Fuego cruzado entre Alberto y Massa, y el alerta de Cristina sobre una PASO en el PJ

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“Sergio está enojado, enojado con la realidad”. Alberto Fernández usa un tono monocorde, hierático. Sergio es Massa y la realidad que lo enoja es el contexto económico que, interpreta, obtura las pretensiones del tigrense para ser lo que craneó desde antes de pujar para llegar a superministro y que parecía irreversible en diciembre cuando la inflación dio una tregua: candidato a presidente. La paradoja de Sergio Massa es que la fragilidad de la economía es un karma que pretende convertir en virtud, hacerse fuerte en una debilidad.

Una versión, desmentida con énfasis en Olivos, instaló que Fernández habría sondeado a una economista, que hasta el 2015 fue funcionaria de Cristina Fernández de Kirchner, para que se haga cargo del Palacio de Hacienda frente a una hipotética renuncia de Massa. Cierto o no, pareció un contrafuego a la amenaza de portazo de Massa que traficó el “hartazgo” que invocó Cecilia Moreau, habitante de la mesa chica massista y de teléfono abierto con la vicepresidente. “Sergio es responsable”, repitieron las fuentes massistas para desmentir una dimisión.

Hasta en detalles pueriles, como el horario de actos y discursos, Fernández y Massa protagonizan una tirria adolescente. El massismo trasmite que el presidente estorba las tareas del ministro de Economía y señala al albertismo como usina de operaciones, con el reproche de ejercer el que parece ser el único poder que retiene al presidente: el poder de daño. Esa es una Argentina circular como dice CFK. Cuando Máximo Kirchner renunció a la jefatura del bloque FDT, 72 horas después del acuerdo con el FMI, Fernández le leyó como una malicia dañina de sus socios.

Cuando arreció la versión de renuncia de Massa, Fernández pidió un detalle sobre la cotización de los dólares financieros y el blue. No se detectaron movimientos bruscos. O el mercado no creyó la versión o la amenaza no sembró pánico

El miércoles, en un mano a mano de casi tres horas en el despacho presidencial, se acusaron mutuamente de operaciones cruzadas. Y volvieron a disentir sobre la táctica electoral: “Necesitamos un candidato único, sea el que sea. Me banco hasta que sea Scioli”, exageró el ministro que, se sabe, no tiene ningún deseo en trabajar de ministro de Economía para que el embajador haga campaña. “Eso sería parecido a Angeloz con Alfonsín”, aporta un memorioso, en referencia al cordobés que se postuló por la UCR en 1989 y era hipercrítico del presidente actual, de su propio partido. “Si hay síntesis, bienvenido. Yo no apoyo a ningún candidato: yo incentivo a que compitan todos los que quieran”, se desentiende Fernández. En su distancia de esos intríngulis, el presidente parece un ex.

El jueves, cuando arreció la versión Massa renunciante, Fernández puso atención a un termómetro: pidió un detalle sobre el mercado y la cotización de los dólares financieros y el blue ante los rumores de que el ministro podía dejar su cargo. No se detectaron movimientos bruscos. O el mercado no creyó la versión o la amenaza no sembró pánico. Alejandro Rebossio registró la primera tesis. El viernes a la madrugada, Economía circuló un informe que reflejó que no hubo sacudones temblores, de hecho la brecha verde tuvo leves bajas.

Mala hora

La visibilidad de la mala hora entre Fernández y Massa oculta otras asperezas. En el ecosistema Cristina, donde la incidencia de Massa está en un permanente sube y baja, hay chispazos múltiples entre el sector que apuesta a una candidatura de Massa, el que milita la opción Eduardo “Wado” De Pedro y los que no desactivan, todavía, el plan Axel. Un peronista que habita ese universo usa una frase: “La Cámpora no existe más. O existen varias Cámporas”. Esos matices se observan en que De Pedro, que hacia afuera luce como el candidato de Cristina, no termina de ser abrazado como tal por sus compañeros de agrupación. Es más intenso el activismo de Martín Insaurralde que el de Mayra Mendoza, y mucho más que la casi nula de Andrés “Cuervo” Larroque.

Este sábado, La Cámpora hizo una jornada solidaria nacional en la que volvió a mostrar su despliegue y capilaridad territorial: más de 100 puntos en veinte provincias -se exceptuó a las cuatro donde hay elecciones este domingo-. A pesar de las tensiones internas, la organización mantiene una capacidad de movilización única aunque eso pueda derramar o no en volumen electoral. La dinámica era otra pero pudo ser, y no fue, una plataforma para que se lance de abajo hacia arriba la candidatura de De Pedro.

Como se contó el domingo pasado en elDiarioAR, el raid mediático y de campaña le dieron centralidad a Wado y hicieron subir sus índices de conocimiento e intención de voto. A aquellos dos sondeos que se relataron aquí, se agregó una encuesta de Aresco sobre un repunte del ministro que se difundió profusamente desde el búnker de campaña de De Pedro. Se armó una discusión metodológica referida a si “Wado” aparece como candidato de Cristina o como candidato del FDT. Minucias de campañólogos. El dato inquietante es que en el sondeo que festejó el wadismo, el ministro no retiene el potencial voto a Scioli y el peronismo queda, dentro del margen de error, tercero. No es un dato excluyente: ni Horacio Rodríguez Larreta ni Patricia Bullrich consiguen imantar el voto de su rival interno en las PASO. Federico Aurelio detectó un repunte del FdT, que logró recuperar 4 de los 11 puntos que había perdido entre febrero y abril. Con eso, se reinstaura el triple empate en le escenario electoral.

De Pedro se nutre de una pertenencia al sistema Cristina. “Otro dirigente del FdT que se hubiese sacado fotos con Montoto, Rendo y Barrionuevo en unos meses, sería crucificado por el kirchnerismo. Wado no”, apunta un operador que ve, así y todo, que el ministro tiene más chances que Massa de quedar en la oferta electoral del frentodismo. No solo porque observa que el tigrense “no entra” en gran parte del voto K sino porque su postulación, siendo ministro, es un desafío a toda lógica. “Ganar una elección con 140 puntos de inflación es desafiar la ley de gravedad. Pero ganar una elección con 140 puntos de inflación con el ministro de Economía como candidato es contradecir toda la física cuántica”, apunta pero pone una boca que no es la suya. Juan Grabois no dejó pasar el rumor de renuncia de Massa y acusó al ministro de querer dar “un golpe económico”. Silvestre o táctico, el dirigente social castiga al tigrense en una debilidad y a su modo resulta funcional a De Pedro.

Ordenamiento

A mitad de la semana que pasó, Juan Manuel Olmos, que oficia como enlace presencial entre los Fernández, conversó con Cristina Kirchner. La vice le pidió su enfoque sobre la gira por China y lo sondeó, como apoderado del PJ, sobre el asunto que la obsesiona: evitar la PASO o, caso contrario, habilitar una PASO administrada. “No quiero que pase lo que pasó con Aníbal y Julián”, habría advertencia Cristina. En clave Rosada, eso sugiere que la vice se resigna a que haya una PASO.

La picardía de hacer una remake de Unidad Ciudadana (UC) como en 2017, abandonar el PJ y sellar un acuerdo con el Frente Renovador, parece impracticable: no solo implicaría que el kirchnerismo se enfrente al gobierno donde tiene funcionarios, sino que tendría un efecto fulminante para la expectativa de retener la provincia de Buenos Aires. Se pudo hacer en una legislativa pero ahora con que el bloque Scioli-Tolosa Paz se quede con apena 5 puntos, Axel Kicillof pierde la gobernación. Wado, como candidato, no es Cristina y a pesar de que esté Fernández, el albertismo parece tener más volumen que el que tuvo Florencio Randazzo.

Esta semana, Aníbal Fernández comenzó a oficiar como apoderado y armador logístico del dueto Scioli-Tolosa Paz, será el encargado de lidiar en la Junta electoral con los delegados de Cristina y Massa. Los equipos del embajador y la ministra juntan avales para anotarse en la carrera. Scioli tuvo este viernes la primera foto política potente: se reunió con Huyo Moyano, líder de los Camioneros, que administra sus movimientos. El embajador podría sumar, si se produce una PASO, un respaldo que hará ruido: Sergio Berni, ministro de Seguridad de Kicillof, es uno de los más enfáticos defensores de las primarias y a su lado sugieren que si hay una interna entre Scioli y De Pedro, apoyará al ex motonauta.

El pulseo PASO o lista de unidad sigue abierto. El documento en el que los gobernadores exigieron que haya boleta de síntesis tuvo una onda expansiva corta. Agustín Rossi, especialmente picante, dijo que los mandatarios parecen querer convertir al PJ sea el “último partido stalinista”. Detrás de la ironía late otra cosa: con excepción de Cristina -si es que ella quisiera hacerlo-, nadie tiene el músculo suficiente como para mandar a nadie a una Siberia electoral. Así como crecieron los indicadores de De Pedro, Rossi tuvo un repunte y en algunos territorios, como Santa Fe y Mendoza, los sondeos de ARESCO lo dan con los mismos números que Scioli.

Cristina activa

La vice está, como siempre, activa: además de recibir a Olmos, el miércoles convocó a Wado y en esas horas charló o se vio con Gildo Insfrán, que hasta la cumbre del CFI deslizaba que una PASO era inevitable. Gildo está más atento a lo que pasa en la Corte Suprema con el expediente que pide declarar inconstitucional el artículo 132 de la Constitución provincial que le permite ir por su octava reelección, que por la táctica electoral del peronismo para la presidencial. Insfrán es el encargado de administrar, por el PJ, el trámite electoral hacia el cierre de alianzas del próximo miércoles, que incluirá el reglamento electoral donde figura, por caso, el piso de la interna.

Kicillof trató, en estos días, de moverse debajo del radar: evitó la disputa pública y se limitó a oficiar de mensajero de la postura de la vice en la cumbre de gobernadores en el CFI, respecto a la necesidad de una lista de unidad. El jueves juntó a veinte intendentes del Gran Buenos Aires, les trasmitió la postura de los mandatarios de buscar la síntesis, pero no pidió, al menos expresamente, que los intendentes hagan lo mismo. En un punto, el gobernador y los alcaldes quieren lo mismo: ser candidatos únicos en sus territorios, pero no les resulta dramático que arriba haya dos o más presidenciables, en la medida que eso no derive en que le broten rivales internos.

Máximo Kirchner fue el encargado, hace 20 días, de detonar esa variable en una cumbre con intendentes, aunque la mayoría entendió que era una amenaza que, llegado el caso, no se llevaría a la práctica. Desde China, Máximo le reprochó a Kicillof haber dado como una certeza que la fórmula bonaerense la integrarían él y Verónica Magario. A las horas, el gobernador salió a decir que eso no era posible porque no se sabía donde jugaría cada uno. Se sabe que Máximo es, hace tiempo, promotor de la variable de subir a Kicillof a la pelea presidencial. El gobernador se resiste. Tendrá que reforzar ese escudo: Massa empezó a plantear que si él no compite, cree que el mejor candidato es Kicillof.

El gobernador solo aceptará otro destino si Cristina, en persona, se lo pide. En La Plata confían que la vice hará el camino más lógico: dejarlo a Kicillof en la provincia porque mudarlo a la nacional le abriría un hueco en la provincia. La espera por la intervención de la vice ilustra otro fenómeno que se percibe también en JxC: el repliegue de Cristina y Mauricio Macri, los dos actores políticos que ordenaron a los dos bloques rivales en la última década, desarmó las conducciones e instauró un estado de caos general. Por momentos, entre tironeos y amenazas, parece que el escenario de tercios amaga con romperse y dar lugar a un mapa de quintos con las dos coaliciones divididas más Javier Milei. Sería una gran coreografía para convertir al libertario en el próximo presidente.

PI