¿Es el final de los clubes como los conocemos?

Fútbol SA: la pelota privatizada, un viejo anhelo de Mauricio Macri a golpe de DNU

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“Mauricio, perdimos”. Pasaron 25 años y esas palabras aún retumban en la cabeza de Mauricio Macri. En 1998, fue el primer intento serio de Macri para privatizar los clubes de fútbol. En este memorable diciembre de 2023, el presidente Javier Milei cumple aquel deseo de su hoy socio político a través de un decreto.

El polémico Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) publicado en el Boletín Oficial de la Nación en los primeros minutos del jueves pasado incluye una modificación sustancial en la Ley del Deporte e implementó la opción de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) como forma de “organización deportiva”.

Esta modificación abarca al deporte en general y golpea de manera particular al fútbol. Históricamente, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ha rechazado de manera sistemática y casi unánime que los clubes dejen de ser asociaciones civiles sin fines de lucro. Los motivos son varios, pero principalmente se basan en dos conceptos: el primero es que las decisiones del club son tomadas por los representantes de los socios, elegidos de manera democrática; el segundo, que el dinero que ingresa y egresa del club sea patrimonio exclusivo del club. Con las SAD, ambos conceptos están en peligro de extinción.

Los intentos fallidos de Macri

Conocida es la historia de aquella reunión de la AFA a la que Macri llegaba con el aval de Julio Grondona para que su proyecto de privatización fuera aprobado. Macri se sentía ganador. El resultado: 38-0 en contra de la propuesta. Don Julio se levantó de la silla y le dijo con tono de lamento: “Mauricio, perdimos”.

Tras la muerte de Grondona y con la llegada a la presidencia de Macri, el escenario de 2016 habilitó un nuevo intento. En aquellos días, Claudio “Chiqui” Tapia, Nicolás Russo y Marcelo Tinelli eran los hombres fuertes en AFA. Todos estaban en contra.

La función social de los clubes es en Argentina indispensable. Es innumerable la cantidad de chicos y chicas que salen de las calles y pasan horas en los clubes, donde dedican su energía y enfoque a actividades tan saludables como deficitarias económicamente. Por eso, se entiende que el club deber ser de y para los socios, a contramano del interés del lucro de una o un puñado de personas.

Capitalismo y nada más

En el artículo 334 del polémico Mega DNU se modifica la Ley del Deporte y estableció que “se consideran asociaciones civiles deportivas integrantes del Sistema Institucional del Deporte y la Actividad Física, a las personas jurídicas previstas en el artículo 168 del Código Civil y Comercial de la Nación, que tienen como objeto la práctica, desarrollo, sostenimiento, organización o representación del deporte y la actividad física; y a las personas jurídicas constituidas como sociedades anónimas reguladas en la Sección V de la Ley N.º 19.550 y sus modificatorias, que tienen como objeto social la práctica, desarrollo, sostenimiento, organización o representación del deporte y la actividad física”.

El arribo de las SAD es total. Hasta pueden ser beneficiarias de subsidios estatales o reducciones de cargas impositivas al igual que los clubes, ya que quedan integradas al Sistema Institucional del Deporte y la Actividad Física.

“Es opcional. Si vos querés seguir teniendo el club como ahora, podés tenerlo como ahora. Pero vos tenés el club A y al club B: al A históricamente le iba bárbaro y el B con menos recursos decide entrar en un formato capitalista, le inyectan dinero y el B ahora gana siempre y el A, digamos, con la lógica del pobrismo, le va a empezar a ir mal, ¿y qué va a querer la gente? Que seamos capitalistas”, analizó el presidente Milei en declaraciones radiales vertidas en el programa de Jonatan Viale.

La AFA, en jaque

Al igual que Grondona y que el 99% de los dirigentes del fútbol, Chiqui Tapia no tiene ningún interés en el desembarco de las SAD. Sin embargo, el DNU pasa por encima del estatuto de la AFA y los clubes cuentan ahora con el plazo de un año para adecuar sus estatutos a la nueva ley.

Para modificar los estatutos de los clubes, la asamblea de socios debe votar a favor del cambio, con al menos dos tercios de votos afirmativos. Es muy difícil que esto ocurra. La sanción para el club puede ser la desafiliación de la AFA. Y para la propia AFA, la pérdida de la entidad jurídica que la coloca como representante oficial hacia adentro del país y hacia afuera. Es decir, puede quedar hasta desafiliada de la FIFA.

Difícil pensar que esto pudiera pasar, ya que la llegada de las SAD sería opcional. Por tanto, los clubes solo tendrían que colocar la letra en el estatuto y, también, en la AFA. Sin embargo, hay algunos que miran con buenos ojos al proyecto y, una vez que entra uno lo pueden seguir varios hasta que finalmente se disemina como un virus. El presidente de Talleres de Córdoba, Andrés Fassi, es uno de ellos. Es uno de los fundadores del Grupo Pachuca, en México, donde controla al Juárez FC.

Por ahora, solo quedan interrogantes: ¿Pasará el DNU por los filtros del Congreso y la Corte Suprema? ¿Se adecuarán los clubes a la nueva ley? ¿Será Talleres el primer club argentino en convertirse en una sociedad anónima? ¿Estamos ante el fin de los clubes como los conocemos?

Las empresas en el fútbol

Ejemplos buenos y malos hay en todos los países, bajo todas las formas de administración. Quienes encumbran a las SAD, citan con frecuencia el éxito del Manchester City inglés, caso de éxito a partir de la llegada de inversores extranjeros. Pero la lógica imperante es la del lucro por encima de todo. Espectáculo y marketing, ni más ni menos.

Otro caso exponencial es el del Manchester United, comprado por la familia Glazer. El Man-U perdió todo tipo de influencia en la ciudad. No tiene ninguna otra actividad que no sea el fútbol profesional. El histórico club inglés se resume ahora a una cancha, un plantel y una academia de juveniles. Tal es el desapego que genera el club, que los hinchas más fanáticos fundaron otro, el FC United of Manchester, que juega en divisiones menores del fútbol inglés.

Lavado de dinero y otras yerbas

La cara más turbia de las SAD y del mundo del fútbol en general está ligada al lavado de dinero. Pese al “fair play deportivo” y otras medidas y controles, el dinero en el fútbol fluye como el agua de una catarata. Las inyecciones de capital son esotéricas, las transacciones son innumerables y los valores de los activos (los futbolistas) alcanzan cifras ridículas. ¿De dónde sale tanta plata?

En rigor nadie lo sabe, pero hay ejemplos que dan lugar a la suspicacia. En primera instancia, los grandes capitales de países como Qatar, Emiratos Árabes Unidos o China, que en los últimos diez años han invertido cifras demenciales, sin que se pueda apreciar bien cuál es la retribución. Otro ejemplo más nítido es el de México, donde clubes con dueños vinculados a cárteles de drogas han tenido un crecimiento exponencial, a partir de inversiones millonarias de capitales que nadie se anima a rastrear.

JR/MF