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Qué escuchar

Nadie recuerda a Dick Haymes

Dick Haymes.

Diego Fischerman

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Perdieron todo con la sequía de 1921. El Río Salado era un hilo de agua. El Samborombón se cruzaba a pie. Los pastos, amarillos, estaban quemados por el sol. Les habían dicho que en esas tierras bajas el peligro mayor serían las inundaciones. Pero ese año no vieron llover y, en cambio, el ganado se les iba muriendo de a poco. De hambre y de sed. Ella, una irlandesa que había cantado en comedias musicales, empezó a dar clases de canto en los pequeños pueblos del sudeste de Buenos Aires: Dolores, Castelli, Pila. Él, un inglés que había manejado ganado en su país y en Escocia, se sumió en la depresión. Su hijo, Richard Benjamin Haymes, tenía tres años. 

A partir de allí, las diferentes biografías cuentan cosas distintas. Que sus padres se separaron y que la madre puso primero una tienda de ropa en Río de Janeiro y luego se fue a París, donde educó a su hijo. O que juntos viajaron por distintos lugares hasta recalar en los Estados Unidos. Y tal vez sea ese el primer misterio relativo a ese argentino que veinte años después fue presentado por Frank Sinatra a Tommy Dorsey para que lo reemplazara como cantante principal de su orquesta (ya lo había hecho con Harry James) y que se convirtió, según Louella Parsons, la influyente periodista de espectáculos, en uno de los tres cantantes más importantes de la época, junto con Sinatra y Bing Crosby. Lo que se sabe es que, en 1935, el pequeño granjero argentino, ya se llamaba Dick, trabajaba como doble de riesgo en la industria del cine y que a fines de esa década, a los 19 años, se mudó a Nueva York y comenzó a cantar con las principales orquestas de la época.  Se sabe que fue una estrella, y se casó con Rita Hayworth, y se negó a ser reclutado como soldado, en la Segunda Guerra Mundial, aduciendo que era argentino y ciudadano de un país neutral. Y que en 1955 su carrera se había terminado con la misma velocidad con la que había comenzado, que después fue olvidado por casi todos y que hoy son muy pocos los que saben quién fue Dick Haymes, el argentino que rivalizó con Sinatra.

Haymes tenía todo para desplazarlo, empezando por una mayor apostura física y por una voz de barítono de una belleza sobrenatural. Y, de hecho, en algún momento llegó a ser más popular que él. Grabó en dúo con Helen Forrest y Judy Garland. Y sus versiones de “A Sinner Kissed an Angel”, registrada en 1941 con Harry James, y “Serenade in Blue” con Benny Goodman en 1942, son verdaderas obras maestras. Y en 1943, con “You’ll Never Know”, grabada junto con el grupo vocal The Song Spinners, superó el millón de copias vendidas. “Les debo a mi madre el haber aprendido a cantar, a Harry James la idea de que cada canción debe ser cantada con todo el corazón y a Tommy Dorsey el saber respirar mientras canto”, agradecía el cantante.

La cantidad de películas que protagonizó en esos años, por otra parte, es un indicio de su renombre: Irish Eyes Are Smiling, de 1944 –con June Haver–, Billy Rose’s Diamond Horseshoe, con Betty Grable, y State Fair, con Jean Crain y Dana Andrews (ambas de 1945), Do You Love Me, con Maureen O’Hara (1946), The Shocking Miss Pilgrim, nuevamente con Grable, y Carnival in Costa Rica, con Vera Ellen (ambas de 1947) y Up in Central Park, junto a Deanna Durbin, y One Touch of Venus, con Ava Gardner (las dos en 1948). Incidentalmente, en State Fair, aparecía una canción que se convertió más adelante en un clásico del jazz y que Haymes fue el primero en grabar. “It Might as Well Be Spring”, con música de Richard Rodgers y letra de Oscar Hammerstein II, ganó el Oscar de ese año a mejor canción original. En la película la cantaba el personaje actuado por Jeanne Crain, que, en realidad, estaba doblada por Louanne Hogan. Haymes actuaba allí pero no cantaba. Sin embargo, ese mismo año registró la canción para Decca, junto a la orquesta de Victor Young, uno de los directores del sello. Y volvería a hacerlo en 1955, con arreglos de Johnny Mandel, en la que sería una de las dos mejores versiones jamás grabadas de esa canción (la otra fue, obviamente, la de Sinatra en Sinatra with Strings, de 1962, con arreglos de Don Costa).

Casi podría hablarse de vidas paralelas. Haymes y Sinatra actuaron con las mismas orquestas y, ya como solistas, tuvieron los mismos arregladores (Haymes grabó a partir de 1946 con Gordon Jenkins, que una década más tarde orquestaría algunas de las mejores obras de Sinatra, Mandel trabajó también con ambos). Los dos tuvieron grandes contratos cinematográficos en la década de 1940, el primero con 20th Century Fox y el segundo con la Metro y ambos se casaron con las actrices más bellas: Haymes con Joanne Dru, en 1941, y con Rita Hayworth, en 1953, y Sinatra con Ava Gardner. Y, sobre todo, ambos tuvieron problemas con el alcohol y ambos vieron, en un momento, cómo se derrumbaban sus carreras. Francis Scott Fitzgerald dijo alguna vez que no había segundos actos en las vidas norteamericanas. No fue cierto para Sinatra pero sí para Haymes, que a partir de 1955, en que incluso intentaron deportarlo a la Argentina, prácticamente desapareció de la escena. Ese año se separó de Hayworth, Harry Cohn, cabeza de la Columbia y enamorado infructuosamente de la actriz, se cobró su venganza y sus borracheras hicieron el resto, radiándolo casi por completo del cine, las actuaciones en vivo y las grabaciones. Desde 1952 no registraba un solo disco y en diciembre recibió, por parte de Capitol, una especie de última oportunidad. Fueron dos sesiones de grabación, en ese mes y en abril de 1956. La vida de Haymes no mejoró pero editó dos discos notables, ambos con arreglos de Mandel y Ian Bernard, Rain or Shine –con la mencionada “It Might As Well Be Spring”, “How Deep is The Ocean” y “The Nearness of You” para la antología) y Moondreams (inolvidable “If I Should Lose You”). 

Lo que siguió fue un prolongado ocaso, con ocasionales apariciones en televisión, una larga estadía en Europa en los ’60, cantando en hoteles menguantes, y un regreso a los Estados Unidos en la década siguiente, en que grabaría sus dos últimos discos, For You, For Me, Forever More y As Time Goes By –reeditado como Keep It Simple, ambos con el trío de Loonis McGlohon. El 28 de marzo de 1980, poco antes de cumplir 62 años, murió de cáncer. 

DF

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