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Los países buscan un pacto mundial para frenar la oleada de basura de plástico

Desechos amontonados en la playa de Mahim cerca de la costa del mar Arábigo, en Bombay (India).

Raúl Rejón

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El mundo “se ahoga en plástico”, afirma sin matices la ONU. Cada año se generan unos 300 millones de toneladas de basura plástica que terminan, al final del camino, en el mar. Los países admiten que la escalada de desechos es insostenible y se aproximan a un “tratado vinculante” contra la contaminación plástica durante la Asamblea de Medio Ambiente que se celebra en Kenia.

“El problema afecta ya a cualquier parte del planeta. La basura de plástico está fuera de control”, cuenta Julio Barea, de Greenpeace. 6,1 millones de toneladas se filtraron a los entornos acuáticos y 1,7 millones fluyeron hasta los océanos en 2019, calcula la OCDE.

La organización explica que “se calcula que hay 30 millones de toneladas de basura plástica acumulada en el mar y 107 millones en los ríos” esperando a desembocar en los océanos. “El flujo durará décadas incluso si los residuos se reducen significativamente”.

En este contexto, Greenpeace se mostró optimista sobre que, por primera vez, “193 países repiensen cómo fabricamos, usamos, comercializamos y gestionamos los plásticos. Así que celebramos que se haya abierto, por fin, este melón”.

El problema es la cantidad ingente de plástico que se produce y la “adicción”, como la llama el Programa Medioambiental de la ONU (PNUMA), a los objetos de usar y tirar. La aceleración plástica fue imparable: entre 1950 y 1970 la cantidad de basura plástica era “relativamente pequeña”, explica el PNUMA, y por lo tanto “manejable”.

A partir de ahí todo se disparó: en los siguientes 20 años esa basura se triplicó. En la primera década de los 2000 se generaron más desechos plásticos que en los 40 años precedentes. Actualmente, el cálculo es que se crean 300 millones de toneladas de desperdicios de plástico cada año. Es el equivalente al peso de toda la humanidad.

Además de objetos bien visibles, los microplásticos, que miden menos de 5 milímetros, son la principal basura marina. Se acumulan en las costas y en el centro de los océanos. Su alteración del ambiente marino hizo que surgiera un nuevo ecosistema microscópico en este entorno que los científicos llamaron “plastisfera”. Microorganismos que medran en este material y viajan en él.

Un acuerdo similar al del cambio climático

“El mejor escenario que puede salir de la asamblea es que se inicien las negociaciones para un tratado vinculante sin cortapisas”, analiza José Luis García Varas, responsable del programa marino de WWF. Una decisión así “tendría un nivel similar a lo que ocurrió con el Acuerdo de París contra el cambio climático”, concluye.

Alrededor de un millón de botellas de plástico se adquieren cada minuto en el mundo. Y cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año

Programa para el Medio Ambiente de la ONU

El reciclado no basta

Lo cierto es que las cifras globales son apabullantes. “Alrededor de un millón de botellas de plástico se adquieren cada minuto en el mundo. Y cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año”, calcula la ONU. La mitad de todo el plástico fabricado, 460 millones de toneladas en 2019, “está diseñado para utensilios de un solo uso”.

“Las medidas deberían tocar todo el ciclo de vida del plástico, no solo al final con el reciclaje”, reclama el representante de WWF. De hecho, con reciclar no basta: solo el 9% de los residuos de plástico se reciclan, calculó la OCDE. Se recoge más, alrededor del 15%, pero mucho se descarta. “Un cuarto de la producción mundial escapa a la gestión de residuos y termina en vertederos incontrolados o, directamente, en el medio ambiente terrestre o acuático”.

“En nuestra opinión, la solución va más allá de medidas como el reciclaje o la reutilización”, explica la experta María Ángeles Martín Lara, ingeniera química de la Universidad de Granada. Y añade: “Implica, incuestionablemente, limitar el uso, principalmente de usar y tirar, y reducir drásticamente la producción global”. Su compañera Verónica Godoy entiende que un tratado vinculante sería un instrumento “muy interesante porque uniría toda la cadena de valor, el ciclo de vida completo y eso supone no solo los macroplásticos, sino también los micro, que tienen una normativa todavía escasa y ambigua”.

“La gravedad de la contaminación por plásticos tiene un alcance global. No basta solo con actuaciones por países”, señala García Vargas. “El plástico afecta a todos los seres del planeta”.

RR

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