La influencia de Juan Pablo II puede marcar la elección del próximo papa, tres cónclaves después

Son cinco. De distinta procedencia e ideología. Fueron nombrados cardenales jóvenes, muy jóvenes, y el tiempo les permitió participar en tres cónclaves, una situación inédita en la Iglesia católica. Dos de ellos incluso aparecen en las listas como papables para suceder a Francisco. Son los cinco electores que resisten desde tiempos de Juan Pablo II. Se podría dar la paradoja de que después de un papado progresista como el de Bergoglio surgiera un pontífice nombrado por un ultraconservador como Wojtyla… aunque no hay que olvidar que también fue el polaco quien nombró cardenal al argentino. Y es que la institución eclesiástica es bastante más compleja que los juegos de progresista-conservador a los que estamos acostumbrados.
¿Quiénes son los cardenales de Juan Pablo II que entrarán en el cónclave? El húngaro Peter Ërdo (72 años); el ghanés Peter Turkson (76); el francés Philippe Barbarin (74); el croata Josip Bozanic (76); y el bosnio Vinko Puljic (79). Los dos primeros aparecen en todas las quinielas, mientras el francés fue una de las estrellas del cónclave anterior, antes de caer en desgracia por unas acusaciones de encubrimiento que posteriormente se declararon falsas. El bosnio fue el protagonista de uno de los grandes enigmas del cónclave, pues primero anunció que no acudiría por prescripción médica, para después recular, obligando al Vaticano a rescatar una urna específica para enfermos: todavía no se sabe si votará, como el resto, en la Capilla Sixtina, o tendrá que hacerlo desde su habitación en la Casa Santa Marta.
El candidato del bloque conservador
El más conocido de todos es Ërdo. El cardenal de Budapest aparece como uno de los nombres (junto a Ander Arborelius) del bloque conservador, justo después del tridente formado por los italianos Pietro Parolin y Matteo Zuppi y el filipino Luis Antonio Tagle. De hecho, es señalado como el candidato soñado por el grupo ultra que encabezan Robert Sarah, Raymond Burke o Gerhard Müller para demoler, al menos en lo doctrinal, la herencia de Francisco.
En la práctica, Ërdo contaría con pocos apoyos, pero suficientes para bloquear la candidatura del secretario de Estado. O, por el contrario, apuntalarla. En Roma no son pocos los que hablan de una fórmula Parolin-Ërdo.

Aunque se le considera un férreo defensor de la tradición, muy en la línea del estilo del presidente turco Viktor Orban, el arzobispo de Budapest nunca rompió puentes con Francisco, con quien llegó a tener una buena relación: fue el único purpurado europeo que tuvo a Bergoglio dos veces en su diócesis. Entre sus puntos fuertes, su capacidad de entendimiento con otras religiones, aunque claramente no es un bergogliano: está en contra de las bendiciones a parejas homosexuales, de los divorciados vueltos a casar y es un defensor de las teorías de “guerra cultural”. Es miembro del Consejo de Economía de la Santa Sede y lleva años haciendo equilibrios entre los conservadores y moderados. Domina ocho idiomas, y sería un papa lejano al impulso sinodal implantado por Francisco. Trataría de poner orden en una curia que algunos consideran descarriada después de los 13 años del pontífice argentino.
El primer 'papa negro'
El otro papable que resiste desde tiempos de Juan Pablo II es Peter Turkson, quien en los últimos días ha subido su cotización en las casas de apuestas, acercándose a Parolin y Tagle e, incluso en algunas superando a Zuppi. El ghanés es canciller de la Pontificia Academia de Ciencias y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y prefecto emérito del dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, y se lo considera un hombre entre dos mundos. El posible primer 'papa negro', se formó entre África y Estados Unidos y desarrolló buena parte de su carrera en el ámbito social y científico de la Santa Sede.
Turkson nació en una familia humilde de diez niños y fue el primer clero de Ghana en convertirse en cardenal, en 2003. En 2008 ejerció de mediador en un consejo de paz después de unas ajustadas elecciones en su país que amenazaban con desembocar en violencia.

Tras unas polémicas declaraciones sobre las personas homosexuales, moderó su discurso, especialmente después de que las autoridades de algunos países africanos promovieran penas de prisión, en incluso la pena de muerte, para el colectivo LGTBI+.
Mucho menos conservador que Sarah o el congoleño Fridolin Ambongo, Turkson sería recibido como un pontífice puente entre dos modelos de Iglesia, y su designación sería un símbolo para la Iglesia africana, donde descansa –junto a Asia– buena parte del futuro de la Iglesia mundial.
Philippe Barbarin es el típico caso de purpurado estrella que acabó en el ostracismo. Uno de los candidatos sorpresa en el anterior cónclave (se hicieron famosas sus llegadas en bicicleta al Aula Pablo VI), licenciado en Filosofía en la Sorbona antes de entrar al seminario, fue nombrado cardenal en 2003 con apenas 53 años. Su figura creció entre los círculos intelectuales de la laica Francia hasta que en 2019 fue condenado en primera instancia por un tribunal francés, acusado de haber encubierto los abusos sexuales de Bernard Preynat a un grupo de scouts. Barbarin se apartó voluntariamente del cargo de arzobispo de Lyon y presentó su renuncia al papa, que no se la aceptó.
Un año después, fue absuelto de sus cargos en el Tribunal de Apelación. Una vez resuelto el dilema judicial, Francisco sí le aceptó la renuncia. Sin cargos pastorales, a sus 74 años entró de lleno en la disputa del precónclave al afirmar, en unas declaraciones a la revista Paris Match, que Parolin “no tiene la autoridad que se espera” de un Secretario de Estado, y “menos aún de un papa”. “¿Parolin? No lo veo como el próximo papa. Su gestión como Secretario de Estado no ha dado los resultados esperados”, resaltó.
Por su parte, las opciones de Bozanic son prácticamente inexistentes. Francisco aceptó su renuncia como arzobispo de Zagreb hace dos años, cuando todavía le quedaba un año para cumplir la edad reglamentaria para presentar su renuncia, los 75. Convencido europeísta, fue una de las caras de la Iglesia croata de las últimas décadas, y tuvo un cierto papel en los comienzos de la reforma económica de la Santa Sede.
¿Dónde votará Puljic?
Finalmente, Vinko Puljic, quien entra de los pelos en el cónclave. Por edad (cumplirá 80 años en septiembre) y porque su estado de salud es bastante crítico. Nombrado cardenal por Juan Pablo II en 1994, el arzobispo emérito de Sarajevo (vivió la guerra de los Balcanes en primera línea), anunció en un primer momento que su salud no le permitía viajar a su tercer cónclave. “Los médicos no me lo aconsejan y no siento que pueda soportarlo. No tengo previsto viajar a Roma a menos que el Vaticano me lo pida específicamente”. Posteriormente, rectificó y acudirá a Casa Santa Marta. Todavía no está claro si votará junto a los demás en la Capilla Sixtina o lo hará a distancia, desde su habitación. En todo caso, el suyo será uno de los 133 votos que servirán para alcanzar la mayoría de dos tercios (89) necesaria para la fumata blanca.
Junto a estos cinco, otros 36 cardenales no electores también conservan la impronta de Juan Pablo II. Entre ellos, algunos de los principales kingmakers de este cónclave: los italianos Angelo Scola, y Gianbattista Re, el hondureño Óscar Maradiaga, el canadiense Marc Ouellet, el austriaco Christoph Schönborn, el polémico cardenal del Opus Dei Juan Luis Cipriani … y el ya desaparecido de la escena vaticana precónclave, el español Antonio María Rouco Varela.
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