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Cierre de listas

Con ganadores y perdedores, se proyecta un nuevo mapa de equilibrios en el Frente de Todos

Alberto Fernández y Cristina Kirchner

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“No es momento de confrontar entre nosotros. Hay que ganar la elección”. Máximo Kirchner repitió, como un mantra, la frase a lo largo de la última semana. En la antesala de un cierre de listas, el diputado jugó fuerte, pulseó a cara descubierta con Alberto Fernández pero aceptó, con algunos magullones, replegarse en el que se convirtió en su dominio aspiracional: la provincia de Buenos Aires.

Hiperactivo, Máximo operó desde su despacho del Congreso, cinceló acuerdos y disputas en las provincias, protagonizó la maratón de las boletas que dejó un menú de ganadores y perdedores. Ese proceso tuvo, sobre todo, otro efecto: dibujó un nuevo mapa de los equilibrios dentro del dispositivo oficial, entre los Fernández, Sergio Massa, el PJ territorial y La Cámpora.

En lo formal, el presidente anudó varios triunfos, algunos conceptuales, otros tácticos. El más relevante, y no del todo visible, es que retuvo a Santiago Cafiero como jefe de Gabinete a pesar de la presión de otros actores del Frente de Todos (FdT) y mantuvo sin cambios su staff de ministros. La excepción fue Daniel Arroyo, que pidió dejar la cartera de Desarrollo Social y protagonizó un episodio peculiar: Fernández lo quería entre los primeros ocho diputados pero, en la negociación multilateral, no entró en esa grilla, pidió no firmar pero al final a desgano fue al casillero doce, un lugar salible, pero de baja visibilidad.

Al margen de esa anécdota con Arroyo, la jugada más taquillera de Fernández fue la que no ocurrió: la presencia de Cafiero como cabeza de la lista bonaerense, planteo que militaron Máximo y Massa, como traductores o ejecutores de un planteo de la vice. Citaron motivos electorales, que era el mejor candidato oficial, pero en la Casa Rosada se lo interpretó de manera lineal: “Ellos quieren discutir el Gabinete, nosotros queremos discutir las listas”, apuntó un funcionario a mitad de semana, metido en la trinchera.

El blindaje sobre su mano derecha y el gabinete, y la entronización de Victoria Tolosa Paz en la cima de la boleta como anunció, en un “off de record” poco convencional hace diez días a través del analista Rául Timerman, son distintas piezas que configuran, visto de manera integral, un triunfo. Aunque en Olivos, evitan irradiar esa lectura, lo cierto es que Fernández se impuso y lo hizo para sorpresa de muchos, incluso de algunos entornistas del presidente.

“Con esto, Alberto parece dejar claro que el presidente es él. Y que como presidente define, aunque escucha opiniones, es el que decide el gabinete”, apuntó anoche, cuando el diseño de las listas ya era un hecho, un colaborador fernandista.

Hubo algo más: Fernández impuso, además, su criterio, su formato y sus tiempos. Explicitó quienes querían que sean sus candidatos -Tolosa Paz y Leandro Santoro en CABA- en un movimiento arriesgado que, al final, le salió bien. Logró, en paralelo, lo que apareció en la agenda presidencial hace dos meses: la necesidad de tener figuras propias en el Congreso.

Máximo y Massa fueron, en esa cinchada, los que perdieron. “Alberto entendió que la propuesta de llevar a Santiago de candidato era por la positiva. La escuchó pero no la compartió. No vemos nada malo”, le quitó pimienta al asunto un colaborador oficial. El sábado, desde La Cámpora, minimizaban esos ruidos, lo atribuían a diferencias de criterios naturales, y que habrá unidad de acción para ganar la elección.

Parece un antídoto frente a una sospecha: que el kirchenrismo, tanto en su versión Cristina como en su versión Máximo, redujeron su protagonismo en las listas porque adivinan un resultado electoral difícil y prefieren tomar distancia.

Casilleros

Máximo no estuvo en la cumbre tumultosa de Casa Rosada, donde pasaron a firmar las listas, y se apiñaron Cafiero, Eduardo “Wado” De Pedro, Axel Kicillof, Carlos BIanco, Andrés Larroque, Miguel Cuberos y, entre otros, Daniel Gollán. El jefe del bloque de Diputados, que estuvo hasta el final sobre los armados de las provincias, tampoco fue al acto en Garín donde se presentarán los principales candidatos de AMBA, que este medio anticipó el viernes, y que funcionó como foto de familia luego de los chispazos del cierre de listas.

Así como Fernández sorprendió con su postura, Cristina Fernández de Kirchner aportó su propia curiosidad: aunque se involucró en las negociaciones, forcejeó menos de lo que se esperaba, al punto que ni siquiera fue necesario una cumbre mano a mano entre los Fernández. Los que orbitan a la vice repiten que está incómoda, disconforme con el Gabinete, molesta “con Alberto”, pero en el cierre Cristina no tensionó de más.

Cristina abarcó siete de los 17 primeros lugares de la lista bonaerense y les pagó a sus fieles. Pero le cedió la primera senaduría a Carlos “Camau” Espinola en Corrientes -a pesar de enojos del pasado reciente- y, en un despliegue llamativo, pactó con Omar Perotti en Santa Fe y validó una boleta opositora a Agustín Rossi, un kirchnerista histórico, donde su delegada, María de los Ángeles Sacnun, es segunda candidata al Senado, lugar donde -con los datos actuales- tiene pocas chances de renovar banca.

La interna santafesina, a la que Rossi se subió en parte porque Fernández, Massa y Máximo le pidieron que encabece la lista en la provincia porque es “el mejor candidato”, es un compendio de extravagancias. La vicegobernadora Alejandra Rodenas va segunda de Rossi contra la boleta en la que Perotti va como senador suplente. Rossi, ministro de Fernández, compite en una PASO contra la candidata de la vice.

Massa, asociado a Máximo en el Congreso, coronó un acuerdo que lo pone en un lugar donde se siente cómodo: el de socio necesario, con una cuota parte en el Gabinete, autonomía en Diputados y perfil propio, a veces claro, otras desdibujado. El tigrense ubicó tres damas entre los “entrables” nacionales y repartió figuras propias en las secciones, con lo que mantiene la identidad.

En ese nuevo mapa de equilibrios, con Fernández más firme en sus posiciones, Cristina menos confrontativa y Máximo replegado -al menos temporalmente- se produjeron otros movimientos que hay que leer a mediano plazo. Uno es chiquito pero emblemático: en Hurlingham, el intendente Juan Zabaleta se anotó como primer concejal para una PASO contra La Cámpora en la que compite Martín Rodríguez, funcionario del PAMI. No es la primera vez que esa disputa se registra pero en el contexto de un acuerdo global, adquiere otro peso sobre todo porque Zabaleta aparece como posible reemplazo de Arroyo en Desarrollo Social.

El último elemento lo aporta Kicillof, que además de ceder a su ministro de Salud para la lista nacional, ubicó a su ministra de Gobierno, María Teresa García en la boleta de senadores bonaerenses y a Carlos “Cuto” Moreno por la Sexta, con lo que aun con poco volumen numérico aparece con su propio ismo. Vale un dato descriptivo. Todo lo que son Máximo y Axel son, a su vez, de Cristina. Pero ese fenómeno no se registra al revés. Además, aun bajo el paraguas de la vice, el diputado y el gobernador no son lo mismo.

PI

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