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Opinión

La asunción de Milei y un discurso sin un horizonte común

Javier Milei, en su primer discurso como presidente de la Nación, en la explanada del Palacio del Congreso, de espaldas a la Asamblea Legislativa ante la cual juró en el cargo y se fue.

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Se para en las escalinatas del Congreso de espalda a los legisladores, de cara a la gente y sobre una alfombra roja. 

Empieza la transmisión. La cámara enfoca a una estatuas de mármol con forma de león y se escucha la voz ronca y amenazante del nuevo presidente: “Hola a todos….”. 

Milei lee, pero esta vez nadie lo critica. 

Si una de las claves del discurso político es proyectar un horizonte que interpele y convoque a la gente a caminar hacia algún lado, el del nuevo presidente se particularizó por tomar otro sendero.

Mile habló de “remedios” (que generarán “dolores”) suministrados por él más que de horizontes conjuntos para resolver los problemas del país. 

En términos de futuro tal vez la principal promesa que haya proyectado hasta ahora sea la de romper lo que hay más que mostrar cómo va a abrir camino.

En el mismo sentido, si bien una de sus palabras más usadas fue “argentinos”, no hubo referencias a los argentinos como vocativo, como convocatoria a un pueblo.

Otro componente importante a la hora de pensar un discurso político es el diagnóstico del presente. Diagnóstico que nunca es neutro ni descriptivo, sino que empieza señalando, referenciando a través del contraste con otros el modelo propio. 

Algo así como decir “yo soy una cosa porque no soy la otra”, y esa fue una de las cuestiones en las que se detuvo Milei ayer al hablar de la herencia y de la trama histórica que hay detrás.

A diferencia de Macri que desterraba los últimos 70 años culpando al peronismo de todos los males, el discurso de Milei rescata al menemismo.

A diferencia de Macri que desterraba los últimos 70 años culpando al peronismo de todos los males, el discurso de Milei rescata al menemismo

El nuevo contraste que parece proponer abarca cosas parecidas a la era de Cambiemos pero también distintas. 

Si bien fue central en su discurso sobre la herencia, el “kirchnerismo”casi no apareció explícitamente y tampoco discutió con el “peronismo” en su totalidad sino con las “propuestas sensibleras del progresismo” y el “colectivismo empobrecedor de ideas”, que según sus cálculos arrancó hace 100 años con la presidencia de Hipolito Yrigoyen.  

Ensalzando también los gobiernos liberales del siglo XIX, parece que la diferencia radical que marca es con aquellos que, peronistas o no, apuntaron además de a un núcleo más o menos común de coincidencias ideológicas, a construir un sujeto político. Un pueblo. 

¿Un cambio? 

En 2003, Néstor Kirchner dijo que “cambio” era el nombre del futuro mientras proponía una visión de país contrapuesta de la que representaban los dirigentes de la década anterior, y frente al desmanejo de poder que se había producido en el 2001, un cambio en “actos cotidianos” más que en “palabras grandilocuentes”. 

Veintidós años después Mauricio Macri llegó al poder con la palabra cambio en el nombre de su partido.

Milei casi no la usó en el discurso de ayer y en la campaña el “cambio” apareció después de la alianza táctica que construyó con Macri.

Con un estilo distinto al Macri del 2015, ayer el nuevo presidente outsider actualizó la idea de cambio a través de la palabra “libertad” (que repitió muchas veces) sumada a un antagonismo planteado en vocabulario bélico. Usó términos como “atacar” la inflación, “bomba” en términos de deuda, habló del estado “dinamitado” de los salarios, dijo que eso ha “arruinado” la vida, y también habló “shock” y “decisiones duras”. Por último y más importante, asemejó esta etapa con la caída del muro de Berlín y habló de “quiebre” en la historia. 

Así parece que la forma de nominar el cambio en el discurso de Milei también es propio. Como en el armado del gabinete, y en el hilo invisible de la historia que traza, acá también parece señalar que este no es un gobierno de alianza o un gobierno de cambio sino que su gobierno es “el cambio” en la historia.

El libertario plantea un nuevo discurso con retórica bélica, nuevo antagonista y nuevo eje histórico. Un discurso de ruptura que le habla a la gente pero que en lugar de un camino conjunto ofrece “remedios” y “dolores”.

Un discurso que sin construir una red Intersubjetiva de futuro para sostenerse, con el correr de los meses deberá ir probando que su medicación funciona. 

JW/JJD

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