Los otros pasajeros del sumergible son el multimillonario y explorador británico Hamish Harding, el empresario paquistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman, pertenecientes a una de las familias más prominentes del país, así como el exoficial de la Armada francesa y experto en el Titanic Paul-Henry Nargeolet, según han informado medios internacionales.

El buque Polar Prince, que se encontraba en la superficie, perdió el contacto con el pequeño submarino una hora y 45 minutos después de su inmersión en la zona del naufragio del Titanic frente a la costa de Terranova, en Canadá, el domingo. Los restos del transatlántico hundido en 1912, que han causado fascinación durante décadas, se encuentran a unos 700 kilómetros al sureste de la costa canadiense y 3.800 metros de profundidad al norte del océano Atlántico.

Tres posibles escenarios

Aún no se sabe lo que ha ocurrido con el sumergible y muchos detalles no están claros, pero los expertos barajan varias hipótesis, entre ellas un fallo eléctrico, un problema con el sistema de comunicaciones del submarino o que se haya enredado entre los restos del Titanic. Según la Guardia Costera de EEUU, el sumergible desparecido podría encontrarse tanto en la superficie como a una profundidad de centenares de metros en el océano.

Los posibles escenarios que se abren son tres. El primero, y más esperanzador, es que haya funcionado el sistema de emergencia que lleva el sumergible hasta la superficie y no haya podido activar la baliza para que lo localicen; el segundo, y más catastrófico, que la cabina se haya despresurizado, con lo cual habrían muerto en el acto. El tercer escenario, más técnico, es que el sumergible esté en el fondo del océano y conserve la estructura, con lo cual les quedarían unas horas de oxígeno que darían un pequeño margen para el rescate. 

Según fuentes de la Armada española consultadas por elDiario.es, un rescate a esta profundidad es posible, mediante un submarino que llegue hasta ellos en las horas críticas y consiga moverlos a la superficie, pero extremadamente complejo, por la enorme profundidad, y nunca puesto en práctica hasta ahora. Estas mismas fuentes aseguran que bajar con personal civil a profundidades como estas es una “temeridad”. De hecho, según informa el New York Times, empresas del sector de la industria de los sumergibles enviaron una carta en 2018 a los responsables de la empresa OceanGate asegurando que su aproximación podía tener resultados “catastróficos”. 

Este tipo de misiones son poco comunes y caras. OceanGate había sido noticia en los últimos años por organizar expediciones para turistas en sumergibles a pecios, entre ellos el del Titanic. El fundador de la compañía llegó a comparar este tipo de viajes con el turismo espacial. En un reportaje de CBS News que se emitió en 2022, Stockton Rush describió el negocio como “muy inusual” y aseguró que se trataba de “un nuevo tipo de viaje”.

En su web, la empresa anuncia la experiencia como una “aventura increíble” que solo han vivido menos de 300 personas y a su vez la enmarca dentro de un objetivo científico: documentar el Titanic y su descomposición. Cobra a sus clientes 250.000 dólares (unos 230.000 euros) por una expedición que dura ocho días. La compañía se refiere a sus pasajeros como “especialistas de misión”, pero, según explicaba en su web, no necesitan ninguna experiencia marítima para unirse a la expedición. Además de la inmersión para ver los restos del Titanic de cerca, el precio incluye, según OceanGate, alojamiento y todas las comidas a bordo, el equipo, la formación y el entrenamiento antes y durante la misma, entre otras cosas. Rush dijo a la CBS News que “aún no” ganaba dinero con las expediciones y que podían gastar hasta un millón de dólares en combustible.

La inmersión a los restos del Titanic dura aproximadamente 10 horas de principio a fin: unas cinco horas para descender al fondo y ascender a la superficie y una exploración de unas cuatro horas, según indica la compañía en su página web explicativa para los clientes. Antes, tras salir de Terranova, tardan unas 36 horas en llegar al lugar del naufragio, dependiendo de las condiciones meteorológicas.

Este mismo reportaje muestra lo extremadamente estrecho que es el sumergible, donde los pasajeros deben sentarse en el suelo. Tiene un pequeño inodoro –cuando se utiliza, se corre una pequeña cortina y el piloto sube el volumen de la música de a bordo–. La cámara también muestra un mando de videojuegos adaptado para pilotar el sumergible que, según la BBC, es usado por el piloto siguiendo las instrucciones del equipo de la embarcación que se encuentra en la superficie a través de un sistema especial de mensajes de texto –el GPS no funciona bajo el agua, ni tampoco la radio–. El fundador de la compañía declaró a CBS News que pilotar el submarino “no debería requerir mucha habilidad”.

En el vídeo, el reportero de la cadena estadounidense, David Pogue, confiesa estar nervioso, especialmente dado el papeleo para unirse a la misión, que dice, según lee él mismo a cámara: “Este buque experimental no ha sido aprobado ni certificado por ningún organismo regulador y podría provocar lesiones físicas, traumas emocionales o la muerte”. Su primera inmersión se canceló. Se interrumpieron las comunicaciones y el submarino no encontró los restos. Un pasajero cuenta que estuvieron perdidos dos horas y media, lo que siembra dudas sobre sus protocolos de actuación. Finalmente, en otra oportunidad, pudieron llegar a ellos.

El guionista y productor neoyorquino Mike Reiss, que viajó en el Titán el año pasado, ha contado a la BBC que firmó una larga autorización en la que se mencionan las diferentes formas en las que se puede morir durante la expedición. “Mencionan la muerte tres veces en la primera página, así que nunca te lo quitas de la cabeza. Cuando estaba entrando en el submarino mi pensamiento fue que esto podría ser el final. Así que a nadie que esté en esta situación le ha pillado desprevenido”. Reiss ha dicho que también se perdió la comunicación durante su inmersión al Titanic.

Un puñado de inmersiones

OceanGate dice que es una de las únicas compañías del mundo que dispone de un sumergible capaz de transportar a cinco personas a 4.000 metros de profundidad, el Titán, en el que solo ha efectuado un puñado de inmersiones –la primera fue en 2021–. En su web, la compañía explica que el Titán, hecho de fibra de carbono y titanio, es innovador, más económico y ligero que otros, y que está diseñado para estudios e inspecciones, investigación y recopilación de datos, producción de películas y medios y pruebas de hardware y software en aguas profundas. 

En 2022, la expedición grabó las primeras imágenes de resolución 8K de los restos, que muestran un gran nivel de detalle y colores. El vídeo acumula casi cinco millones de visualizaciones.

Las expediciones turísticas al Titanic no han estado exentas de debate. Durante décadas se ha hablado mucho de quién y por qué debe visitar los restos del transatlántico, un lugar que también se puede considerar un cementerio, pues unas 1.500 personas perdieron la vida. Hace 20 años, en 2003, el entonces presidente de la Sociedad Histórica del Titanic dijo a la agencia de noticias Associated Press que la actividad humana debía limitarse y eso incluía el turismo y las expediciones. 

La agencia estadounidense recogía en ese mismo reportaje que por 36.000 dólares cualquiera podía “visitar el lugar en minisubmarinos, conocidos como sumergibles”. Don Lynch, historiador de la Sociedad Histórica del Titanic, ha explicado a NBC News que hubo cierto turismo en la década de 1990 y a principios de los 2000, “cuando había artefactos que encontrar y sumergibles de fabricación rusa capaces de alcanzar la profundidad del lugar”, pero estas visitas fueron disminuyendo. Según informa la cadena, tras 14 años sin visitas humanas, en 2019, otro grupo visitó los restos e informó de su rápido deterioro, y el ritmo de visitas se ha acelerado desde entonces. 

También hay voces que no se oponen a este tipo de expediciones, argumentando que no dañan el pecio o no extraen objetos. El director ejecutivo de OceanGate ha defendido en anteriores ocasiones que tienen valor histórico. “Llegará un momento en que no habrá Titanic. Se lo comerán las bacterias, será un arrecife artificial que no se parecerá al Titanic”, dijo a CBS News.

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