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Internet sin utopías, o cuando la ignorancia del usuario hace la delicia del vigilante

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Si estás leyendo estas palabras en un dispositivo conectado a la red —sin reconocerlo plenamente, tal vez— estás siendo sometido a uno de los experimentos sobre el comportamiento humano más grandes de la historia de la humanidad. En su comienzos, Internet era una promesa utópica, pero hace varios años ya, especialmente con el auge de las redes sociales y los smartphones, esta Red de Redes funciona más como un panóptico digital que como una fuente de información y comunicación libre. Si estás conectado a Internet, todo lo que haces está siendo procesado y analizado. Nada es gratis. Pagas los servicios ofrecidos por Google y Facebook, para nombrar solo dos titanes de esta nueva y feroz mutación del capitalismo, con las intimidades más profundas de tu vida.  Estos datos son procesados con el fin construir modelos predictivos sobre comportamientos futuros y crear, de esta manera, una mercancía nueva en la historia del capitalismo. Lejos de ser una visión paranoica y delirante, esta realidad está siendo descrita con impecables estudios académicos y las confesiones de ex-empleados de empresas claves de las redes sociales.

En la vanguardia del esfuerzo de alertarnos (con apasionada convicción) sobre esta novedosa y preocupante realidad mundial, está la Profesora Emérita de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard, Shosanna Zuboff. Su gigante libro, La era del capitalismo de la vigilancia, La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder, publicado originalmente en 2019 (y traducido al castellano en el 2021) describe exhaustivamente esta transformación en la cual somos partícipes casi sin darnos cuenta. 

Si el libro de Zuboff, con sus casi 700 páginas de texto y más de 200 páginas de Notas e Índice Analítico de Nombres resulta intimidante, una impecable introducción al trabajo y pensamiento de Zuboff se encuentra, irónicamente tal vez, en YouTube en un documental-entrevista titulada Shoshana Zuboff on surveillance capitalism | VPRO Documentary (tiene subtítulos en castellano). 

Algunos hechos que enumera en la entrevista son: Google Earth fue originalmente un proyecto financiado por la CIA; el juego Pokemon GO fue incubado en Google por varios años, pero lanzado tras el nombre de una empresa que se presentaba como una nueva start-up con un juego inocente y novedoso, pero cuyo propósito oculto fue recolectar datos para perfeccionar su proyecto de vigilancia y control social; y que los datos que coleccionan Facebook de las fotos subidas a su plataforma son utilizadas para perfeccionar la tecnología de sistemas de reconocimiento facial que tiene fines impredecibles a largo plazo.  

Explícitamente, y reduciendo el libro de Zuboff a una frase textual, todo esto empezó cuando “los capitalistas de la vigilancia descubrieron que los datos conductuales más predictivos se obtienen interviniendo en la marcha misma de las cosas para empujar a, persuadir de, afirmar y estimular ciertos comportamientos a fin de dirigirlos hacía unos resultados rentables.”

Dirás, posiblemente, que esto es una exageración o, si es cierto, que aun así es un  precio aceptable de pagar por la conveniencia que ofrecen estos productos. Zuboff desmiente esta tranquilidad, primero con sus observaciones teóricas y, después, con ejemplos concretos. En el centro de su descripción del capitalismo de vigilancia está una advertencia sin titubeos. Dice que esta “expropiación de derechos humanos cruciales perfectamente puede considerarse como un golpe desde arriba: un derrocamiento de la soberanía del pueblo.” 

Para las personas que se encuentran con este diagnóstico por primera vez, puede parecer exagerado. O aun para un individuo que está familiarizado, en términos generales, con el funcionamiento de Internet, hay una resistencia de creer que nuestra voluntad sea tan susceptible a la manipulación.

Pero explica Zuboff: “Es muy difícil tener un concepto sobre esto por una muy buena razón. No es que somos estúpidos. Es porque estos procesos han sido disfrazados. Operan sigilosamente. Han sido diseñados para ser indescifrables, indetectables, para crear ignorancia en un vasto grupo que consiste de todos nosotras y nosotros, los que ellos llaman usuarios. Nuestra ignorancia es su delicia.”

En el año 1999, Tim Berners-Lee, el creador del World Wide Web anticipa correctamente que Internet iba a cambiar el mundo.

Zuboff siempre remata sus observaciones con ejemplos concretos; en este caso ejemplifica: “Facebook experimentó con implantar señales subliminales en sus páginas con el objetivo de influir en comportamientos en el mundo real offline. Querían ver si podían lograr hacer a sus usuarios más contentos o más tristes usando señales subliminales a través de la manipulación del lenguaje. Cuando los encargados de este experimento publicaron los resultados de su trabajo en una muy prestigiosa revista académica, enfatizaron dos descubrimientos clave: uno, ahora sabemos que podemos manipular señales subliminales en el contexto online para cambiar comportamientos y emociones en el mundo real; dos, podemos ejercer este poder y estos métodos sin que el usuario se de cuenta.”  

En 1999, Tim Berners-Lee, el creador del World Wide Web anticipa correctamente que Internet iba a cambiar el mundo. Concluye su libro, Tejiendo la Red, con el siguiente anhelo: “¿Deberíamos sentirnos más y a más inteligentes y más en control de la naturaleza, mientras que evolucionamos [en la creación de Internet]? No necesariamente. Simplemente estamos mejor conectados; conectados de una nueva manera. La experiencia de ver la Red zarpar a través del esfuerzo colectivo de miles de personas me da una enorme esperanza que si tenemos la voluntad individual podemos, colectivamente, hacer un mundo que deseamos.”

Existe una brecha vertiginosa entre esa esperanza y optimismo en el amanecer de Internet con su realidad actual. ¿Hay alguna manera de volver al Edén de la World Wide Web de sus comienzos? Zuboff no es nihilista y tampoco carece de esperanza, pero es una esperanza diferente a la de Tim Berners-Lee. Leer su libro es algo como el dilema del protagonista de la clásica y algo profética película de 1999, The Matrix. Allí el protagonista, Neo, es confrontado con una elección: puede tomar una píldora azul que le devolverá a su vida complaciente, seguro de que el mundo, en el fondo, es racional y benévolo; o por lo contrario, puede tomar una píldora roja que le revelará los mecanismos ocultos y nefastos detrás de la realidad.  

Enfrentar La era del capitalismo de vigilancia es un poco como tomar la píldora roja. Intenta delinear un camino posible hacia una nueva libertad, individual y colectiva, en un momento donde el comercio, los dispositivos de comunicación y los gobiernos totalitarios están en riesgo de fusionarse y crear una distopía más escalofriante que cualquier pesadilla de Orwell. 

AH