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ANÁLISIS

Las últimas filtraciones de documentos ponen de relieve cuántas personas tienen acceso a material secreto de EEUU

El presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley.

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Ni un vil complot de hackeo ni una maniobra de desinformación por parte de Rusia y EEUU. Según las pruebas que siguen apareciendo, lo más probable es que la filtración de documentos clasificados estadounidenses de defensa solo sea otro ejemplo de lo poco cuidadoso que es Washington con sus secretos.

La versión menos probable de los hechos es la que circula entre los simpatizantes del Kremlin de que se trata de una inteligente maniobra de distracción de la CIA para desmoralizar a los rusos mostrándoles cuántas vidas han perdido y lo mal que les está yendo en su guerra contra Ucrania.

Pero lo cierto es que la referencia a las pérdidas rusas solo figura en uno de los más de 100 documentos que se sabe que se han filtrado. El resto del material es perjudicial tanto para Kiev –al revelar sus problemas de munición y algunos de sus despliegues de defensa aérea– como para Washington, al poner al descubierto la profundidad de su implicación en la defensa de Ucrania, algunos de sus métodos de recopilación de información en Rusia (entre los que se incluyen los detalles sobre tecnología de satélites poco conocida) y el alcance del espionaje de Washington en países aliados como Ucrania, Israel y Corea del Sur.

Todo eso haría un poco más plausible la teoría del hackeo ruso llevado a cabo para avergonzar a Washington, la misma versión que varias fuentes del Gobierno estadounidense contaron de manera anónima a la agencia Reuters el viernes. Pero esa teoría tampoco encaja muy bien con los hechos conocidos.

Difundidos en plataformas sociales

Aric Toler, del medio de investigación Bellingcat, habló con los usuarios de los servidores en los que se difundieron los documentos, y tal vez también donde se filtraron originalmente. No suena a complot del Kremlin.

Aparentemente, los documentos aparecieron por primera vez en octubre de 2022 en un servidor llamado Thug Shaker Central, entre otros nombres. El servidor fue creado en la plataforma para gamers Discord por unas cuantas personas que se habían conocido en otro servidor para seguidores de Oxide, un youtuber que publica debates en vídeo sobre armas, chalecos antibalas, sistemas de visión nocturna y cosas similares. Hay indicios de que estos participantes habían sido apartados por ser demasiado racistas. Uno de los nombres alternativos que tenía el servidor Thug Shaker Central incluía un insulto racista.

Según antiguos usuarios de Thug Shaker Central, la función de administrador del servidor pasó de unos a otros en más de una ocasión antes de que el sospechoso de la filtración se pusiera al mando. En algún momento de octubre, él (por el contexto, se cree que la persona que los filtró era un hombre) publicó los primeros documentos filtrados, al parecer para alardear delante de 19 compañeros en un canal que había creado sobre Ucrania llamado “Oso contra Cerdo” (se cree que el título hace referencia a un vídeo viral de 2022 en el que dos cerdos se pelean con un oso negro en Connecticut). Algunos de esos usuarios respondieron “guau” y el filtrador fue subiendo otros documentos poco a poco, pero no ocurrió nada más. Nadie parecía tener prisa por seguir difundiéndolos.

Según ha publicado The Washington Post, el autor de la filtración es un joven amante de las armas que compartió los documentos en el foro y que afirmó que los había obtenido de su trabajo en una “base militar”, según ha revelado al medio estadounidense uno de los miembros de ese foro. Su testimonio ha sido confirmado por el Post gracias a un segundo miembro del foro que también leyó los mensajes del autor de la filtración.

“El canal compartía actualizaciones sobre la guerra, pero la mayoría de los usuarios no estaban realmente interesados en la guerra”, dice Toler. “En su mayoría, eran gente que jugaba al Call of Duty, entraba al chat de voz, compartía memes o lo que fuera. Era gente joven, algunos eran adolescentes”, explica.

Pasaron cinco meses hasta que otro usuario, un adolescente estadounidense, difundió los documentos en un servidor de Discord para los seguidores de WowMao, un youtuber filipino especializado en memes relacionados con la historia. Después de eso, los documentos llegaron hasta los jugadores de Minecraft, donde un usuario los usó para sostener su argumentación mientras discutía con otro jugador.

Luego hubo que esperar varias semanas antes de que el material llegara al foro de derechas 4chan y a un canal ruso de Telegram, donde uno de los documentos fue manipulado.

“El canal ruso de Telegram que editó un solo archivo de esta filtración fue lo mejor que le pudo pasar al USG [Gobierno de EEUU]”, escribe Toler en Twitter: “Ahora pueden decir que todo fue una operación rusa, pese a que solo hubo una edición chapucera en una sola parte de un único archivo”.

“Hablando con la gente que ha estado viendo cómo llegaban los archivos filtrados en los últimos meses, no hay forma de que Rusia haya estado detrás de esto”, añade Toler.

Más de un millón de personas con acceso al material en 2019

Para Estados Unidos y sus aliados, lo que ocurrió en realidad puede ser más preocupante que un hackeo ruso. El Washington Post cita a un cargo del Departamento de Defensa que dice que muchos de los documentos habían sido recopilados durante el invierno para el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, y otros altos mandos militares, pero que también estaban a disposición del personal y los contratistas estadounidenses que tuvieran las autorizaciones de seguridad adecuadas.

Según las cifras más recientes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, en 2019 había un total de 1,25 millones de personas con autorización y acceso para leer material de alto secreto en el Gobierno estadounidense. Aunque el dato no ha vuelto a publicarse desde entonces, nada hace pensar que haya disminuido significativamente. El Pentágono dice que está revisando sus políticas de acceso.

Con números tan grandes, es casi una certeza estadística que en algún momento material 'top secret' y terriblemente dañino caerá en manos de alguien dispuesto a filtrarlo. Tal vez por razones ideológicas, como Edward Snowden cuando difundió los secretos del sistema de vigilancia masiva de EEUU.

En este caso, las pruebas hacen pensar que lo más probable es que el responsable sea un entusiasta de las armas y los videojuegos con motivos menos sofisticados que las ganas de impresionar a otros miembros de su grupo de chat en Internet.

Traducción de Francisco de Zárate.

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