Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La campaña de difamación de la secta católica

El Sodalicio lideró una venganza para desacreditar a Prevost y evitar que fuera papa

sodalicio

Natalia Chientaroli / Ciudad del Vaticano (enviada especial)

0

Francisco disolvió definitivamente el Sodalicio de la Vida Cristiana el 14 de abril, una semana antes de morir. Con un decreto papal ponía fin a décadas de corrupción, pederastia y todo tipo de abusos. La poderosa secta católica, fundada en Perú por Luis Fernando Figari, caía tras una larga investigación periodística y un proceso vaticano en el que estuvo involucrado el nuevo papa, Robert Prevost. Pero la vinculación del grupo con la élite judicial, económica y mediática no ha desaparecido. Por eso cuando el nombre del cardenal estadounidense empezó a sonar para suceder a Bergoglio, el Sodalicio preparó su venganza.

En pleno precónclave resucitaron unas acusaciones de encubrimiento de abusos lanzadas por el entorno de la secta cuando el estadounidense era obispo en Chiclayo y que ya se habían demostrado falsas. De hecho, Bergoglio encargó analizar el caso y descartó cualquier responsabilidad de Prevost antes de nombrarlo Prefecto de Obispos en la Curia. Pero con la ayuda de medios ultracatólicos –alguno de ellos españoles, como Infovaticana– aquel desinformación traspasó las fronteras de Perú y se instaló en Roma en el momento en el que cardenales llegados de todas partes y que apenas se conocían entre sí se preparaban para un encierro en el que les tocaría elegir un nuevo líder para la Iglesia católica.

“Claro que es una operación que sale del Sodalicio”, confirma en un café cerca del Palacio Apostólico Pedro Salinas, el periodista peruano que junto a Paula Ugaz destapó los horrores de la secta.

“Este tema surgió hace tiempo en un portal ultraconservador que se llama La Abeja, y después un pódcast con gente vinculada al Sodalicio. Y apareció precisamente cuando Prevost había quitado a José Antonio Eguren, que era el arzobispo de Piura y Tumbes, el amo y señor de la Iglesia en un territorio manejado por el Opus Dei y el Sodalicio”, detalla Salinas.

“El modus operandi siempre es el mismo: tomas algo de verdad y la retuerces hasta el punto que la deformas y la conviertes en otra cosa. Y de ahí va saltando de un medio a otro hasta que llega a uno más respetable. No hay pruebas, pero se deja caer la sospecha”, explica Salinas. “Hubo tres víctimas, sí, pero el ocultamiento no existió. Uno sabe cuándo alguien encubre o no, sobre todo después de 15 años de investigar”, reflexiona el periodista, que explica que Prevost les llevó a él y a Ugaz al Vaticano en diciembre pasado para que le contaran de primera mano al papa Francisco los resultados de sus indagaciones sobre Figari y el Sodalicio.

Un poder que permanece

Puede que en los papeles el Sodalicio ya no exista, pero sigue siendo un poder muy real. Se le calcula un patrimonio de millones de euros, que ahora el Vaticano debe ver cómo se incauta para, entre otras cosas, indemnizar a las víctimas. “Tienen empresas agroindustriales, mineras, agencias de viaje, tienen acciones en la línea aérea Latam, empresas en paraísos fiscales...”, enumera Salinas. “Pero mucho de esto está a nombre de testaferros. Va a ser un problema con el que tendrá que lidiar la Iglesia a la hora de la de la liquidación. No tengo ni idea de cómo lo van a hacer”, reconoce.

Quienes conocen la realidad de la iglesia católica en Perú apuntan a una fructífera convivencia entre Sodalicio y Opus, que de alguna manera se refuerzan entre sí para ejercer su poder. No hay que olvidar que el defenestrado Luis Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei, era arzobispo de Lima hasta que Francisco lo castigó tras ser denunciado por abusos sexuales. Cipriani ha estado desafiando la voluntad del papa fallecido durante todo el precónclave, participando en las reuniones y en las ceremonias con sus ropas cardenalicias, aunque Bergoglio se lo había prohibido expresamente.

“Es una secta de manual. Hay una captación, un sistema de reclutamiento, en este caso a través de retiros a adolescentes de 14 o 15 años. Tienen colegios y también universidades. Figari quiso hacer un Opus sudamericano: era absolutamente su modelo”, explica Salinas.

Figari, el depredador sexual

Junto a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, el peruano Luis Fernando Figari es uno de los mayores depredadores sexuales en la historia de la Iglesia. Como el mexicano, también fundó una congregación religiosa, el Sodalicio para la Vida Cristiana (SVC), que durante décadas llenó los seminarios (y las arcas) de la Iglesia católica con un más que dudoso carisma y acusaciones constantes de abusos sexuales, de poder y blanqueo de capitales.

Al menos medio centenar, comenzaron a denunciar en 2001, sin que nadie les hiciera caso. Paola Ugaz y Pedro Salinas casi entran en la cárcel tras su investigación, Mitad monjes, mitad soldados, en la que desentrañaban la trama sexual y económica del fundador y sus secuaces. Y décadas después siguen teniendo causas judiciales pendientes promovidas por el entorno del Sodalicio.

Después llegaron las indagaciones del propio vaticano, que Francisco encargó a sus colaboradores Charles J. Scicluna y el español Jordi Bertomeu. Los resultados de esa investigación supusieron la expulsión de Figari y los máximos líderes del Sodalicio, primero, y finalmente su disolución. Bertomeu también se enfrenta actualmente a un proceso judicial en Perú por supuesta “revelación de secretos”.

La operación de descrédito de Prevost, que consiguió cierto eco entre la prensa internacional en vísperas del cónclave, no logró sin embargo su objetivo. El cardenal norteamericano (y peruano) fue elegido Papa con un apoyo mayoritario. Ahora resta saber cómo resolverá la compleja situación que se le presenta para acabar con el Sodalicio no solo en los papeles, sino también liquidar el dinero del complejo entramado societario para indemnizar a sus víctimas y neutralizar su influencia.

“Si ganaba Parolin esto podía quedar en nada”, arriesga Salinas. La elección de León XIV, en cambio, le da esperanzas. “Yo ya hice mi parte, y en ella me dejé años de mi vida y muchas cosas que no podré recuperar. Ahora es tiempo de que aquí –y señala hacia la catedral de San Pedro– se haga algo”.

Etiquetas
stats