De acompañar a raparse la cabeza a Diego Santilli en “La Misa”, el streaming libertario que conduce Daniel Parisini –el Gordo Dan–, para cumplir con una promesa de campaña a defender, empoderado e irónico, el ajuste en las universidades en la comisión de Presupuesto. El subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, desembarcó en la Cámara de Diputados sonriente y provocador. Una postal que se repite desde el triunfo electoral del domingo: funcionarios que llegan al Palacio, se pelean con la oposición y se mueven ya como si la nueva era del Congreso ya hubiese comenzado.
“En esta permanente campaña del miedo desestabilizadora que sufrimos durante dos meses llenas de mentiras, la principal mentira es que recortamos fondos a las universidades. Nosotros no recortamos plata universidades. Todas las universidades recibieron el 100 para todas las actividades que fueron desarrollando”, arrancó Álvarez, soldado de la batalla cultural del Gobierno en las universidades. Lo acompañaba el secretario de Educación, Carlos Torrendell, pero el micrófono era de Álvarez.
Los diputados nucleados en la comisión de Presupuesto respondieron a los gritos, y Álvarez se sonrió. Es que la agenda de trabajado había sido diseñada por la oposición para tratar en la comisión el Presupuesto 2026. Pero el domingo el poder cambió de manos. Así, el oficialismo terminó haciéndose cargo del debate, y participó con entusiasmo.
“Yo tengo claro que las elecciones le dieron la sensación que tienen carta blanca de hacer lo que quieren. Pero las elecciones no modifican el contrato social argentino”, se quejó Leandro Santoro (UxP).
Álvarez volvió a sonreise: en el oficialismo no están de acuerdo con el planteo opositor.
El plan oficialista
El Gobierno está apurado. La victoria del domingo modificó el clima político en el Congreso, pero no saben por cuánto tiempo durará. La cosecha electoral los dejó bien posicionados: La Libertad Avanza tendrá unos 80 votos propios que, junto a los 24 del PRO y los 3 radicales con peluca, arranca con una base sólida de 107 votos oficialistas. Un sólido arranque, impensado hace un mes, pero que necesitará nutrirse del apoyo de aliados para avanzar con el paquete de reformas que Javier Milei tiene diagramado para la segunda etapa de su gobierno.
El objetivo es aprovechar la espuma del resultado electoral y apurar, a partir del recambio legislativo de diciembre, el Presupuesto 2026, la reforma tributaria, la reforma laboral y la reforma previsional. Algunas, como la laboral, están escritas. Otras las están escribiendo a contrarreloj, ya que más de uno especulaba con que un mal resultado electoral imposibilitaría avanzar con ninguna de las reformas.
Por este motivo es que el Gobierno tiene planeado convocar a sesiones extraordinarias durante todo el verano. Primero se buscará plantear el Presupuesto 2026, cuyo debate el oficialismo decidió acelerar en las últimas horas. En los últimos dos días, ya citó al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la jefa de Gabinete del Ministerio de Defensa, Luciana Carrasco, y a los responsables de la cartera educativa. Y el jueves irá el flamante canciller, Pablo Quirno.
Todo un display para un Gobierno que, en el último año, hizo todo lo posible para tener el menor contacto posible con el Congreso. Un Congreso que, durante los últimos meses, fue el principal adversario político de Milei. Ahora, sin embargo, los tiempos cambiaron. El quórum propio está a la vuelta de la esquina y, tras la victoria, los votos que faltan no serán difíciles.
“Hoy los aliados nos salen gratis. Es el momento de hacer amigos, no mandarnos cagadas y meter todo lo que podamos de acá a abril”, reflexiona un dirigente libertario. El ojo está puesto en los gobernadores, que se reunirán con Milei el jueves en Casa Rosada. No solo los amigos de siempre, como el misionero Hugo Passalacqua o el salteño Gustavo Sáenz, sino también los peronistas: Raúl Jalil (Catamarca) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). Esa es la pecera donde el Gobierno pretende juntar los votos que le faltan.
Más relegados quedaron, en cambio, los mandatarios de Provincias Unidas. Golpeados tras la derrota electoral, los gobernadores de Jujuy, Chubut, Córdoba y Santa Fe quedaron marginados a un segundo lugar. De dadores de gobernabilidad a piezas prescindibles: los gobernadores del “centro” perdieron su protagonismo y no saben aún como reorganizarse. Sus diputados, incluso, casi no pisan el Congreso desde la derrota.
Sí lo hacen los misioneros y salteños. Los PRO bullrichistas y los radicales con peluca. Estos sectores se mueven por los pasillos del Congreso, dialogando con Martín Menem, que quedó empoderado tras la victoria, y tanteando cómo será la relación de fuerzas del próximo Congreso.
Menem, mientras tanto, respira con alivio por primera vez en los últimos dos meses. Ya no hay quien le dispute su lugar en la presidencia de la Cámara de Diputados e, incluso, se reunió con Cristian Ritondo para empezar a delinear un interbloque con el PRO. Confía en que le ganó la pulseada interna a Santiago Caputo y que, a partir de ahora, vendrán tiempos mejores.
MCM/MG