Día de la Tierra Informe sobre prensa y crisis climática

Los medios latinoamericanos ven la transición energética solo desde una perspectiva económica y de negocios, según un estudio

Luego de examinar más de 1.200 artículos informativos en varios de los países con mayor población de América Latina, un análisis de medios advirtió sobre la escasa presencia de periodistas especializados en la cobertura regional de la transición energética para enfrentar el cambio climático. Además, el enfoque centrado en los negocios se impuso (en algunos países de manera abrumadora), mientras que los gobiernos nacionales constituyeron la principal fuente de información junto a representantes de las empresas. Entre otros hallazgos, se destaca la ausencia de explicaciones científicas, líderes comunitarios y enfoques centrados en la ecología y la pobreza. 

Para Itzel Gómez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinadora del estudio, “es un tema que va a seguir en las agendas, y si no están preparadas las redacciones, las va a agarrar por sorpresa y va a pasar lo mismo que con el covid-19”. Por su parte, para la socióloga Maristella Svampa, especializada en estudios críticos sobre energía, “la visión hegemónica de la transición energética que podemos rastrear a través de los medios de comunicación no pone en debate las causas estructurales de la emergencia climática” y por ello “tiene patas cortas”.

El mayor desafío de la humanidad 

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son el desafío más grande al que se enfrentan los seres humanos. Al menos así lo dejó en claro una encuesta realizada por Unesco en 2021 a unas quince mil personas, siendo el 57 % menor de 35 años. El tema es tan preocupante que en marzo el propio presidente Alberto Fernández expuso durante la primera reunión del Gabinete Nacional de Cambio Climático acerca de las consecuencias concretas de este fenómeno y advirtió sobre la necesidad urgente de tomar medidas, como un cambio en la matriz energética junto a otros países latinoamericanos. “La situación es mucho más que preocupante y la tragedia está a un paso”, advirtió en dicha ocasión.

Sin embargo, la cobertura mediática de la transición energética ha presentado serios déficits, según un reciente análisis de medios de Climate Tracker. La plataforma internacional de periodismo reclutó a doce investigadores que, entre agosto de 2020 y noviembre de 2021 –cuando se celebró la COP26 de Glasgow–, analizaron la cobertura de seis medios nacionales en Argentina, Chile, Brasil, Colombia, México y República Dominicana, algunos de los países con mayor población de la región. Los medios fueron escogidos según sus características principales: uno de gran difusión, uno público, dos regionales, un nativo digital y una revista especializada, y se utilizaron dos metodologías: una cuantitativa, que fue el análisis de contenido, y otra cualitativa, llamada análisis de encuadre.

Con el foco en los negocios

Los resultados arrojaron que los medios latinoamericanos comunican la transición energética desde un enfoque económico, principalmente de negocios, con el 33 % de los casos examinados, en desmedro de otros encuadres, como el ecológico, la investigación o la pobreza. En Brasil el enfoque de negocios alcanzó el 61,2 %, mientras que en Argentina fue del 30 %.

“Había muchísimas notas en donde se hablaba, por ejemplo, de la inversión que iba a tener una planta, supongamos, de energía solar o eólica, y que esto iba a generar incentivos económicos positivos, pero nada más”, explica en diálogo con elDiarioAR Itzel Gómez, investigadora de Climate Tracker y editora del Laboratorio de Periodismo de Ciencias de la UNAM. “Muy pocas notas hablaban de los enfoques ambientales o sociales. Era muy sesgado, una visión muy particular de la realidad. No incluir más encuadres solo nos da esta visión que nos cuentan los medios de comunicación, pero la realidad es poliédrica”.

Consultada por elDiarioAr a propósito de los resultados del estudio, la socióloga argentina e investigadora principal del Conicet Maristella Svampa apuntó que “existe efectivamente la construcción de una visión hegemónica de la transición energética, que podemos rastrear a través de los medios de comunicación, muy ligada a la visión de una transición corporativa y privatista que ve en el cambio de la matriz energética una oportunidad de negocios”.

Svampa, que es coordinadora del Grupo de Estudios Críticos e Interdisciplinario sobre la Problemática Energética (Gecipe), opina que lo que se desprende de la cobertura mediática “es una visión que no cuestiona el crecimiento ilimitado, no pone en debate las causas estructurales de la emergencia climática, ni la crisis socioecológica ni tampoco cuestiona el modelo de consumo, sino que se basa en el discurso de la modernización ecológica y la economía verde, y que está basado en la financiarización de los bienes naturales, sobre todo en el mercado del carbono”.

Esta imposición de una visión “economicista” y “tecnocrática” de la transición energética se complementa con otra tendencia que deja en evidencia el estudio. Los medios tampoco explicaron a la audiencia qué es la transición energética: en el 93,4 % de los casos analizados no se definió el concepto. Por ejemplo, en Colombia, de las 190 piezas informativas examinadas solo cuatro lo explicaron (2,1 %).

Los medios en su mayoría tampoco mencionaron los pasos para alcanzar la transición. Por ejemplo, en México, de 252 piezas solo en el 28 % de los casos se señaló la matriz energética inicial, mientras que en el 22 % solo se mencionó la frase “transición energética”. Únicamente en el 8 % se indicó la matriz inicial, la ruta y la matriz final. Sin embargo, energías renovables como la eólica o la solar fueron las más mencionadas como matriz final de la transición, mientras que los biocombustibles, el biometano y el gas natural aparecieron en un segundo lugar, bajo el rótulo “otros”. Pero un tercer segmento ni siquiera especificó la energía a la que se debe llegar. 

No hay espacio para la ciencia ni para explicar a la sociedad

La cobertura tampoco asignó un rol importante a la ciencia: en el 89,1 % de los casos analizados no se presentaron explicaciones científicas. Solo en Chile, 16 de 195 piezas sí lo hicieron, con preguntas tales como cuáles son los efectos del aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, cómo funciona una planta termosolar o cómo se produce el hidrógeno verde. Pero en el resto de los países las explicaciones científicas fueron aún más contadas. Por ejemplo, en los medios dominicanos solo se publicaron cuatro artículos con estas características durante todo el periodo analizado.

En cuanto a las fuentes de información, los representantes de los gobiernos se impusieron en el 22,7 % de los casos, seguidos por los de las empresas (14 %) y los informes científicos (13,8 %). En contraste, la presencia de líderes o miembros comunitarios fue marginal, así como también la aparición de investigaciones de los propios medios. En cuanto a la representatividad de género, el análisis mostró la desigualdad en las fuentes vivas de información: poca presencia de mujeres frente a una abrumadora mayoría masculina. En Brasil, las fuentes femeninas apenas constituían el 17,1 % ante un aplastante 82,9 % de fuentes masculinas.

En consonancia con estas tendencias, no es de extrañar que la cobertura latinoamericana también carezca de oportunidades para explicar en profundidad el cómo y el porqué de la transición energética. Esto se expresó en el hecho de que el 58,5 % de los artículos obedecieron al formato de nota corta, mientras que solo el 12,5 % lo hicieron al de nota larga. A su vez, las notas informativas se impusieron con el 54 %, contra un 18 % de notas de opinión o editoriales y un 6,8 % de reportajes.

Según Gómez, esto se debe más bien a un tema de jerarquización de la información: “El argumento de que no hay tiempo ni espacio no lo podemos aceptar en tanto que se le está destinando, en orden de prioridad, un segundo lugar a las notas de opinión. En el 6 % de los casos se trató de reportajes, que es un género de profundidad, que requiere más tiempo para explicar, dar contexto, incluir elementos informativos que ayuden a las personas a entender los fenómenos como tal”.

La investigación y el periodismo, en el ejercicio mismo, tienen tiempos completamente opuestos, explica la especialista, quien colabora con medios públicos aztecas tales como TV UNAM y Radio Educación. “En el periodismo la nota es para ya, en la investigación no. Necesitamos tiempo para analizar qué fue lo que se hizo, qué fue lo que se publicó”, dice Gómez. “Estas mediaciones de estas dos actividades permiten repensar cómo estamos haciendo y cómo los medios de comunicación están haciendo su trabajo. Es fundamental, porque creemos que lo que pasa es que tal vez los periodistas y los editores no están tomándose el tiempo para repensar sobre cómo están contando sus historias”, lamenta.

El análisis de medios de Climate Tracker también expuso la reducida presencia de periodistas que cubren la transición energética en la región: solo en el 58 % de los casos las piezas informativas estaban firmadas por algún autor, mientras que en el 23 % estaban firmadas por la redacción y en el 11 % no tenían firma. Estos resultados se agravaron para el caso dominicano, en donde se imponían con el 46 % las firmas de la redacción, mientras que el 23 % no contaba con un autor reconocible.

“No hay periodistas especializados”, reclama Gómez. “Entendemos que al ser un problema global –y algunos economistas lo llaman el desafío del siglo– va a estar sí o sí en los medios de comunicación. Un poco como lo que pasó con el covid-19: sí o sí los periodistas tuvieron que adentrarse a temas como la epidemiología, virología, etc. Nosotros estamos anticipándonos. Informemos a los periodistas sobre cómo están haciendo su trabajo y cómo lo pueden mejorar, para así darle a la ciudadanía la información que requiere”.

El caso argentino: el paradigma del litio y el gas natural como “puente”

Durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, Alberto Fernández apeló al desarrollo de “una industrialización verde para una transición ecológica justa”, reemplazando “tecnologías y fuentes energéticas contaminantes por otras que reduzcan considerablemente o eliminen emisiones tóxicas”. Palabras claves: hidrógeno verde, litio, energías renovables, economía circular, fabricación nacional de equipamiento y reconversión tecnológica con eje en el trabajo argentino. “Reduciremos las emisiones de carbono impulsando un fuerte despegue productivo”, prometió el presidente.

Sin embargo, el estudio de Climate Tracker arrojó que, en la cobertura mediática nacional de la transición energética, este concepto solo fue definido en el 20 % de los casos, mientras que el 80 % no lo hizo. Además, el enfoque económico se impuso sobre el ecológico (30 % y 24,7 %, respectivamente) y la investigación (16,7 %). En cuanto a los plazos de la transición, el 55 % de los artículos no los mencionaron, y las explicaciones científicas estuvieron ausentes en el 66 %. La única contratendencia significativa reside en las fuentes: se impusieron los informes científicos (15 %) y los testimonios científicos (14 %) por sobre los representantes del Gobierno (13 %).

Svampa recomienda un artículo del investigador Felipe Gutiérrez, que ha sido incluido en La transición energética en la Argentina. Una hoja de ruta para entender los proyectos en pugna y las falsas soluciones (Siglo XXI Editores, 2022), trabajo recientemente publicado y que ha coeditado junto a Pablo Bertinat, también coordinador del Gecipe y director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional.

“Efectivamente lo que se analiza es cómo el debate de la transición energética entró en la agenda pública argentina de la mano del desabastecimiento a partir de 2007-2008 y cómo este se resignificó vinculándose a la explotación del gas natural no convencional en Vaca Muerta, una transición ligada a lo que en lenguaje corporativo llaman ‘a gas natural como combustible puente’”, explica. “Ahí vemos cómo se construye de manera paradigmática una visión corporativa privatista que, además, ni siquiera postula el abandono de la matriz energética fósil”.

El llamado “oro blanco” también es emblema de esta visión hegemónica: “Lo vemos de manera paradigmática en el caso del litio, en donde las grandes corporaciones aterrizan con el discurso de la transición energética, pero claramente esta se hace en clave corporativa y privatista, y solo beneficia a los grandes centros globales que efectivamente manejan la cadena global del litio”.

Un debate internacional en curso

Pero Svampa no se desanima e invoca otras experiencias: “No podemos quedarnos con una visión lineal de que la transición energética no está en disputa porque lo que aparece en los medios es una visión corporativa y privatista”, retruca. “También hay otra agenda, porque la transición energética es realmente una problemática enorme y muy compleja que tiene sus aristas y sus agendas en diferentes escalas. Hay una discusión global que ha habilitado la pandemia, sobre todo en el norte global, que aparece ilustrada por las propuestas de Green New Deal que buscan articular la justicia social con la justicia ambiental”.

La socióloga señala el caso de los países del sur global, particularmente de América Latina, en donde se propone pensar la transición en términos de transición justa, lo que implica un abordaje geopolítico en el que la deuda ecológica tiene un rol fundamental. “No basta con cuestionar la visión corporativa privatista que avanza de manera predatoria en nuestros territorios, también hay que cuestionar la visión de los pactos verdes que se quedan en una lectura nacional o regional de la transición (en clave norte), sin tener en cuenta efectivamente cuáles son los tipos de impacto que tiene esa transición en los territorios del sur”.

De acuerdo a la investigadora, la transición justa, pensada desde el sur y ausente en la agenda hegemónica, está “muy vinculada a las luchas ecoterritoriales y a categorías-horizontes elaboradas al calor de estas luchas, como los derechos de la naturaleza, el paradigma de la interdependencia entre justicia social y justicia ambiental, y que busca construir una sociedad basada en la vida digna, con la autonomía de las poblaciones en un lugar central. Esto es lo que con Pablo Bertinat y otros llamamos transición justa y popular desde los pueblos del sur”. 

Más periodismo climático y más reflexivo

Itzel Gómez insiste en la gran responsabilidad de los medios: “Juegan un papel fundamental en esa transición energética. Primero, para informar a la ciudadanía; segundo, para apuntar, señalar y cuestionar las políticas públicas que se estén llevando a cabo en cada uno de estos países, y tercero, porque los medios de comunicación también ponen a discusión pública los temas. Con estas tres razones consideramos que no se está hablando lo suficiente sobre la transición energética ni tampoco está siendo discutida a nivel público, por lo que es esencial llevar este tema a los medios de comunicación”.

En sintonía con la tendencia regional, en Argentina las salas de redacción también atraviesan una “crisis ambiental”. La nota mediana se impuso con el 46 % por sobre la corta (35 %); la nota informativa con el 36 % por sobre la nota de opinión (9 %) y el reportaje (3 %). Aunque las notas firmadas se impusieron en el 67 % de los casos estudiados (habiendo un 25 % de notas sin firma y un 7 % de notas firmadas por la redacción), esto no ayuda a contrarrestar las tendencias al abordaje superficial y tecnocrático de la transición en la Argentina.

“Es importante cubrir eventos del Gobierno, pero es fundamental entender los fenómenos y lo que nos acontece, y es parte de lo que hace el periodista: darle ese entendimiento a la ciudadanía. Entonces, necesitamos el tiempo, la comprensión y el espacio, la contrastación de fuentes (algo básico en el periodismo), y eso no lo vimos en el estudio. Está ausente en la cobertura de los medios de comunicación”, indica Gómez.

“Si no están preparados los periodistas y editores en las redacciones, los va a agarrar por sorpresa y va a pasar lo mismo que con el covid. Lo que queremos es anticipar que, dado los efectos del cambio climático, podamos ser conscientes como periodistas y editores sobre la relevancia que tiene este tema, y sobre todo el impacto que podemos generar en nuestras regiones, en nuestros Gobiernos, en las políticas públicas y sobre todo en los ciudadanos”, concluye.

RA