Hábitos

Cómo hacer compost en casa sin sufrir malos olores

Martín Frías

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¿Tirás a la basura las cáscaras de papa, los restos del café, las cáscaras de huevo y las pieles de banana? Todos estos residuos, en lugar de pudrirse en un vertedero junto a los envases de plástico y las latas de aluminio (que no se descomponen) podrían convertirse en biogás y compost, abono para plantas

Aunque la separación de la basura tiene décadas de historia, la basura general, esa que no son envases, ni papel ni vidrio, seguía desechándose sin separar hasta hace poco. Los nuevos contenedores de basura orgánica son (en teoría) obligatorios, pero también podemos ir un paso más allá y compostar nuestros propios residuos en casa. Solo necesitamos un cubo de compostaje. 

Qué es el compost y cómo se hace

El compost es un tipo de abono natural obtenido a través de la descomposición controlada de materiales orgánicos como restos de comida, hojas y ramas. Este proceso, realizado por microorganismos, transforma estos residuos en una sustancia rica en nutrientes que mejora la calidad del suelo y alimenta a las plantas. El compost es una muy buena alternativa natural a los fertilizantes químicos.

Un cubo de compostaje está diseñado para proporcionar un entorno adecuado para que se forme el compost. Por un lado, las bacterias y en ocasiones otros organismos, como las lombrices (que se dedican a transforman los restos), necesitan oxígeno. Esto quiere decir que el cubo debe estar aireado. No sirve un cubo hermético.

Además, para que los restos se descompongan y se forme el compost lo más rápidamente posible es necesario que el oxígeno llegue a todos los restos, por lo que es necesario removerlo varias veces al día. El proceso de compostaje también genera calor, lo que indica que hay actividad microbiana. Una temperatura adecuada acelera la descomposición y ayuda a destruir patógenos y semillas de malas hierbas.

Sin embargo, si el aire puede entrar quiere decir que los malos olores de las descomposición pueden salir. Esto podría ser admisible si el cubo está en un espacio al aire libre, pero es una mala idea en la cocina de un piso. Por eso los cubos de compostaje suelen tener una tapa con filtros de carbón activado que permiten la aireación pero absorben los malos olores. A pesar de los filtros, nada se puede hacer cuando se abre el cubo para tirar nuevos residuos. 

Un cubo más, separado del resto de la basura, que desprende calor, malos olores y que hay que remover cada poco tiempo. Dicho así, el compost no parece una gran idea para un piso pequeño, incluso si queremos alimentar nuestras plantas de forma sostenible. Por eso hay soluciones que harán mucho más sencillo y agradable el compostaje en casa. 

Los cubos de compostaje

Los modelos de cubos de compostaje más pequeños y sencillos se pueden colocar en el mostrador de la cocina, cerca de la zona donde cortamos y preparamos las verduras, por ejemplo. En estos modelos, la tapa tiene un filtro de carbón activado para atrapar y absorber olores y mantener alejados a los insectos. Como se trata de cubos pequeños, de alrededor de cinco litros, no es necesario remover el compost. 

También son compatibles con las bolsas de basura biodegradables de tamaño pequeño. De este modo podemos decidir si dejamos los restos para obtener compost o colocamos la bolsa con los restos en el contenedor de residuos orgánicos. 

Qué poner en el cubo de compostaje (y qué no)

El ambiente dentro del cubo de compostaje es clave. Se debe mantener un equilibrio entre materiales 'verdes' ricos en nitrógeno, como restos de frutas y verduras, y materiales 'marrones' ricos en carbono, como hojas secas. Este equilibrio es crucial para mantener una relación adecuada de carbono a nitrógeno, favoreciendo así la actividad microbiana. Los aceleradores en formato líquido o en polvo aseguran este equilibrio y añaden además enzimas para que el compost salga bien y rápido.

Estos son los restos que pueden ir al cubo de compostaje:

  • Cualquier fruta o verdura, incluidos el corazón, las cortezas, los tallos, las cáscaras, las semillas, la cáscara y el hueso.
  • Cáscaras de huevo.
  • Hierbas recién cortadas o arrancadas.
  • Recortes del jardín o las macetas.
  • Cereales integrales como arroz, quinoa o granos de trigo.
  • Bolsitas de té sin las grapas y hojas de té usadas.
  • Alcohol con bajo contenido en azúcar.
  • Legumbres.

Pero no todo vale. Estos son algunos de los restos que nunca debemos poner en el cubo de compostaje:

  • Huesos y espinas de pescado, a no ser que el cubo lo indique explícitamente.
  • Restos de huevos (la cáscara sí).
  • Lácteos como queso o yogur (producen malos olores).
  • Restos de aceite y grasas.
  • Pan y bollería, especialmente dulces.
  • Plástico y otros residuos no biodegradables.

Compostar los residuos orgánicos es una forma de reducir la carga de desperdicios y, sobre todo, una forma más sostenible de utilizarlos que tirarlos mezclados con la basura general.