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“Basta de autoflagelo”: el mensaje interno del gobierno para motivar a los propios

Cristina Kirchner y Alberto Fernández

Pablo Ibáñez

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La frase la dicen un ministro, un secretario de Estado y un campañista. Es el mensaje que Alberto Fernández masticó en Olivos el fin de semana y fue el insumo del discurso que pronunció unas horas después en La Matanza, “Basta de autoflagelo”, repitieron, idénticos, los funcionarios. “El presidente admitió el error, ahora hay que seguir, la respuesta es gestionar”, explica la fuente sobre un eje argumental que se convirtió, desde el domingo, en el eslogan oficial post crisis.

El backstage, político y de laboratorio electoral, explica el tono con que Fernández volvió a hablar del episodio de Olivos: repitió la admisión del error, como el viernes en Olavarría y el sábado en Iguazú, pero con el adicional de levantar el tono y anexar a su disculpa una enumeración de hechos de la gestión de Mauricio Macri, como el acuerdo con el FMI, las visitas de empresarios a Olivos y de jueces involucrados a la llamada “mesa judicial”.

“Nunca voy a tener que pedir disculpas por...”, fue la línea repetida, una anáfora que sugiere -como ocurrió en los últimos discursos- el pulso retórico de Gustavo Beliz, el entornista que aparece poco pero interviene mucho. El giro discursivo se cocinó en base al planteo de dejar atrás la “autoflagelación”, una forma de tratar de cambiarle el tiempo verbal al daño de la foto del cumpleaños.

El kirchnerismo, socio mayor del Frente de Todos (FdT) decidió archivar su malestar y hacer un despliegue público para sacarle a la crisis el condimento extra de una interna que podría magnificar los daños en plena temporada electoral.

Un hilo bastante obvio une el discurso de La Matanza con el tuit que el sábado al atardecer publicó La Cámpora en su cuenta oficial con una foto de la reunión de Macri y Nicolás Dujovne junto a Cristine Lagarde, la jefa de FMI en el comedor de la quinta de Olivos donde fue, el 14 de julio pasado, el festejo por el cumpleaños de Fabiola Yañez. “Con la mitad de la indignación mediática de estos días aplicada a otras fotos nos hubiéramos ahorrado el endeudamiento de las próximas décadas”, dice el texto que acompaña la imagen.

El tuit camporista fue una de las piezas con las que el kirchnerismo visibilizó, luego de 48 horas de silencio y malestar, su respaldo a Fernández. Ese mismo día, como contó elDiarioAR, se confirmó el acto conjunto de los Fernández en Isla Maciel, donde, este martes, se reforzó la táctica de alineamiento y terminar con el autoflagelo: fue la vice quien le recomendó a Fernández no enojarse ni ponerse nervioso por las críticas de la oposición y de los medios.

Cristina, en el que quizá fue el mensaje donde más respaldó a Alberto, lo hizo desde un escenario que ofreció otro gesto político: la foto plena del Frente de Todos con los Fernández, Sergio Massa, Axel Kicilof y Máximo Kirchner. Además de los dos primeros candidatos a diputados por Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollan, la vice gobernadora Verónica Magario y el ministro Jorge Ferraresi, jefe político del territorio.

En criollo, luego de una tormenta de enojo y reproches, el socio mayor del Frente de Todos (FdT) resolvió archivar su malestar y hacer un despliegue público para sacarle a la crisis el condimento extra de una interna que podría magnificar los daños en plena temporada electoral.

Con el guiño de la vice, Fernández no saldrá de la escena de la campaña y debe, para eso, encontrar el lenguaje para atravesar esa tempestad. En su intervención en La Matanza, hizo un discurso abierto pero entrelíneas le habló a un público específico, el universo propio, adherentes y militantes al Frente de Todos (FdT), los que hacen campaña cuerpo a cuerpo y sintieron el golpe de la foto en Olivos. “Alberto le habló a los propios, a los nuestros, para motivarlos”, contó un operador.

Hubo, apenas estalló el escándalo, un tiempo ciego entre la tarde del jueves y la mañana del viernes cuando Santiago Cafiero habló por radio y pronunció la palabra “error”. En ese tramo, funcionarios y candidatos estuvieron en silencio sin precisiones sobre cómo actuar y qué decir. Casi de diván: primero la negación, luego el enojo, el luto y, ahora, tras la aceptación, el gobierno quiere terminar el duelo.

“Ya está: no nos podemos seguir autoflagelando por lo que pasó, estuvo mal, no debió ocurrir, pero hay que seguir, tenemos que gestionar, volver a hablar de lo que tenemos que hablar. ¿Y por qué Macri? Porque las medidas que tomó Macri explican mucho de lo que no pasa”, apunta un funcionario.

Ese libreto, con palabras casi calcadas -pero sin mención al autoflagelo- dijeron en público Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, ministros de Obras Públicas y Desarrollo Social. Un discurso similar exploró, el lunes en Tigre Sergio Massa cuando dijo que “era de un hombre de bien reconocer errores” y luego apuntó a la gestión Cambiemos: “¿Ustedes cuándo nos van a pedir perdón a los argentinos y argentinas?”, se preguntó. Mencionó el cierre de escuelas, la deuda del FMI y la suspensión de la obra pública y se enfocó, en particular, en la promesa de “la eliminación del Impuesto a las Ganancias y lo duplicaron”.

El dispositivo oficial intenta, como puede, recuperar la otra normalidad: la que existía antes de la difusión de la foto del cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos, una bomba sucia que alteró los planes oficiales y sacudió una campaña que apuntaba a atar la salida de la pandemia con la recuperación económica. El “basta de autoflagelo” está, como todo plan, sometido a los antojos de la realidad y a las piezas que jueguen los rivales

PI

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