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En primera persona
Confesiones de un exmercenario del grupo Wagner que asesinó y torturó a prisioneros de guerra ucranianos

Artilleros ucranianos disparan contra posiciones rusas cerca de Bajmut.

Pjotr Sauer

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Un exmercenario del grupo Wagner admite haber matado y torturado a decenas de prisioneros de guerra ucranianos. Se trata de uno de los relatos en primera persona más detallados de las atrocidades cometidas por las fuerzas rusas en Ucrania.

Alexey Savichev, de 49 años, es un exconvicto ruso que fue reclutado por Wagner el pasado mes de septiembre. En una entrevista telefónica con The Guardian, reconoce que durante los seis meses que combatió en el este de Ucrania participó en ejecuciones sumarias de prisioneros de guerra ucranianos. “Nos ordenaron que no hiciéramos prisioneros y que los fusiláramos allí mismo”, dice.

Según su relato, en una ocasión, mientras luchaba cerca de la ciudad de Soledar, en el este de Ucrania, el pasado otoño, participó en el asesinato de 20 soldados ucranianos que quedaron rodeados por los mercenarios. “Los rociamos con nuestras balas”, dice. “Es la guerra y no me arrepiento de nada de lo que hice allí. Si pudiera, volvería”.

Savichev detalla otro episodio que ocurrió en enero cerca de la ciudad de Bajmut. Él y otros mercenarios de Wagner mataron a “varias decenas” de prisioneros de guerra ucranianos heridos “lanzando granadas” a la zanja donde estaban retenidos. “También torturábamos a soldados, no había reglas”, ha señalado.

Niños asesinados

Gulagu.net, una organización rusa de defensa de los derechos humanos, publicó por primera vez el relato de Savichev este lunes. En un vídeo de una hora y 17 minutos de duración, Savichev cuenta sus experiencias en el frente y aparece junto a otro exmercenario de Wagner, identificado como Azamat Uldarov, que también afirma haber matado a civiles, incluidos niños, durante la batalla por Bajmut.

En el vídeo, Uldarov explica que sus compañeros mercenarios mataron en una ocasión a un grupo de personas que se habían refugiado en el sótano de un bloque de pisos de nueve plantas en Bajmut, entre ellas una niña. “Estaba gritando, era una niña pequeña, tenía cinco o seis años y le disparé, un disparo mortal. No podía dejar salir a nadie, ¿comprendes?”, le espeta Uldarov a Vladimir Osechkin, director de Gulagu.net. The Guardian no ha conseguido contactar con él para que hiciera declaraciones.

Asesino convicto

The Guardian no ha podido comprobar de forma independiente la desgarradora confesión de los dos hombres, pero ha tenido aceso a documentos penales rusos que muestran que Savichev, condenado por asesinato, fue liberado de una cárcel de Vorónezh, una ciudad en el suroeste de Rusia, gracias a un indulto presidencial el 12 de septiembre.

Wagner ha reclutado a decenas de miles de reclusos, entre ellos asesinos convictos, para luchar en el este de Ucrania. Se les ofreció la libertad si sobrevivían a un período casi suicida de seis meses. Savichev completó medio año en el campo de batalla el 12 de marzo.

Savichev ha proporcionado a The Guardian fotografías de dos medallas que afirma haber recibido por la batalla de Soledar, que fue capturada por los mercenarios de Wagner a principios de enero.

Su testimonio parece corroborar la misma versión del creciente número de pruebas que arrojan luz sobre los crímenes de guerra cometidos por combatientes rusos en Ucrania.

A principios de este mes, se difundieron dos vídeos en los que aparentemente se ve a soldados rusos decapitando a prisioneros de guerra ucranianos. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que el mundo no puede ignorar las “malvadas” imágenes, cuya veracidad no ha podido ser verificada por The Guardian. “Con qué facilidad matan estas bestias. No vamos a olvidar estos crímenes. Tampoco vamos a perdonar a los asesinos”, dijo el presidente de Ucrania.

En respuesta a la entrevista publicada por Gulagu Net, el jefe de gabinete de Zelenski, Andriy Yermak, ha afirmado que los responsables de estos crímenes deben ser castigados. “La confesión no es suficiente. Debe haber un castigo. Contundente y justo. Y sin duda lo habrá”, ha dicho Yermak en un mensaje en Twitter.

Desde el inicio de la guerra, varios soldados rusos, entre ellos un exconvicto de Wagner, han huido al extranjero y han descrito haber presenciado crímenes de guerra rusos, pero el de Savichev es un testimonio inusual de un exmercenario de Wagner que sigue en Rusia.

Temor por hablar

Savichev dice que está huido desde que concedió su primera entrevista el lunes y que ha recibido “múltiples” amenazas.

Yevgueni Prigozhin, jefe de Wagner, ha asegurado que el relato de los dos ex mercenarios de Wagner es una “mentira flagrante” y que sus combatientes “nunca han tocado ni tocan” a niños.

Savichev expresa su temor a tener que enfrentarse a las mismas consecuencias que Yevgueni Nuzhin, un asesino convicto reclutado por Wagner que se rindió a las fuerzas ucranianas, pero que posteriormente fue entregado a Rusia y ejecutado. “Estuve con Wagner y sé lo que pueden hacer a quienes hablan”, dice. “Entiendo que podría morir pronto. Simplemente no quiero que mi muerte sea violenta”.

Asegura haber sido testigo de múltiples asesinatos sumarios de otros mercenarios de Wagner acusados por sus comandantes de desobedecer órdenes o de infringir el “código de conducta”, incluso en relación con el consumo de alcohol.

“No le importábamos una mierda a nadie”

Según su versión, Savichev se unió a Wagner después de que Prigozhin visitara la colonia IK-12 en Vorónezh el pasado septiembre. “Prigozhin vino a nuestra prisión y dijo que estaba buscando asesinos. Nos contó que el Ejército estaba lleno de blandengues que no podían cumplir con su trabajo”.

Explica que lo aceptaron en Wagner a pesar de tener VIH –el Ejército ruso no permite que soldados con enfermedades graves se unan a sus filas–. “No les importa si tienes VIH o hepatitis, mientras puedas matar”, dice.

Según el relato de Savichev, unos 100 prisioneros de la prisión IK-12 de Vorónezh se alistaron para luchar con Wagner. Fue enviado al frente tras un curso de entrenamiento de dos semanas, y luchó primero en Soledar y, una vez se hicieron con el control de la ciudad, en Bakhmut.

Cuenta que formaba parte de unidades pequeñas, integradas por cuatro personas, que servían como “tropas de asalto”, a las que se ordenaba lanzar asaltos extremadamente peligrosos contra las posiciones ucranianas. Calcula que de los 100 prisioneros reclutados en su prisión, solo 21 regresaron con vida. Según estimaciones occidentales, Wagner ha sufrido más de 30.000 bajas, en su mayoría exconvictos, desde que Moscú invadió Ucrania.

“Básicamente éramos carne para nuestros comandantes, todavía no sé cómo sobreviví”, dice Savichev. “No le importábamos una mierda a nadie”.

Traducción de Emma Reverter.

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