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Opinión - Panorama de las Américas

Café, café de Rodrigombia

Alfredo Grieco y Bavio Panorama de las Américas rojo
4 de junio de 2022 09:01 h

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Entre las estatuas caseras al xeneixe Cristophoro Colombo aún en pie y que falta desatornillar y derribar, resta la del nombre del hesmisférico país cafetalero que Les Luthiers habían trasmutado en Rodrigombia. El nuevo bautizo, que sustituía al Descubridor de América por un hipotético Conquistador, no dejaba de invitar, a su vez, a una nueva cancelación posterior. Las imágenes más o menos ecuestres de Cortés, de Pizarro, y de otros crueles peninsulares ibéricos más o menos extremeños también han sido desfiguradas, y han caído. Los paródicos musicisti habían dado, sin embargo, un paso en la dirección de ese cenit, o nadir, tan aspiracionalmente argentino, el sinceramiento. Porque Conquistadores tuvo, esta dulce tierra; Descubridor, no.

Las elecciones del pasado domingo en Colombia, la primera vuelta de las presidenciales, también fueron un sinceramiento. Las primeras en 75 años donde ni los resultados finales del recuento ni las expectativas del balotaje del 19 de junio que enfrentará al sexagenario izquierdista (diferente) Gustavo Petro con el muy septuagenario derechista (especial) Rodolfo Hernández encuentran sus explicaciones favoritas en los dos o tres demonios de las guerrillas sempiternamente desunidas, las autodefensas eternamente unidas, y el narcotráfico que unido o desunido jamás (parece ser) vencido. Ni en la Biblia americanista del extremadamente derechista ex presidente Álvaro Uribe, ahora víctima fatal de una anosmia política pospandémica: 'En el principio eran los Cielos y la Tierra y la Doctrina Monroe'.

De milagros y de melancolías

Abatido o descartado un sistema de coordenadas, otros se ofrecen pronto con rapidez y una facilidad que, ¿hay que decirlo?, no promueven la confianza. En el caso de la victoria en primera vuelta electoral presidencial colombiana, la victoria del histórico Pacto Histórico, y de su candidato el ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro, no lucía indigente de explicación. Sí, por el contrario, la derrota del candidato uribista, el ex alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, que (por deserción del voto cafetalero, entre otros poderosos motivos) no llegó al balotaje. Y todavía más inexplicable (o irritante) lució el sólido triunfo del ex alcalde de Bucaramanga, el casi octogenario Rodolfo Hernández, el incómodo rival, cuya primera fan es su mamá, sólo tres años menos que centenaria.

Una comparación está cerca de Argentina: está en ese 'país de cercanías' que Carlos Real de Azúa dice que es el Uruguay. En la República Oriental, el presidente Luis Lacalle Pou es del Partido Nacional. El mismo de los inicios de Acevedo Díaz –el novelista fue un activo militante político, primero senador blanco, después embajador colorado. El 28 de marzo, Lacalle pudo celebrar su triunfo en un referendo.

Como Guillermo Lasso, presidente de la vecina Ecuador, Rodolfo Hernández es un multimillonario. El colombiano que es el peligroso contrincante de Petro ya cumplió 77: es 11 años mayor que el ecuatoriano. Ninguno es del centro capitalino del poder en sus naciones andinas: uno es de Guayaquil, el otro de Bucaramanga. Los dos son self-made men: a diferencia de Trump, o Macri, o Piñera, o Lacalle, no son herederos.

Como el presidente ecuatoriano Guillermo Lass, el candidato colombiano Rodolfo Hernández es también un 'self-made man': a diferencia de Trump, de Macri, de Piñera, o de Lacalle, no son herederos.

Hernández nunca fue secuestrado, como lo fue Mauricio Macri, pero la familia de Hernández ha sido víctima de las guerrillas colombianas. Su padre sí fue secuestrado, así como su hija, que probablemente también haya muerto asesinada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el año 2004.

Según Diana Saray Giraldo, ex directora del diario Vanguardia de Bucaramanga: “La gestión de Hernández en la alcaldía –dijo al Washington Post- ha sido marcada por la polémica. Por un lado, el saneamiento de las finanzas, eje de su discurso anti corrupción, el quitar poder a los barones (la casta), el reducir la deuda, todo eso lo cumplió. Pero a la vez su carácter explosivo lo llevó a pelear con todo el mundo: con los empresarios, la prensa, sus propios funcionarios, finalmente con los ciudadanos. Esta fue su constante. Y luego el gran escándalo de corrupción, en que su hijo podría estar detrás de la contratación de la recolección de basura”.

Hernández es más antisistema que antipolítica. En el entrevero, hay puntos que lo acercan y otros que lo distancian con el francés Macron, con el Partido de la Gente chileno, el Cinco Estrellas italianos, con el brasileño Bolsonaro, con el peruano Castillo. Y, por supuesto, la comparación dilecta y predilecta para Hernández es con Trump.

Las comparaciones iberoamericanas con Trump van en tándem con Jair Messias Bolsonaro. Esta otra vida paralela de Hernández la trazó O Globo. Los aúna, al aspirante a presidente de Colombia y al actual presidente de Brasil que buscará su reelección en octubre, según el diario del Establishment brasileño, su desprecio por la clase o casta política, su radicalización del discurso público, su simplificación de los mensajes. Y el ser figuras sin ninguna figuración electiva mayor anterior y que sin embargo pueden quedar, por primera vez o de nuevo, al frente de grandes economías sudamericanas y de países dificilísimos de manejar.

AGB

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