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Elecciones en Brasil 2022 - Segundo debate presidencial
La ausencia de Lula y los ataques contra Bolsonaro signaron el segundo debate electoral, intenso y desabrido

De izquierda a derecha, los candidatos presidenciales brasileños Felipe D Ávila, Soraya Thronicke, Simonte Tebet, el moderador Carlos Nascimento, el presidente Jair Bolsonaro, Ciro Gomes y Padre Kelmon.

Alfredo Grieco y Bavio

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“No trabaja, solo da paseos en moto, en moto acuática, diciendo que nadie pasa hambre. Tenemos un presidente que crea noticias falsas y que se disputa el odio”, apuntó Simone Tebet, candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB, centroderecha). Minutos después, dijo que era un “Pinocho” por “mentir descaradamente”. Jair Messias Bolsonaro y otros cinco aspirantes con mínimas chances de ganar las elecciones presidenciales participaron en un debate televisado, a veces inconsecuente, pero siempre reiterativo, marcado por la ausencia de Luiz Inácio Lula da Silva, líder de todas la encuestas. Todos los sondeos publicados hasta la fecha atribuyen a Lula entre un 40 % y un 45 % de las intenciones de voto, frente al 30 % que obtendría Bolsonaro, e incluso algunas encuestas vaticinan la victoria del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en primera vuelta.

Dos veces presidente, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) lideró este sábado dos actos de campaña en la ciudad de San Pablo. Su no comparecencia al debate había sido anunciada y justificada. Lula invocó incompatibilidades de agenda y escasez de minutos libres. En el debate, esto dio algo de alimento a argumentaciones que, si no, habrían sido más desnutridas, por parte de sus adversarios, algunos de los cuales corrieron a llamarlo “¡Cobarde!”.

Bolsonaro, segundo favorito, pero con una desventaja de entre 10 y 15 puntos con respecto a Lula, según las encuestas, fue el otro gran damnificado de la noche. A pesar de haber dejado en la puerta del canal de televisión su perfil más incendiario y de retener la moderación en gestos y tonos.

Como en el primer debate, la más dura con el líder ultraderechista fue Simone Tebet. En su primera intervención, la senadora, que apenas cuenta con un 5 % de las intenciones de voto, fue con todo y acusó a Bolsonaro de “despreciar” a las mujeres. También lo calificó de “insensible” por “no respetar el dolor de las familias” durante la pandemia, que ha dejado cerca de 700 mil muertes en Brasil, y por minimizar los datos de la pobreza.

El laborista Ciro Gomes, tercer favorito con un 7 % de los apoyos, también apuntó contra el capitán retirado del Ejército: “Bolsonaro se ha rendido a la corrupción”. Aunque el exministro de Lula tampoco ahorró munición contra quien lo eligiera para integrar su gabinete: “No vino porque no es capaz de explicar sus promesas o las denuncias de corrupción que salpicaron sus mandatos”.

El presidente que busca su reelección intentó defenderse poniendo en valor su cuestionada gestión y negando cualquier acusación de corrupción en su gabinete, a pesar las sospechas surgidas en los despachos de Salud y Educación. “Mi Gobierno fue el que encarceló más machotes (reos de violencia de género) en la cárcel, fue el que mejor atendió a los pobres. Les digo a todos que nuestra economía va muy bien”, concluyó Bolsonaro. Necesita ganarse el electorado femenino y el electorado más pobre, que apoyan mayoritariamente a Lula.

También el ex capitán de “sus” queridas FFAA disparó. Contra Lula. Lo llamó por su epíteto épico, el más repetido siempre por Bolsonaro, “ladrón”. Esta vez añadió una descalificación nueva, la de “amigo íntimo del dictador Daniel Ortega”, el presidente de Nicaragua. Buscó asociarlo con las persecuciones religiosas en el país centroamericanos, donde “la gente no puede ir los domingos a misa”, y advirtió que una victoria de Lula traería dificultades a los “cristianos” en Brasil.

En todo lo anterior, y en todo, se reveló auténtico aliado de Bolsonaro el Padre Kelmon, un sacerdote ortodoxo candidato por el derechista Partido Laborista Brasileño (PTB). Fue más a la derecha que el propio Bolsonaro. Fue mucho más radical en su rechazo frontal al aborto y demonización de la izquierda. Y, menos previsiblemente, fue más liberal, al pedir una reducción drástica de los impuestos, para que “la gente pueda tener dinero en el bolsillo”, y enriquecerse.

A la salida del debate, preguntado el presidente Bolsonaro quién había sido el derrotado esa tarde nocturna en los estudios televisivos de SBT, respondió sin vacilar: “el presidiario”. No parece en absoluto seguro que Lula haya perdido un solo voto por esas dos horas, no siempre eufónicas, no siempre fatalmente insípidas, de largo pero entrecortado debate televisado. Pero tampoco parece en nada seguro que el ex paracaidisita y ex capitán del Ejército haya ganado un solo voto más.

AGB

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