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Foro Llao Llao

Milei intentó convencer al Llao Llao con su plan de dolarización y prometió un ajuste de 13 puntos en el gasto público

Javier Milei, este martes, en el Foro Llao Llao que juntó a más de cien de los empresarios más poderosos del país.

Mauricio Caminos

Bariloche. Enviado especial —

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En un cuaderno anillado con su emblemático logo del león amarillo, Javier Milei desgranó en cuatro páginas de puño y letra la exposición que haría ante los influyentes empresarios que llegaron al exclusivo Foro Llao Llao en Bariloche. Armó su discurso sobre su propuesta de dolarización de la economía –como salida de la inflación– en base a siete puntos, cuyo núcleo contiene tres argumentos claves: primero, una cuestión moral –“porque robar está mal”, según él mismo escribió–; segundo, un tema técnico –la eliminación del Banco Central y la apertura total de la economía, como método–, y por último, una razón política –“por la magnitud de la estafa de la casta”–.

Milei se paró ante el auditorio con bríos desafiantes. “Si yo le digo, al empresario que tiene la vaca atada y le tocas los intereses, que va a tener que competir, es obvio que se va a enojar”, avisó ante los medios justo en la previa al hermético almuerzo con los más ricos del país. “Los empresarios prebendarios son parte de la construcción de este sistema fascista empobrecedor. Pero la pregunta es, ¿qué hacemos? ¿Nos bancamos la extorsión de los que están hundiendo el país o vamos y los enfrentamos? Yo estoy dispuesto a enfrentarlos”, completó.

Según supo elDiarioAR, en su intervención de más de una hora frente a los hombres y mujeres de negocios –entre ellos Marcos Galperín, de Mercado Libre, y Eduardo Elsztain, dueño de casa y del Grupo IRSA–, Milei buscó hacerles un guiño: “Si no fuese por el robo del Estado, no serían los mas ricos del país, sino los mas ricos del mundo”, expresó, recogiendo sus aplausos.

El libertario arribó anoche al lujoso hotel turístico acompañado solo por su hermana –y principal armadora política– Karina Milei. Compartió el edificio rodeado de un paradisiaco paisaje montañoso con Patricia Bullrich, que encabezó la cena de este lunes y se quedó al desayuno del lunes, pero evitó cruzarla. Colgó en sus redes una foto cenando en un apartado privado, para echar por tierra cualquier suspicacia política. Horas antes le había pedido públicamente a la precandidata del PRO que rompiera Juntos por el Cambio y armase con él una alianza de derecha-liberal. La ex ministra de Seguridad rechazó la posibilidad en este mismo foro.

“No puedo convivir con los radicales, que son la Internacional socialista. No puedo convivir con la Coalición Cívica, que es un desprendimiento por izquierda. ¿Me comprendés? No puedo convivir con el ala blanda del PRO, que son kirchneristas de buenos modales. ¿O sea, me entendés? En la lógica de la democracia eso debería estar separado. No tienen que estar juntos”, le retrucó con su tradicional verborragia Milei a Bullrich, ante una consulta concreta de elDiarioAR sobre la posibilidad de que se sume a la coalición cambiemita.

“Siempre dije que yo estaba dispuesto a converger en un nuevo espacio con Bullrich y Macri, a ir a una interna y que si le tocaba ganar ella yo no tenía problemas de acompañar. Los argentinos de bien necesitan un ordenamiento ideológico para que la gente sepa qué votar. Todas estas coaliciones heterogéneas no sabe qué son y cuando llegan al poder se quedan inmóviles”, planteó el actual diputado nacional.

Dolarización

Sobre su temerario plan dolarizador, Milei lo defendió a capa y espada durante la media hora que conversó con la prensa. Dijo que, en caso de llegar a la presidencia, lo llevará adelante “desde el día uno”, ya sea que tenga mayoría parlamentaria –situación muy lejana– o no. “Si no nos apoyan las reformas, tenemos como solución utilizar la consulta popular, que no necesita pasar por el Congreso”, anticipó. “Y si la gente no quiere eliminar la moneda, tengo un programa de ajuste brutal para que el fisco absorba dinero. A cada alternativa tengo solución. Mi compromiso es exterminar la inflación”, aseguró. 

Como parte de su reforma total del Estado, el economista ultraliberal calculó un ajuste “de primera generación” que alcanzaría a 13 puntos del PBI a partir de recortar en tres sectores principales: la obra pública, que solo sería impulsada por iniciativa privada –similar al modelo en Chile, ejemplificó–; las transferencias de la Nación a las provincias, y los subsidios económicos.

También habló de volver a privatizar empresas públicas –remarcó el caso de YPF– y pateó para más adelante –“una segunda generación”, caracterizó– reformar el sistema jubilatorio, debate neoliberal en boga a nivel mundial, como quedó demostrado en la reciente crisis en Francia por el aumento de la edad jubilatoria. ​​“Entre las jubilaciones de privilegio tenés un punto de PBI, pero hay que ir con mucho cuidado en esa parte. Si vos no arreglas previo la Argentina, vas a tener un gran problema”, se atajó ante la repregunta de que los regímenes especiales abarcan desde los jueces a los docentes.

Entonces ponderó el impacto social de su plan de dolarización. “No hay costo social. Hay beneficios sociales, porque cuando tenés inflación es sumamente regresivo y le pega a los más vulnerables”, aseguró y luego retrucó: “La gobernabilidad ganaba elecciones”. Y cuando se lo consultó sobre el efecto que tendría en la calle, multiplicando las protestas de los sindicatos y las organizaciones sociales: “Si me querés tirar gente a la calle, sabes que hay ley. En mi caso cambia la doctrina sobre la seguridad. El que la hace, la paga. Los buenos van a ser los de gorra y los que usan trapo, palo y capucha, los malos. Se acabó la joda”.

MC

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