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Por qué la vuelta de Chevron no mejorará en lo inmediato la situación económica de Venezuela ni de Estados Unidos

Nicolás Maduro en una imagen de archivo

Ayelén Oliva

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Cuando Hugo Chávez ganó las elecciones, en diciembre de 1998, Venezuela producía 3.200 millones de barriles de petróleo. Más de dos décadas después, la producción no supera los 717.000 barriles diarios, según el último informe mensual Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Existen múltiples factores que llevaron a la destrucción de la industria petrolera venezolana. “La ineficiencia del Gobierno, que llevó a la pérdida de capital humano, los siete años de recesión y la hiperinflación hicieron que el país se quedara sin recursos para hacer las inversiones que le garantizaran tener una alta producción”, dice el economista José Manuel Puente, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración de Caracas.

Pero Venezuela sigue siendo el país con la mayores reservas petroleras del mundo. Y Chevron es una de las principales empresas petroleras privadas que opera en el país, la única de Estados Unidos. Después de tres años de relaciones suspendidas, que mantuvieron solo extracciones mínimas, el ministro de Petróleo venezolano, Tareck El Aissami, anunció este martes la firma de contratos con Chevron. El acuerdo es posible gracias a que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó el sábado pasado a Chevron volver a operar en Venezuela. La decisión llegó después reactivarse la mesa de diálogo, bloqueadas hace más de un año, entre representantes del gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, nucleada en la Plataforma Unitaria Democrática, que derivó en la firma del Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano.

Para Venezuela, la vuelta al diálogo significa recuperar 3.000 millones de dólares bloqueados en el sistema financiero internacional. “El convenio expresa el avance del derecho del pueblo al disfrute de sus activos y recursos, ilegal e injustamente bloqueados, colocando las necesidades sociales en el centro de atención de la Mesa de Diálogo Nacional”, comunicó el gobierno de Venezuela. De los 3.000 millones de dólares liberados, las partes acordaron que los recursos rescatados irán a reforzar el sistema de salud, a reforzar del servicio de energía eléctrica y a mejorar la infraestructura escolar.

Para Estados Unidos, el acuerdo ha sido la puerta de entrada para destrabar la explotación del petróleo venezolano. La respuesta de Washington, desde una posición más pragmática que ideológica, resultó inmediata. Ese mismo día, el Departamento del Tesoro habilitó a la petrolera Chevron a retomar las “operaciones limitadas” de extracción suspendidas hace tres años. Pero el Tesoro explicó que la autorización que emitió para Chevron le impide a la estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa) que reciba ganancias por las ventas.

Permisos y restricciones

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro, no tardó en responder. Como si hubiera tenido los documentos preparados de antemano, la misma tarde en que representantes del gobierno venezolano se reunieron con miembros de la oposición en México, emitió la Licencia General de Venezuela 41 que autoriza a Chevron a “reanudar operaciones limitadas de extracción de recursos naturales en Venezuela”. Habilitación que Chevron confirmó a este medio haber recibido.

Pero el acuerdo autoriza solo las “transacciones normalmente incidentales y necesarias” para actividades relacionadas por parte de Chevron. No a todas. La autorización de “ciertas transacciones” significa que la petrolera estadounidense podrá volver a producir petróleo, a extraer el crudo, a exportar a los Estados Unidos, a comprar e importar a Venezuela bienes o insumos relacionados con las actividades como diluyentes y condensados pero Venezuela no recibirá ningún ingreso de dólares por la venta de crudo, según el comunicado del Tesoro.

Pdvsa mantiene una deuda con Chevron de más de 2.000 millones de dólares. “Chevron no va a pagar hasta no recuperar lo que el gobierno venezolano le debe. Por eso, el acuerdo podría ser un muy mal negocio para Venezuela porque simplemente no podría tener acceso al efectivo. Primero tendrá que pagar sus deudas”, dice Puente. Evidentemente, este acuerdo puede activar una pequeña parte de la producción, que se calcula entre 100.000 y 150.000 barriles diarios, pero el interrogante es si podrá Caracas recibir efectivo por la venta de ese petróleo.

Además, la lista de condiciones impuesta por Estados Unidos continúa. La licencia no autoriza ninguna transacción que involucre a una entidad ubicada en Venezuela que sea propiedad o que esté controlada por una entidad ubicada en Rusia. Los ciudadanos estadounidenses, donde sea que se encuentren, tienen prohibido tratar con bienes de origen iraní, incluidos los diluyentes, tan necesarios para la producción del petróleo venezolano. Por último, esta licencia no levanta las otras sanciones impuestas por los Estados Unidos que siguen vigentes. “Estados Unidos hará cumplir enérgicamente estas sanciones y seguirá responsabilizando a cualquier actor que participe en actos de corrupción, viole las leyes estadounidenses o abuse de los derechos humanos en Venezuela”, según el Tesoro.

Por qué ahora

Las exportaciones de crudo venezolano se detuvieron en 2019 cuando Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, intensificó las sanciones contra Caracas. En primer lugar, lo que cambió ha sido el color político que domina en Washington. Las administraciones demócratas se han caracterizado históricamente por tener posiciones más dialoguistas con países como Cuba o Venezuela.

En segundo lugar, lo que cambió ha sido el mundo. Si bien, Estados Unidos quieren dejar en claro que la decisión no se toma en respuesta a los precios energéticos debido al contexto geopolítico internacional sino en apoyo a la democracia en ese país, el argumento resulta débil. En marzo, inmediatamente después del comienzo de la guerra en Ucrania, una delegación de funcionarios de la Casa Blanca visitó por primera vez en mucho tiempo y manera sorpresiva a Nicolás Maduro para hablar de los precios de los combustibles que empezaban a generar una escalada inflacionaria.

De cualquier modo, Estados Unidos argumenta que los acuerdos responden a que Venezuela ha dado pasos importantes para recuperar la democracia en el país y no al impacto económico negativo de la guerra. “Los anuncios de la Plataforma Unitaria y el régimen de Maduro son pasos importantes en la dirección correcta para restaurar la democracia en el país”, dice el Tesoro. “Estados Unidos saluda y apoya la reapertura de las negociaciones como parte de nuestra política de larga data de apoyar la restauración pacífica de la democracia, elecciones libres y justas y el respeto a los derechos y libertades de los venezolanos”.

Tercero, ha cambiado la correlación de fuerza entre las distintas expresiones de la oposición venezolana, dividida en dos bloques. Uno más renuente a negociar con Maduro, representando por Juan Guaidó y Freddy Guevara de Voluntad Popular, y otro más dialoguista, como el que representa Gerardo Blyde, que buscan destrabar la situación mediante acuerdos. “La oposición es la cara visible que pone Estados Unidos para poder negociar con Maduro. Maduro no negocia de frente y de manera pública con Estados Unidos, si bien han tenido algunas reuniones privadas”, dice el economista Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera de Caracas.

Por último, si bien la explotación de petróleo ha caído, no se detuvo y encontró canales ilegales de circulación. Por eso, la licencia dice que pretende cambiar “las ventas de petróleo de canales ilícitos y no transparentes a canales transparentes y legítimos”. La petrolera estadounidense Chevron consideró este sábado que la licencia recibida por parte de Estados Unidos para operar en Venezuela añade transparencia al sector petrolero de ese país.

Impacto en la economía global

Dentro de Venezuela, la habilitación no solo no permitirá acceder al dinero que necesita el gobierno para destrabar la delicada situación económica que vive el país, sino que tampoco se traducirá en grandes inversiones. “Chevron no tiene interés en invertir entre 10.000 y 20.000 millones de dólares en Venezuela. Para recuperar la capacidad de producción perdida se requiere tiempo y dinero, y eso parece que no está planteado bajo ningún escenario”, dice Puente.

En la economía estadounidense, el efecto es limitado. “La cantidad de barriles es demasiado pequeña, no creo que vaya a impactar en el gigantesco mercado estadounidense, si bien es un paso”, dice Sutherland. Venezuela ha sido, en los años previos a la llegada de Chávez, el mejor socio comercial que tuvo Estados Unidos como gran proveedor de petróleo. En este momento, Estados Unidos se mueve con gran pragmatismo para atender un problema global en un mundo en guerra.

Tampoco es evidente que el acuerdo entre Chevron y Caracas pueda llegar contener la subida inflacionaria en Estados Unidos. “Los precios de los combustibles han estado bajando por otras dinámicas. Venezuela podría contribuir, pero marginalmente porque ya no es un jugador importante en el mercado petrolero mundial”, dice Puente.

En el plano global, la incidencia también es acotada. “Frente a los 10 millones de barriles que produce Rusia o Arabia Saudí, un país que produce 700.000 barriles termina siendo marginal dentro del mercado global de combustibles de gasolina”, dice Puente. “El acuerdo de Chevron con Venezuela va a generar un efecto, pero yo diría que es marginal. Lamentablemente para Venezuela, para Estados Unidos y para el mundo”.

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