Con al COP30 de Belem todavía sin comenzar oficialmente, Brasil reunió en la ciudad amazónica sede de la conferencia del clima de la ONU a los jefes de estado y de gobierno que van a participar en las negociaciones a partir del lunes. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, les dijo: “Lo que falta es coraje político”.
El anfitrión, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, le dio la razón en su discurso inaugural al convenir que “esta COP es la COP de la verdad” y repetir que en Belem se va a comprobar si los dirigentes son capaces de “encarar la realidad. Si tenemos el coraje”.
Lula da Silva intentó bajar la, a veces, farragosa diplomacia climática que suele desfilar por las cumbres de la ONU a un lenguaje más cercano a los ciudadanos: “La gente puede no entender qué es una gigatonelada de COâ, pero sí siente la contaminación. Puede no saber qué es un sumidero de carbono, pero sí conoce la belleza de la naturaleza”.
El presidente brasileño dejó claro dónde está la batalla actualmente al subrayar que se detecta “una desconfianza internacional” porque “están prevaleciendo los intereses egoístas y cortoplacista sobre los intereses comunes y a largo plazo”, a la hora de encarar el problema de la crisis climática y sus soluciones.
De hecho, las soluciones están claras. El secretario general de la ONU lo resumió así: “Nadie puede negociar con la física”. El brasileño aportó que, durante las negociaciones, piensan arrancar en esta cumbre compromisos concretos “no discursos” sobre el abandono de la “dependencia de los combustibles fósiles, la deforestación y la financiación”.
Lula describió que lo que está en juego es prolongar “un sistema que aprisiona a las generaciones futuras a un modelo de desigualdad y destrucción de la naturaleza”.
En este sentido, Guterres insistió en que “cada fracción de grado [que se recalienta el planeta] significa más hambre, más desplazamientos y más pérdidas”. Y llamó a los países a cerrar la brecha que hay entre los planes climáticos que presentaron y el camino necesario para contener realmente el calentamiento del planeta en 1,5ºC extra al final del siglo.
“Falta el coraje político”, dijo, para, por ejemplo, “cortar las subvenciones a los combustibles fósiles que lleva miles de millones de los ciudadanos” al origen del cambio climático. “No más greenwashing”, clamó el secretario general. Así que remató: “Hay que implementar, implementar, implementar. No es tiempo de más conversación”.
Ni de derecha ni de izquierda
Este encuentro de jefes de estado y gobierno tuvo un color diferente a las últimas COP. Tras el discurso de Lula Da silva intervinieron el presidente chileno, Gabriel Boric, y el colombiano, Gustavo Petro. Javier Milei no estará presente. Además del negocacionismo climático, el presidente argentino se encuentra en Estados Unidos.
El colombiano entró a todo gas al hablar del peligro que representa el presidente estadonunidense, Donald Trump, y sus “amenazas de invasión a Cuba, Venezuela, Colombia, Brasil o México”. Y habló de “asesinatos” al referirse a los misiles estadounidenses en el Caribe.
Petro señaló al “lobby petrolero presente en esta asamblea. Su codicia ha ido contra la vida. Y eso es inmoral. Inhumano. El mismo lobby que, en unas naciones más que en otras, cobra sus resultados. Y sus resultados son medibles: los 1,5 ªC que no queríamos alcanzar ya se alcanzaron. Nos acercamos a algo que ya no es crisis climática, sino colapso climático que significa, un punto de no retorno. Muerte general en el planeta. No es apocalipsis literario, sino real. Ni de derechas ni de izquierdas”.
La palabra coraje o valentía se multiplicó durante este primer encuentro en Brasil. Las negociaciones que empiezan la semana que viene demostrarán si hay verdad detrás de ese discurso.