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María Cash: diez años de búsquedas, pistas falsas, sospechas y un enorme misterio

El 8 de julio de 2011 salió de una consulta médica y nunca más se supo de ella.

Alejandro Marinelli

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María Cash salió de la estación de ómnibus de Retiro rumbo a Jujuy. Durante cuatro días la vieron en las calles, en bares, en plazas y en hospitales. Hasta que al salir de una consulta médica nadie más recuerda habérsela cruzado. Una cámara de la autopista la mostraba cerca de Salta vestida con botas de gamuza beiges, jeans y un bolso rosa que llevaba cruzado como bandolera. Casi como si hubiera ido perdiendo retazos, en el camino hasta allí fue abandonando su valija llena de ropa que había hecho para vender, dos mochilas, su documento de identidad y el celular. Se la buscó como víctima de trata, se siguieron decenas de hipótesis, las desecharon, se ofreció una recompensa, se encontraron mensajes con pedidos de ayuda, pero ninguno llevó a una pista firme. Hoy se cumplen 10 años de su misteriosa desaparición.

Hacía tiempo que María buscaba un lugar que no encontraba. Había empezado carreras y las había abandonado. De Arquitectura a Indumentaria, cursos de meditación. Un local en Palermo para vender ropa. Se abrumaba en la Ciudad y siempre se quería ir. Un noviazgo largo que se terminó. Un pasaje de ida para Brasil, estadías en las sierras de Córdoba, en la Costa, en Bolivia, en Chubut. Le costaba quedarse quieta y seguía probando. Tuvo novios en esos destinos y los dejó para seguir un viaje que no sabía a dónde la llevaría. Volvía siempre a Buenos Aires, pero según el relato de amigos y familiares, siempre con la convicción de que ya no quería vivir más aquí. Así fue que el 4 de julio de 2011 partió hacia Jujuy. 

Llegó al norte un día y medio después, el 6 por la mañana. Todo el relato de lo que le sucedió en los tres días que la vieron allá se vuelve un tanto fantasmal. En un taller pidió cargar su celular, llamó a un amigo que vivía en Salta y no lo encontró. Luego llamó a la hermana del amigo. Ella le dijo que fuera para su casa, pero María le contestó que luego vería. No los volvió a contactar. A las pocas horas arrancó para el sur de la Provincia. Cerca de las 23, una cámara del peaje la tomó caminando de un lado para el otro, sin un rumbo claro, muy cerca de Salta. Ahí ya no llevaba sus cosas. Un par de horas después entró a un hospital en esa ciudad. Se sentó en la sala de espera y cuando la llamaron no reaccionó. No se dejó atender y salió sin hablar. El jueves 7 la vieron pasear por Salta. El día siguiente, el de su desaparición, a María la volvió a tomar una cámara del peaje. Hizo dedo y la levantaron un par de veces rumbo a Jujuy. Desde un locutorio mando correos a una amiga pidiendo que le manden los contactos de nuevo porque ya no tenía su celular. Por la tarde, fue a un consultorio médico en el centro de esa ciudad. Esa vez se dejó atender. Se llevó unas recetas y se fue. Nunca más la volverían a ver. 

Desde ese día, a María la buscaron primero en las dos provincias y luego en todo el país. Su cara estuvo en los medios, en carteles en la calle, en las lunetas de los autos. Apenas apareciera alguien tenía que identificarla, se esperanzaban los padres. Pero el tiempo pasaba y María no aparecía. La causa se inició como búsqueda de paradero en un juzgado de Instrucción. Se hicieron rastrillajes con perros y dos allanamientos en Rosario de la Frontera y en Metán, en Salta. Se giraron pedidos de informes a los hospitales y centros de salud mental de todas las provincias. Les tomaron testimonios a todos los que la vieron y ninguno entregó algún dato preciso. Durante la investigación se recibieron muchos datos falsos que complicaron con su chequeo. Al presumirse que María había sido víctima de trata, la investigación pasó al juzgado Federal de Servini de Cubría y luego a la Justicia Federal salteña, donde aún la causa sigue abierta. 

La familia nunca desistió de la búsqueda. Su papá, Federico Cash, estuvo casi tres años recorriendo Argentina. Alguna vez denunció que lo amenazaron para que dejara de buscarla. Federico murió en un accidente en 2014 cuando viajaba por una ruta del interior de La Pampa, repartiendo folletos con la cara de su hija. Dos años después de su muerte, la familia Cash anunció que dejaría de buscar porque no contaba con recursos para seguir. En ese momento, el gobernador de Salta decidió aumentar la cifra de la recompensa.

Un año más tarde, en 2017, en dos estaciones de servicio en Chubut y Santa Cruz, encontraron mensajes escritos que decían: “Ayuda, soy María Cash, me llevan a un pueblo de Las Heras en auto blanco Sandero DEN 232. Avisen, auxilio”. Tampoco el chequeo de esa información prosperó. En 2018, a partir de la denuncia de una mujer, se realizó un ADN en un cráneo encontrado en Bolivia. La mujer sostuvo que efectivos de las fuerzas federales eran responsables de la desaparición de la joven. El análisis genético dio negativo. 

El año pasado, el hermano y la mamá de María difundieron una imagen actualizada de cómo sería su cara con diez años más. De la confección estuvieron a cargo de un grupo de peritos que trabajaron en el caso Sofía Herrera, la nena de tres años desaparecida en 2008 en un camping de Río Grande, de quien también se difundieron retratos actualizados.

Este año, una mujer testigo en una causa de trata en Salta denunció que su marido y unos agentes penitenciarios habían participado del secuestro de la joven. “Nunca salió de Salta y no creo que esté viva”, dijo. Los fiscales a cargo de la investigación no encontraron una prueba que los llevara a pensar que la versión era cierta. 

Esta semana, al cumplirse 10 años de la desaparición, la madre y el hermano de María irán a Salta. Se reunirán con el juez federal y con el fiscal que lleva adelante la investigación y con el área de Gendarmería que realizará una revisión de tramos de la causa para ver si encuentran algún elemento que se haya pasado por alto en el pasado. El equipo es el mismo que revisa el caso de Guadalupe, la nena de 5 años desaparecida en San Luis.  

AM

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