Argentina se ubica entre uno de los dos países con mayor desigualdad educativa de América Latina

Con 46% de los chicos de tercer grado que no comprende lo que lee y sólo un 13% de los estudiantes que termina su instrucción secundaria a tiempo y con los conocimientos adecuados, la calidad de los aprendizajes de los alumnos argentinos cae cada año un poco más. Y aunque el retroceso afecta a todos, en algunos casos, golpea más fuerte que otros: la brecha entre quienes tienen mejores y peores desempeños se amplió en la última década y convirtió a la Argentina en uno de los países con mayor desigualdad educativa de Latinoamérica.

Así lo muestran los resultados de las evaluaciones TERCE 2013 y 2019 de la UNESCO relevadas por el Observatorio de Argentinos por la Educación en su informe “Desigualdad y aprendizajes. Comparaciones entre Argentina y América Latina”. El estudio se realizó en función de las evaluaciones de Lengua y Matemática que tomó la Unesco en 14 países de la región a los alumnos de tercer grado a lo largo de esos seis años, es decir que no incluyó el facto de la pandemia. A partir de esos datos, se midió la calidad de los aprendizajes en dos competencias básicas para la correcta inserción laboral y desarrollo de los estudiantes como Lengua y Matemática mientras que, a través del coeficiente de Gini, se mide la dispersión de los puntajes obtenidos en las pruebas estandarizadas. Y, para ambas asignaturas, la brecha de aprendizajes entre los alumnos debería activar alarmas entre los dirigentes nacionales.

Lengua encierra las mayores desigualdades: de un total de 14 países bajo análisis, en 2019, Argentina se encuentra en el puesto 13°, un retroceso de 2 posiciones respecto de la evaluación llevada a cabo en 2013. Sólo Paraguay presenta una brecha más amplia en materia de comprensión lectora y prácticas del lenguaje. Sin embargo, a la situación a nivel nacional ─como si no fuera lo suficientemente preocupante ya─ debe sumarse el hecho de que el promedio de los puntajes obtenidos por los estudiantes en esta asignatura se redujo.

Una situación similar puede observarse en lo que respecta a Matemática. Si bien la ampliación de las desigualdades no fue tan drástica como en el caso de Lengua ─en tanto Argentina pasó de ocupar el puesto 10° en 2013 al 11° en 2019─, el desempeño promedio en esta asignatura también disminuyó. De este modo, no sólo aumentó la dispersión para ambas materias, sino que, además, el rendimiento general de los estudiantes cayó.

Y es esperable que la situación haya empeorado en los últimos años. El documento de Argentinos por la Educación, con autoría de Montserrat Serio (Universidad Nacional de Cuyo), Eugenia Orlicki y Leyre Sáenz Guillén, sólo contempla los resultados educativos pre pandemia. El aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) y la instrucción a distancia derivadas del COVID-19 obligaron a padres a adoptar roles docentes para los que no necesariamente están preparados. La diferencia en la calidad de las enseñanzas que pudo impartir cada familia ciertamente podría contribuir a ampliar la brecha entre el alumnado.

“En la medida en que una mayor desigualdad e aprendizajes se convierte en mayor desigualdad en la distribución del stock de capital humano, las perspectivas de desarrollo dejan de ser muy optimistas”, advirtió Gustavo Maradona, profesor e investigador de la Universidad Nacional de Cuyo.

Lo cierto es que Argentina hoy es uno de los países con menores desigualdades en términos de ingreso en toda la región: se encuentra en el 4° puesto del total de 14 países incluidos en el estudio. Sin embargo, dado que la educación está fuertemente asociada a los ingresos de una persona en su vida laboral, es posible que la brecha actual se traduzca en una mayor dispersión de los ingresos en los años por venir.

“La educación es la herramienta de política social más eficaz para superar la pobreza y lograr una efectiva movilidad social. Sin embargo, sus efectos transformadores pueden ser fuertemente condicionados o aun neutralizados en presencia de resultados educativos bajos, junto a niveles altos y crecientes de desigualdad de los aprendizajes”, agregó Maradona.

En la misma línea se expresó David Jaume, afiliado al Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata. “El acceso universal a una educación de calidad es uno de los principales factores para que los individuos puedan desarrollar todo su potencial, mejorando sus ingresos, accediendo a mayores oportunidades y participando de una sociedad más cohesionada e igualitaria”, subrayó antes de poner el foco en las crecientes dificultades que atravesará el país.

“Argentina se ubica entre los países más desiguales de América Latina en términos de resultados educativos y, además, con mayor deterioro en su nivel promedio. Si bien el país todavía se ubica entre los de menor desigualdad de ingresos de la región, resulta preocupante que las desigualdades educativas de hoy se traduzcan en una mayor desigualdad de ingresos (y oportunidades) en el futuro”, planteó.

“Que las desigualdades educativas se hayan profundizado entre 2013 y 2019 debe ponernos en alerta: la desigualdad en los aprendizajes refleja inequidad en las oportunidades y refuerza la brecha de ingresos futura, dándonos una idea de qué esperar. En efecto, cuanto más dispares sean los conocimientos y las habilidades con las que se van los chicos del sistema educativo, mayores serán las desigualdades en los ingresos que obtendrán luego en el mercado laboral y más fragmentada se encontrará la sociedad en el futuro”, sumó Emmanuel Vázquez, investigador senior del CEDLAS.

"En la medida en que una mayor desigualdad e aprendizajes se convierte en mayor desigualdad en la distribución del stock de capital humano, las perspectivas de desarrollo dejan de ser muy optimistas

ACM/MG