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opinión

¿Quién es el padre de mi hijo?

"Un apellido se intercambiaba con el mío: “fish” (pez) era una sustitución de “eau” (agua)".

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Hace poco tuve un sueño que me inquietó durante varios días. Este particular estado de extrañeza hizo que, en diferentes momentos, volviera a pensar en ese residuo onírico. Estoy seguro de que, a usted lector, le pasó lo mismo en alguna ocasión; por eso me decido a prestar mi sueño, para mostrar cómo el psicoanálisis colabora con el propósito de entender el sentido de esta formación psíquica.

Una vez interpretado, el sueño dejó de inquietarme y ahora, más bien, me causa gracia y hasta me parece trivial. Sin embargo, durante un primer tiempo no me dejaba tranquilo y su imagen era persistente. En última instancia, esta insistencia es la que asegura que el sueño sea una formación del inconsciente, es decir, un complejo y elaborado mensaje que requiere ser descifrado.

Espero no estar generando demasiada expectativa. Contaré directamente el sueño, para luego dar lugar al trabajo a que, a través de la asociación libre, permitió esclarecerlo. Se trata de una escena muy simple: Mi mujer se acerca para decirme que ya no me ama, que ahora es la esposa de Fishbein.

Es posible que, a primera vista, parezca difícil suponer que un sueño tan claro necesite una interpretación. Tal vez usted, lector, pensó que el sueño al que me refería era uno de esos abstrusos y llenos de ciencia ficción. Sin embargo, este sueño fue para mí lo suficientemente extraño, porque yo no conozco a nadie que se llame Fishbein.  

También estaba el otro elemento (que ella se acerque para decirme que ya no me ama). Por supuesto que esto no me resultó grato, pero tengo que reconocer que toda la tensión de mi ánimo estuvo concentrada en ese apellido. Tengo que reconocer que, durante el día, hasta me tomé el atrevimiento de preguntarle si conocía a algún Fishbein. Lamentablemente, o quizá por suerte, no hubo respuesta satisfactoria.

Ahí me convencí de que ese apellido era la vía por la que retornaba algo de mí que yo no podía saber, salvo que narrara el sueño en análisis. Ahí fue que surgió el primer requisito para conseguir una traducción, contar qué ocurrió la noche precedente al sueño. Nada muy en especial, estaba con mi mujer mirando televisión; aunque ahora que lo pienso bien, me llamó la atención un comentario que se hizo sobre astrología. Allí una mujer dijo que Acuario (que es mi signo) no es de agua, sino de aire.

No sé por qué este comentario me dejó pensando, porque yo no conozco de estos temas de astrología. Aunque sí recuerdo el caso de una mujer que tuvo un hijo con un hombre y que el signo del niño fue el mismo que el nombre del ex de la mujer (Leo). Esa fue mi siguiente asociación, que me hizo pensar que el padre de un hijo no es necesariamente el progenitor.

Por lo tanto, la angustia del sueño ¿era una forma de velar una duda sobre la paternidad de mi hijo más reciente? Tampoco para tanto. Sería demasiado literal. Aunque a propósito de las letras, a esta altura ya es claro que el apellido Fishbein es una condensación de dos partes, fish y bein, la segunda de las cuales podría remitir al significado (en hebreo) “hijo”. 

Por cierto, la siguiente asociación tuvo que ver con la descomposición de un apellido, el mío, con una aclaración frecuente: si Lutereau es francés, se debe a la terminación “eau” (ya que si terminara en “au” sería vasco) y esta terminación significa “agua”.

En este punto, ya no fue difícil ver que, en el sueño, un apellido se intercambiaba con el mío: “fish” (pez) era una sustitución de “eau” (agua). Ahora bien, la sustitución en un sentido amplio no era solo la del francés por el inglés, sino también la de una tradición religiosa por otra (Fishbein, apellido hebreo, por Lutereau, deformación francesa del Lutero protestante).

Mi esposa me decía que ya no me amaba, sino que ahora era la esposa de Fishbein. ¿Qué quiere decir “ahora”? Aquí es que es preciso el primer salto de la interpretación, para decir que ese indicador temporal refiere al nacimiento de nuestro hijo Juan. La asociación que siguió fue un chiste: ¡Al menos no me dice que ama a Fishbein! 

Es cierto, me dice que es la esposa. Tomemos la secuencia a la letra: la esposa reemplaza a la enamorada. ¿Tal vez ahora el amor tenga que ser para el hijo? El sueño, ¿hace ver que estoy celoso de mi hijo y temo que este me quite a mi mujer? No hace falta ningún análisis para reconstruir una fantasía que incluso podría ser consciente.

Ahora bien, si un apellido está en lugar del otro y, en cierta medida, Fishbein podría ser mi doble, ¿no podría decirse que el sueño ilustra que ninguno de los emblemas de un hombre son los que garantizan el lazo con una mujer? Aquí recuerdo ese proverbio árabe que tanto le gustaba citar a Lacan y dice que “El hombre no deja huella en la mujer”. ¿Salvo que sea con un hijo? 

No obstante, la nominación de ese hijo –por parte del padre– será fallida. No le podrá dar su apellido, a menos que implique un equívoco o sea para otra cosa. Tal vez por eso no es lo mismo tener un hijo con una mujer y tener el hijo de una mujer. En el segundo caso es que la madre es también una esposa, mucho más fiel a la filiación que al hombre del que quizá se pudo haber enamorado. Rabelais tenía razón cuando decía que no hay hombre que no sea un poco cornudo.

Por esta vía podríamos seguir reflexionando sobre cómo la maternidad implica un tipo de parricidio –no del padre de la mujer (como hija), sino de la paternidad ideal del hombre, que quisiera prescindir del deseo femenino–; también este sueño podría ser la puerta abierta a una consideración general sobre lo que ocurre hoy con la situación de muchos niños que son niños, pero no tienen asegurada su condición de hijos. 

Sin embargo, mejor detener el relato en este punto y evitar también la pieza central del análisis que expone una fantasía inconsciente que, por una cuestión de pudor, amerita quedar en la intimidad. Porque el objetivo ya está logrado: mostrar cómo el sueño es la vía regia de acceso al inconsciente o, mejor dicho, cómo este dice a través de un sueño algo que ningún artículo de psicoanálisis puede explicar mejor. 

El psicoanálisis se transmite con su experiencia, no con su teoría.

LL

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