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entrevista

Alberto Benegas Lynch Hijo, El Prócer: “Los presidentes deberían elegirse por sorteo”

Alberto Benegas Lynch Hijo, único orador en el cierre de campaña de La Libertad Avanza, en octubre.

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Dieciséis correos electrónicos después, Alberto Benegas Lynch Hijo aparece en la ventanita del zoom. Camisa rosada, saco sport, blanco y de lino; el cabello plateado a lo judge wig. Acá está El Prócer, autor de la frase con la que Javier Milei hizo campaña, la misma que recitó en Davos y repite en todo acto público: “El liberalismo es el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. Alberto Benegas Lynch Hijo la escribió a mano alzada durante unas vacaciones familiares en La Cumbre, Córdoba, hace tanto tiempo que no recuerda.

“Permítame, Victoria –interviene Alberto Benegas Lynch Hijo– pero haré una pequeña corrección. No es ‘el prójimo’, es ‘el otro’. Pero es cierto, yo fabriqué esa definición. Me satisface enormemente que muchos intelectuales que aprecio, entre los cuales está Javier Milei, la reiteren”. El Prócer habla con el ritmo de un allegro. Subraya los remates adelantando la cara los hombros una mano, llena con el cuerpo la ventanita del zoom. 

Es el mismo movimiento con el que se posicionó contra la interrupción legal del embarazo en mayo, cuando acompañó a Milei, entonces candidato, en la presentación de su último libro. “El aborto es un asesinato en el vientre materno”, dijo. El mismo gesto hizo en octubre durante el cierre de campaña de La Libertad Avanza antes de las Generales, cuando llamó a cortar relaciones diplomáticas con el Vaticano. “Es que no somos una manada. Esa frase también es mía”, dirá Alberto Benegas Lynch Hijo. Nos separan kilómetros de fibra óptica, acá está el mentor intelectual del Presidente.

Ya que usted ha “fabricado” la definición de liberalismo, ¿qué opina de otras definiciones? “Anarcocapitalista”, por ejemplo, la forma en la que se nombra el Presidente.

–Confieso que no me gusta la expresión anarcocapitalista. ¿Por qué no me gusta? Porque el primero que utilizó la palabra anarquía fue William Goodwin y en ese contexto, la palabra anarquismo quiere decir ausencia de normas y es invivible la sociedad sin normas. El debate es si las normas van a ser producidas en un proceso de orden espontáneo, como son producidas en mercados libres las computadoras, los zapatos, las raquetas de tenis y los libros, como la Justicia y la Seguridad. En ese sentido, tengo tres sugerencias muy interesantes. Le advierto, Victoria, que la tercera le va a resultar muy chocante. Incluso, como muchos piensan, usted puede suponer que tengo algún defecto mental.

Arranquemos por la primera y la segunda sugerencia, y vemos, Doctor. 

–Bueno, la primera propuesta es de (Friedrich) Hayek y ocupa al Poder Legislativo. Que no haya reelección tanto para senadores como diputados. Y que su función sea “de tiempo parcial”, es decir, que los legisladores comprendan de qué se trata el sector privado y para que no vivan de la política. Para el Poder Judicial ya lo ha sugerido el extraordinario jurista italiano Bruno Leoni. Propone que abramos en el Poder Judicial la posibilidad de árbitros privados. O sea, si yo Alberto con Victoria tengo un conflicto, que podamos elegir entre nosotros cuál va a ser el árbitro de la primera instancia, la segunda y la definitiva. Que a los árbitros privados no se les imponga ninguna condición. Incluso podrían no ser abogados. El éxito o el fracaso de ese árbitro va a ser según sea capaz de vender un producto que la gente aprecia. Y ahora viene, Victoria, eso que le anunciaba: la cuestión chocante…

Espere, Doctor. Tenemos Poder Legislativo y Judicial. ¿Ahora es para el Ejecutivo?

–Sí. Como sugirió Montesquieu: propongo elegir a los Presidentes por sorteo

¿Cómo “por sorteo”? ¿Al azar?

–Sí. ¿Esto quiere decir que puede ser gobernante de la república el que me sirvió el café esta mañana? ¿El taxista que me trajo? ¿El filósofo? ¿El médico? Sí, exactamente. Que cualquiera pueda ser gobernante.

Alberto Benegas Lynch Hijo: 83 años; una esposa, tres hijos –uno es Bertie, flamante diputado–, siete nietos. 27 libros publicados; 54 años dedicados a la docencia. Un galpón donde acopia archivo personal. Una caminata y cuatro comidas saludables al día. Primo segundo de Che Guevara. Bisnieto de Tiburcio Benegas, fundador de la bodega Trapiche en 1883 y quien fuera gobernador de Mendoza, entre otros cargos públicos. Nieto de Alberto Benegas Lynch, heredero de Trapiche e hijo de otro Alberto, que ocupó la presidencia del directorio de la bodega hasta que la empresa vendió los activos. Luego de trabajar quince años para la bodega familiar, Alberto Benegas Lynch Hijo se abocó, con exclusividad, al estudio de la economía.

Hace 60 años que divulga las ideas liberales. ¿Por qué les llevó tanto tiempo ser Gobierno?

–60 años de batallar en esto. 60 años de mi primer libro: Fundamentos de análisis económico, que lleva prólogo de Hayek y doce ediciones. Nunca me imaginé que estas ideas iban a llegar a la Presidencia. Yo enfatizo en el caso de Milei sus objetivos, que son muy nobles y que no hemos escuchado en los últimos 80 años en la Argentina. Milei ha corrido el eje del debate. Esto es observable en los medios de comunicación, en sus colegas periodistas, Victoria, y también en políticos. El liberalismo es un proceso que no tiene término. Como muchas veces he dicho, acá abajo de mi computadora tengo un enorme letrero que dice “Nullius in verba”. Quiere decir “no hay palabras finales”. Los que estamos dentro del liberalismo estamos siempre sentados en la punta de la silla, en busca de nuevos paradigmas. El liberalismo no es un puerto sino una navegación permanente. Ahora, sobre lo que Usted pregunta, por qué nos ha llevado tanto tiempo… Creo que es un tema de adoctrinamiento en lugar de educación. Es muy importante comprender que la educación es un proceso de prueba y error en un contexto evolutivo donde nadie, ni usted ni yo, tenemos la precisa para imponer estructuras curriculares. 

Sin embargo no hay antecedentes de éxito en el mundo de las ideas liberales, digo, en la práctica.

–Al caso de Javier (Milei) yo lo he bautizado como el segundo milagro argentino después de (Juan Bautista) Alberdi. Cualquiera sea el resultado de esta gestión, porque veo que hay mucha gente que pone palos en la rueda, lo que ha ocurrido hasta ahora va a dejar un testimonio en la historia argentina imborrable. 

¿Pero por qué no ha sido posible todavía que “funcione” un gobierno liberal?

–Yo, Victoria, en ese sentido le hago una pequeña corrección. Estas ideas, que son más profundas aún, se han aplicado en la Argentina. Desde la constitución liberal de 1853 hasta el Golpe facista del ‘30 y mucho peor, a partir del Golpe peronista del ‘43, fuimos la admiración del mundo. Y prestemos atención a esto: venía la gente con una mano atrás y otra delante a hacerse la América. Y los salarios del obrero rural y del peón de la incipiente industria eran superiores a Suiza, Alemania, Francia, España, Italia. La población se duplicaba cada diez años. Esto no es un experimento nuevo. Lo hicimos y tenemos que poder volver a hacerlo.

Javier (Milei) es el segundo milagro argentino después de (Juan Bautista) Alberdi. Cualquiera sea el resultado de esta gestión va a dejar un testimonio en la historia argentina imborrable.

Alberto Benegas Lynch Hijo vio pasar, desde que nació en 1943, a al menos 34 presidentes (cantidad en la que incluyo a los de facto y los de transición). Fue el nexo intelectual entre Mauricio Macri y Javier Milei, un apoyo político fundamental para lograr el triunfo de La Libertad Avanza en el balotaje. El ahora Presidente se convirtió en su discípulo luego de un almuerzo en La Biela, Recoleta, invitación hecha vía mail que Alberto Benegas Lynch Hijo aceptó. En 2018 el discípulo desafió a su maestro: “¿Te vas a meter en política?”, lo apuró Alberto Benegas Lynch Hijo a Milei. El Prócer necesitaba a Javier para dar “la batalla cultural” y prefería que no se metiera en ese barro. La conversación fue en la disco New York City, una noche en la que Miguel Boggiano deleitó al público con un cover de My Way, de Frank Sinatra. En 2021, tres años después de aquella velada, Javier Milei ganó una banca como diputado nacional en representación de la Ciudad.

De todas maneras, Doctor, le ofrezco disculpas pero voy a insistir: en 1853, que es el año que Usted apunta como un hito liberal en la Argentina, el mercado laboral no estaba atravesado por la tecnología. Digo, como para marcar solo un contraste.

–La gente se pone grandilocuente con el asunto del robot y los algoritmos. Pero viene ocurriendo desde el martillo y el destornillador que la tecnología libera fuerza laboral para dedicarse a otras cosas. Subrayo “libera”: no saca trabajo, “libera” trabajo. Si nosotros pudiéramos, usted y yo, Victoria, agarrar un hacha y decir en nombre de las fuentes de trabajo, “vamos a romper toda la tecnología” no vamos a aumentar las fuentes de trabajo sino que bajaremos brutalmente el salario. La tecnología hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar su rendimiento. 

¿Qué tipo de rendimiento?

–Piense, Victoria, si nosotros llegáramos a una isla desierta fruto de un naufragio. Estoy seguro de que no vamos a decir entre nosotros “ahora que no hay empresas ni fuentes de trabajo podemos descansar”. No. Nos vamos a dar cuenta, usted y yo, que no nos alcanzan las horas del día y la noche para sobrevivir entonces cuando alguien en lugar de pescar a cascotazos hace una red de pescar, lo que hizo en realidad es un equipo de capital que le permite tener más pescado por unidad de tiempo, lo cual le permite subirse a las palmeras a buscar cocos porque ahora tiene tiempo.

Dos personas, de las cuales una es liberal, en una isla desierta me lleva a esta pregunta: ¿Por qué el liberalismo pone al individuo en el centro de las cosas?

–Ese es un eje muy importante. Somos únicos e irrepetibles, usted y yo, y los que nos están leyendo. Cada uno es único e irrepetible en la historia de la humanidad. Pero el individuo necesita un entorno, al individuo le resulta indispensable la cooperación social. “Individualismo” no es estar aislado. Al revés: es fomentar, estimular la cooperación social entre nosotros puesto que somos distintos. Es una bendición que seamos distintos. Si fuéramos iguales hasta la conversación sería un tedio espantoso porque sería igual que hablar con el espejo.

Percibo, Doctor, mucho debate interno de ideas. Discusión, grupos de estudio, esto de “el liberalismo es una navegación permanente”. Me pregunto si en nuestro país y en este momento, donde no sobra nada ni sobra nadie, es posible pensar en prosperidad. Milei llega con un apoyo popular enorme, pero eso también se puede dar vuelta pronto si no hay plata para pagar lo básico.

–Sí, yo no le puedo garantizar, Victoria, que eso no ocurra, lamentablemente. Deseo que no ocurra. Y deseo que se pueda ir al fondo del asunto, con todo el dolor de estas cirugías fenomenales que hay que hacer. Ahora: no tengo la bola de cristal, no sé cómo va a terminar. 

VDM/DTC

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