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Al ritmo actual, en solo 11 años el mundo superará el límite de emisiones de CO2 que marca una catástrofe medioambiental

Central termoeléctrica de Tula, en México, señalada por Greenpeace por sus altas emisiones de CO2

Raúl Rejón

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Al ritmo actual, en solo 11 años, los seres humanos habrán lanzado a la atmósfera todo el carbono que puede liberarse –en forma de gases de efecto invernadero– para detener el calentamiento de la Tierra en 1,5ºC al final de siglo. Esa es la situación que deja el repunte de emisiones de CO2 en 2021 y la brecha que hay que cerrar en la COP de Glasgow, como han advertido los científicos.

El límite de 1,5ºC se ha convertido en el objetivo principal, al menos público. Salir de Glasgow con la posibilidad todavía cierta de contener la subida de la temperatura global en esa línea es uno de los trabajos fundamentales de la COP26. “Debemos enfocar nuestra atención en mantener los 1,5 grados”, pidió el naturalista David Attenborough, en la inauguración de la cumbre. Incluso los países del G20 –responsables del 80% de las emisiones mundiales– se comprometieron en el día uno de la COP a fijar ese techo de calentamiento.

Los cálculos hechos públicos este jueves por Global Carbon Project muestran que el presupuesto de carbono disponible para tener posibilidades de mantener la temperatura global por debajo de los límites establecidos en el Acuerdo de París –los márgenes de seguridad– “se han reducido”. Tras la caída de emisiones de 2020 por la COVID-19, este año se le está dando un bocado mayor a ese presupuesto.



La cuestión es que, para frenar el recalentamiento en 1,5; 1,7 o 2ºC a final de siglo, existe un volumen aproximado de carbono que puede añadirse a la atmósfera. Tras toda la cantidad de gases ya liberados y aposentados, resta una cantidad que los científicos llaman presupuesto de carbono. Al no haberse frenado las emisiones de CO2 durante años y recuperar ritmo este curso, esa cantidad se achica. Va de las 420 Gigatoneladas (Gt) para el umbral más exigente a las 1.250 Gt para el escenario más permisivo de los dos grados extra.

Solo desde 2015, cuando el mundo se puso de acuerdo en que era necesario detener el cambio climático limitando el recalentamiento que provocan los gases invernadero, las emisiones siguieron creciendo, gastando cada año más presupuesto. Solo el año agudo de la pandemia revirtió la escalada. Ya no.

Los números que estima este grupo internacional de investigadores de las universidades de Exeter, East Anglia y Standford además del Centro Cicero para investigación del clima de Oslo, dicen que, con el nivel de emisiones de este año, ese presupuesto se habrá gastado dentro de 11 años para el límite de 1,5 ºC, en 20 años para el umbral de 1,7ºC y 32 años para el de 2ºC.



Por eso, mantener a la Tierra dentro de ese presupuesto, y durante más tiempo, obliga pues, a recortar el volumen de CO2 lanzado. La ONU calculó en 2019 que la rebaja debería ser de un 50% para el año 2030. “Alcanzar el objetivo de emisiones netas cero en 2050 implica reducir en 1,4 Gigatoneladas cada año” lo que muestra “la magnitud de la acción necesaria”, ilustran los autores, que insisten en que “el rebote de las emisiones a medida que las economías se recuperan de la pandemia refuerza la necesidad de una respuesta inmediata”, en Glasgow.

Como ya se ha sabido antes de comenzar las negociaciones en la COP26, los planes climáticos actualizados este año por las partes tienen un efecto agregado de aumento de las emisiones en un 16% respecto a las de 2010 para el final de la década. La temperatura se iría así a 2,7ºC extras. Esa es la brecha.

Y ese es el volumen de gases que la Humanidad puede permitirse para salvar “los márgenes de seguridad que estamos dispuestos a admitir”, como los ha definido la Oficina Española de Cambio Climático. Calentamiento del planeta ya hay y va a aumentar en alguna medida. Consecuencias por ese calentamiento, que altera el clima, también. Limitar la subida de temperatura amortiguaría los impactos de fenómenos extremos, de la subida del nivel del mar o la desaparición de glaciares.



“El rebote de las emisiones provenientes de los combustibles fósiles refleja una vuelta a la economía pre-COVID basada en esos combustibles” concluye esta prospectiva. Los datos sustentan esta afirmación: el CO2 que causa el uso de petróleo va para arriba, aunque se queda por debajo del nivel pre-COVID, el carbón se acerca a ese umbral y el gas –agente crucial en la subida rampante del precio mayorista de la electricidad en España y Europa– va hacia su máximo histórico de emisiones. “El CO2 conjunto de gas y carbón va camino de superar en 2021 el volumen de caída de 2020”.



¿Quiénes están regresando a esos patrones? Pues mirando el desglose por países, sobre todo los más contaminantes, casi todo el mundo. Se proyecta que, al acabar este año, China haya lanzado un 4% más de gases, EEUU un 7,6% más (tras caer un 10% el año pasado) y la Unión Europea otro 7,6% de aumento (su caída en 2020 fue del 10,6%). India también va a incrementar su nivel de emisiones un 12%.



“Un nuevo incremento en 2022 no puede descartarse si el transporte por carretera y la aviación regresan al tipo de actividad anterior a la pandemia”, analizan estos científicos.   

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