Encuentro en el Malba

Manzi, la democracia y los encantadores de serpientes: Sanguinetti, Mujica y su interpelación a la política argentina

Es tan triste vivir entre recuerdos...

Cansa tanto escuchar ese rumor

de la lluvia sutil que llora el tiempo

sobre aquello que quiso el corazón.

Julio María Sanguinetti se hace eco de la poesía de Homero Manzi mientras toma de un brazo a José “Pepe” Mujica, sentado a su lado en el centro del auditorio del Malba. En veredas opuestas de la política uruguaya –uno liberal, el otro socialista–, ambos ex presidentes del vecino país buscan con su gesto de confraternidad llamar la atención en estos tiempos preelectorales de la Argentina, marcados por las pasiones exaltadas y la desilusión generalizada. ¿Quién se imagina a Cristina Kirchner y Mauricio Macri recitando un tango juntos? No parecen dispuestos a bailar de a dos, ni con sus propios correligionarios.

Pero Sanguinetti y Mujica sí. Y están acá, en el Malba, para presentar “El horizonte” (Debate), un libro que reconstruye las conversaciones entre sí durante dos meses, cada martes de 16 a 18, acompañados de sanguchitos y palmitas (las palmeritas uruguayas), motivados por los periodistas Gabriel Pereyra y Alejandro Ferreiro. Y aunque en el texto hablan y reflexionan sobre su país y su futuro, acá buscan interpelar a la otra orilla del Río de la Plata.

“No me considero hermano de los argentinos. Nacimos en la misma placenta. Es una cosa más complicada nuestro origen histórico. Por lo tanto me duelen sus problemas. Cuando la Argentina anda bien el Uruguay se beneficia, y cuando anda mal también nos perjudicamos”, avisa Mujica en el arranque.

Ya será el momento de sus referencias directas a las próximas elecciones, pero primero piensan sobre la democracia. “La democracia no es perfecta porque los humanos no somos perfectos. Es por ahora lo mejor que hemos podido hacer. Tiene fallas por todas partes, pero son humanas, no tanto por las instituciones. Tenemos que inventar mecanismos preventivos de las fallas humanas”, reclama el Pepe. 

Y lo completa Sanguinetti: “Estamos en un estado de desasosiego, que comienza en no entender que la democracia es básicamente una regla de juego. No te asegura un buen gobierno, sino libertades y garantías. La democracia no va a satisfacer todo nunca porque las necesidades humanas siempre van a ser más. Es la base de la sociedad de consumo. Lo que importa es la lucha constante para ir superando esas cosas”. 

El encuentro entre Sanguinetti y Mujica intenta desafiar a la física, porque son “el agua y el aceite”, como ellos se consideran. Uno líder del Partido Colorado, presidente en los períodos 1985-1990 y 1995-2000; el otro referente del Frente Amplio, ex Tupamaro, mandatario entre 2010 y 2015. “Uno es traje y zapatos de suela, el otro, camisa leñadora y botas de trabajo”, los definió la editorial. Se encontraron en el ¿ocaso? de sus vidas: los dos pasaron los 80 años.

“La política es el arte de transformar al enemigo en adversario y al adversario en un contrincante respetuoso. Por eso estamos este par de viejos acá, porque nos podemos sentar a hablar y no arrancarnos nuestros ojos”, plantea Mujica.

Sanguinetti también asume su edad –“estoy medio sordo”, confiesa– pero se reconoce de estos tiempos: no titubea en hablar de WhatsApp o de la inteligencia artificial. “El ChatGPT no va a sustituir la capacidad del dirigente político”, afirma. “Antes se hablaba en la familia y ahora en el grupo de WhatsApp”, acota. 

Y se mete en la problemática argentina contemporánea. “A la Argentina no le faltan recursos humanos, ni recursos naturales, y sin embargo vemos tanta desarticulación. A veces es una decepción, frente a la riqueza que tienen. Por eso la variable política es sustancial”, reflexiona. No los menciona, pero habla de Cristina y de Macri, y también de Javier Milei. 

“Es una responsabilidad de los ciudadanos argentinos no votar al encantador de serpientes. El primer responsable es el ciudadano mismo. El voto es un acto de gobierno”, mete el dedo en la llaga. “Cuando uno ve que en Estados Unidos un presidente no le da el mando a otro (por la transición trunca entre Trump y Biden), que también ocurrió en Argentina (por la sucesión del mando en 2015), se da un mensaje contra las instituciones y fanatiza a la gente. Fortalecer la unidad democrática pasa a ser el desafío”, había dicho antes. 

Y el Pepe: “Hay una especie de ansiedad colectiva. Y masivamente hay una tendencia en contra de lo que hay, sin tener en claro a favor de qué. Empiezan a surgir las fantasías de los salvadores milagrosos que van a dar vuelta todo”.

Entonces llega la pregunta directa, hacia el final de la charla, cuando bajan del escenario y elDiarioAR se cruza un momento con Mujica, entre autógrafos del libro y poses para la selfie que le reclama el público a él y Sanguinetti. 

–¿Qué opina de Milei, que es el fenómeno de la política de Argentina? 

–El fenómeno son ustedes que le dan pelota. Lo que pasa es que como la gente está desilusionada, aparece un loco de esto y se agarran porque le cultivan como una esperanza, como una salida, y hablan de la libertad, la libertad, la libertad…

–Se reunió con Alberto Fernández en Olivos. ¿Habló de Milei o de Cristina con él?

–No, no hablé. Yo no me tengo que ocupar de la política argentina. Si no la arreglan los argentinos, no la voy a arreglar yo. 

–¿Y cómo le fue con Alberto?

–Me fue macanudo. Es un buen amigo, y hablamos hasta… hasta de los hippies.

–¿En qué sentido?

–Era un tiempo de protesta cultural. Y quedó atrás.

MC