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Cafiero fortaleció el vínculo político con EE.UU., pero aún falta la decisión del Tesoro para el apoyo en el Fondo

El secretario de Estado Blinken y el canciller Cafiero, el martes, en Washington.

Mauricio Caminos

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Como en una coreografía ensayada al detalle, menos de 24 horas después de que el canciller Santiago Cafiero buscara personalmente el apoyo del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, ante las negociaciones con el FMI, el gobierno de Alberto Fernández pareció devolver gentilezas: impulsó en la OEA una declaración conjunta con Estados Unidos para reactivar las alertas rojas contra los iraníes acusados por el atentado a la AMIA, nueve días después del escándalo que despertó la visita de Mohsen Rezai a Nicaragua por la asunción de Daniel Ortega.

En la Cancillería reconocen por lo bajo que la política exterior de la Casa Rosada está “muy ligada” al acuerdo con el FMI, y eso explicaría que la deuda externa y la condena al terrorismo van por el mismo carril cuando la Casa Rosada necesita el beneplácito de EEUU –que ostenta poder de veto en el Fondo– para sortear vencimientos multimillonarios que no puede afrontar en el corto plazo. 

Sobre ambos temas conversaron en su bilateral el martes Cafiero y Blinken, aunque con una diferencia sustantiva en quien promovió cada cual: fue el canciller argentino el que pidió “un mensaje de la autoridad política al Tesoro para contar con el apoyo de Estados Unidos en el Fondo”, mientras fue el jefe de la diplomacia norteamericana el que expresó “su seria preocupación” por el viaje del vicepresidente iraní al continente.

Blinken, además, no eludió uno de las cuestiones que preocupan en Washington sobre el momento económico de la Argentina: en una declaración posterior al encuentro, el Departamento de Estado dijo que le había pedido a Cafiero que el Gobierno “presente un marco económico fuerte”, que le permita al país crecer.

“La gira fue altamente positiva. Cafiero vino acá buscando el respaldo política de la Casa Blanca y se logró”, expresaron a elDiarioAR desde la diplomacia argentina, mientras el canciller preparaba su regreso al país desde el Aeropuerto Internacional Washington-Dulles. La síntesis hilvanó las tres reuniones que protagonizó el ministro con tres funcionarios de alto calibre de la administración de Joe Biden: con Blinken y con Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, de manera protocolar, y con Juan González, asesor del mandatario para América Latina –y de buena relación Sergio Massa–, con quien compartió una cena privada en la sede de la Embajada argentina. En el ágape, que tuvo en la mesa arroz, carne y vino mendocino, participaron también diplomáticos del Departamento de Estado para la región: Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kevin O´Reilly, encargado para el Cono Sur, y Ricardo Zúñiga. 

Antes de cerrar su mini gira en Washington, Cafiero compartió un encuentro con miembros de think tank influyentes en la política norteamericana: el Wilson Center, Inter American Dialogue, Atlantic Council, Council of the Americas, Eurasia Group, CSIS y el Inter-American Dialogue. Y también tuvo una reunión bilateral con el canciller español, José Manuel Albares, que también se había entrevistado con Blinken.

En el Gobierno ahora esperan que la jugada política mueva la ficha económica en el dominó de la deuda: la secretaria del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, dueña de la llave de cualquier acuerdo por la deuda, pero intransigente en el pedido argentino de que se elimine la sobretasa que cobra el Fondo por sus préstamos. “La parte política está cumplida, ahora nos queda que Guzmán siga con el trazo fino y terminar de resolver la parte técnica”, explicaron en el Palacio San Martín. 

La estrategia oficial quedó definida ayer mismo. Apenas finalizada la cumbre con Blinken, cerca de las 16 horas en Argentina, Cafiero llamó rápidamente por teléfono al presidente y al ministro Martín Guzmán, que estaban en San Juan en una reunión con gobernadores cuyanos, para transmitir el saldo positivo de la bilateral. 

Ni Blinken, ni Pelosi ni González se comprometieron de palabra en hacer gestiones personales con Yellen, pero sí sus voces llegan a los oídos de Biden. De hecho, Nichols, que había estado más temprano en la bilateral con Blinken, en la cena con Cafiero dio su interpretación del apoyo que manifestó el secretario de Estado a la negociación con Argentina y marcó el largo y complejo historial que tiene el FMI con Argentina: apuntó que “esta vez tiene que haber una resolución positiva”, según recogió este medio de fuentes diplomáticas.

La punta de lanza la tomará ahora el ministro de Economía, mientras el directorio del FMI está retomando en estos días sus actividades luego del receso boreal. Guzmán reconoció en una entrevista con la agencia de noticias francesa AFP que habla varias veces por día con los técnicos del Fondo y que notó avances respecto de una semana atrás, aunque admitió que hay diferencias de objetivos. “El FMI va a perder legitimidad si empuja a Argentina a una situación desestabilizante”, apuntó. 

La gira de alto nivel geopolítico de Cafiero dejó en el olvido la fallida reunión que Guzmán iba a tener con referentes de Juntos por el Cambio, para mostrarle al Fondo cierto consenso político a nivel país. Había sido una cita coordinada por Massa con el radical Gerardo Morales, a pedido del presidente Fernández, que a último momento decidió darla de baja.

Pero el Gobierno se trajo de Washington una línea de contacto abierto con Estados Unidos, y ya lo reforzó en la OEA, con la queja formal por el iraní que pisó suelo nicaragüense. Sin vínculo fluido con el Brasil de Jair Bolsonaro, la Casa Blanca confía en que Argentina se convierta en su interlocutor en el Cono Sur sobre su preocupación por la democracia y los derechos humanos, lo que entre líneas se traduce en las situaciones en Nicaragua, Venezuela y Cuba, e incluso el avance de China en la región, país que Fernández visitará en febrero con escala previa en Rusia. Blinken destacó la presidencia argentina en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y “agradeció la oportunidad de trabajar con Argentina para apoyar la democracia”. Cafiero mostró sus credenciales: resaltó también la flamante titularidad pro témpore en la Celac, grupo regional que no cuenta con Brasil –autoexcluido– ni EEUU, pero sí con Nicaragua, Venezuela y Cuba. 

Ambos cancilleres volverán a verse las caras este viernes –de manera virtual– en el marco de una conferencia impulsada por Canadá, y apoyada por Washington, ante la crisis en Haití. En el futuro próximo –y con el deadline de marzo para cerrar el acuerdo por la deuda– la relación bilateral estará marcada por la llegada a Buenos Aires del nuevo embajador norteamericano, Marc Stanley, quien participó de la bilateral en el salón Thomas Jefferson en el edificio Harry Truman, sede del Departamento de Estado. Para mitad de año está en agenda, justamente en Los Ángeles, la cumbre de presidentes de la OEA.

MC

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