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Uno de los últimos ríos salvajes de Europa se libra de la destrucción convertido en parque nacional

Uno de los meandros del río Vjosa, en Albania

Alejandra Mahiques

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Está en Albania y se llama Vjosa, como la presidenta de Kosovo y otras muchas mujeres que nacen cerca de su orilla. Este río, que como una espina dorsal recorre de un extremo a otro este pequeño país de Europa, uno de los más pobres del continente, ha pasado de ser un símbolo nacional y un nombre propio femenino, a convertirse en uno de los pocos ríos del mundo en ser declarado parque nacional.

Con 80 kilómetros al otro lado de la frontera con Grecia, la protección incluye, por ahora, los 190 kilómetros por los que discurre en territorio albanés, donde el agua fluye de manera salvaje, sin ningún tipo de barrera ni obstáculo artificial.

Firmado en marzo de 2023, el acuerdo supone un hito en la historia del conservacionismo y de la protección ambiental. Hace del Vjosa el modelo a seguir para otros ríos de la región balcánica. Esta zona de Europa concentra el mayor número de aguas fluviales no intervenidas del continente, algo que organizaciones no gubernamentales, comunidades locales y activistas ambientales están decididos a preservar.

“Ningún joven europeo sabe cómo es un río vivo, en estado salvaje, porque en el resto de Europa ya no existen”, afirma Ulrich Eichelmann, fundador de la organización Riverwatch y uno de los activistas que lleva una década trabajando para proteger el Vjosa y sus afluentes.

De un agua prístina y enclavado en un paisaje idílico de valles y montañas, este río, el segundo más largo de Albania, nace en los montes del Pindus, en Grecia, discurre por estrechos cañones, llanuras y bosques a lo largo de 270 kilómetros hasta que desemboca en la costa adriática albanesa, formando un amplio delta. Su hábitat registra más de 1.100 especies diferentes de flora y fauna, entre las cuales 15 se encuentran seriamente amenazadas.

Animales como la nutria, el alimoche o el lince balcánico, del que se calcula que solo quedan 15 ejemplares en el país, dependen de él, al igual que un tercio de la población nacional, la mayor parte habitantes de pueblos pequeños que viven de la agricultura y del pastoreo. “La gente que ha crecido a orillas de este río se siente muy orgullosa de él y no puede imaginar su vida sin el Vjosa”, relata Besjana Guri, cofundadora de Ecoalbania, una ONG creada con académicos de la Universidad de Tirana. Pero concede: “Es verdad que los albaneses, durante muchos años, no hemos sabido valorar el río tan especial que tenemos, no creíamos que fuese único en Europa”.

Ningún joven europeo sabe cómo es un río vivo, en estado salvaje, porque en el resto de Europa ya no existen

Ulrich Eichelmann Fundador de RiverWatch

Besjana cuenta cómo todo empezó en 2010, cuando el Gobierno de Albania “decidió convertir el país en una potencia regional de la energía hidráulica”. Se planificó la construcción de unas 700 centrales  hidroeléctricas, 45 de ellas en el río Vjosa. “Nosotros comenzamos nuestras protestas en una de las más grandes, Kalivaç; la concesión se otorgó en 1997, las obras empezaron en 2002 y cuando iniciamos la campaña en 2014 el proyecto se había congelado, con un 20% de las obras ya acometidas”.

Siete años después, en 2021, el Ministerio de Medio Ambiente albanés ganó el juicio tras la demanda impuesta por la empresa promotora de la presa, la constructora turca Ayen y el proyecto se suspendió definitivamente. El Ejecutivo albanés alegó que la construcción, de 46 metros de alto y 445 metros de largo, con una producción de 366 gigavatios por hora al año, tendría consecuencias devastadoras e irreversibles sobre el ecosistema del río. En la actualidad, el 90% de la electricidad que genera Albania procede de la energía hidráulica.

Retrasos en las concesiones y en la puesta en marcha han provocado que solo un tercio de los proyectos planeados esté en marcha. Por otro lado, el país registra el mayor número de horas de sol al año de Europa –286 días–, pero solo un 1% de la producción energética proviene de la energía solar. “Después de muchos años de concienciación, la opinión pública se ha convencido de que la energía hidráulica no es tan limpia”, explica Basjana, en alusión a una encuesta que llevaron a cabo a nivel nacional y en la que un 94% de los albaneses se mostró a favor de la creación de un parque nacional para el río Vjosa. La organización ha llevado a cabo numerosas acciones de sensibilización durante los últimos años, un movimiento al que se han ido sumando otras organizaciones internacionales y entre todas han logrado hacer de la protección del Vjosa una demanda global.

Tras una veintena de acciones por todo el mundo, peticiones online, estudios apoyados por 776 científicos, el apoyo de celebridades como Leonardo DiCaprio y el estreno de un documental sobre los ríos salvajes de los Balcanes en 2021, el gobierno albanés se mostró dispuesto a proteger el río. “Nosotros reclamábamos proteger todo el curso del río, tanto el cauce principal como sus afluentes, pero el gobierno insistía en otorgarle una categoría inferior, de parque natural y no nacional, y no para todo su recorrido”, denuncia Besjana.

Finalmente, el Ejecutivo albanés cedió y el pasado 15 de marzo el río Vjosa –y tres de sus afluentes principales– se convirtió en el primer parque nacional fluvial de Europa, tras un acuerdo entre el Gobierno, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y la marca de ropa deportiva Patagonia, que financiará la puesta en marcha del parque natural y también impulsó el documental The Blue Heart of Europe.

El corazón azul de Europa

Los ríos son el hábitat más amenazado del mundo. Según Riverwatch, la población de distintas especies de peces migratorios ha descendido en un 94% en Europa desde 1970. Una de ellas es la anguila europea, en peligro crítico de extinción tras décadas de pesca no regulada. El alarmante declive que sufría la población de anguilas tanto en la costa mediterránea como en los ríos europeos llevó a la Unión Europea a aprobar en 2007 una regulación específica para esta especie. Pero en el sur del continente, entre Eslovenia y Grecia, el escenario es diferente.

En el llamado corazón azul de Europa se pueden encontrar auténticos ríos vivos y salvajes, con una biodiversidad inimaginable unos cientos de kilómetros más al norte. “El 80% de los 35.000 kilómetros de río que hemos analizado está en condiciones buenas o muy buenas y el 30% es virgen; en el resto de Europa es al revés, el 80% está en malas condiciones”, detalla Ulrich Eichelmann.

Especies como la citada anguila, el salmón del Danubio, la rana albanesa, y otras amenazadas como el mejillón y el caracol de agua dulce han encontrado en estas aguas su refugio, ya que según Ecoalbania y Riverwatch, tres de cada cuatro de estas especies son muy vulnerables a la construcción de presas.

En países como Suiza o Austria, en los Alpes, “cada 900 metros hay una presa”, apunta Ulrich. Sin embargo, debido al aislacionismo de los regímenes comunistas de la región, y posteriormente a la guerra de Yugoslavia, este despliegue de obstáculos empezó a llegar a los Balcanes más tarde, a comienzos de la década de los años 2000. Albania, Macedonia y Serbia tienen prevista la construcción de 2.796 presas en los próximos años, algo que los integrantes de la campaña internacional Save the Blue Heart of Europe intentan frenar antes de que sea demasiado tarde. Su foco se centra en cuatro áreas particularmente valiosas: los ríos de Bosnia Herzegovina; el río Vjosa en Albania; el Parque Nacional Mavrovo, en Macedonia, el más grande del país; y el río Sava, que pasa por las capitales de Eslovenia (Liubliana), Croacia (Zagreb) y Serbia (Belgrado) hasta confluir en esta última con el Danubio.

“Supimos de esta región de Europa cuando nos contactaron las organizaciones que trabajan en el río Vjosa”, comenta Beth Thoren, de Patagonia, sobre el documental Blue Heart of Europe. “Los sucesivos conflictos y la guerra han provocado que esta región se haya desarrollado poco, algo tremendamente desafortunado para su población, pero que ha significado que la naturaleza se preserve de manera extraordinaria. Los Balcanes son la joya natural de Europa”.

La película destaca la implicación de las poblaciones rurales para impedir la construcción de centrales hidroeléctricas, como los habitantes de Kuta, en Albania. El proyecto aprobado para la presa de Poçem dejaría sus casas bajo el agua, inundaría su pueblo. Junto con las organizaciones Euronatur, RiverWatch y EcoAlbania, los vecinos se unieron y denunciaron el plan de construcción ante los tribunales. En mayo de 2017, la Corte Administrativa de Tirana les dio la razón y la sentencia se convirtió en la primera causa judicial ambiental en la historia de Albania.

“La gente de un lugar se une y protesta cuando se trata de la construcción de presas pequeñas; para las más grandes la cosa cambia, si hay beneficio económico, la población no se levanta tan fácilmente”, incide Ulrich Eichelmann, de Riverwatch, quien estuvo implicado en el juicio de Kuta. “Pero lo cierto es que no he encontrado ningún otro lugar en Europa donde haya tanta concienciación acerca de la necesidad de proteger los ríos como en los Balcanes”, concluye este conservacionista alemán.

Desarrollo a través del ecoturismo

Albania es uno de los países más montañosos del sur de Europa. Su geografía ha vivido 47 años de dictadura comunista, hasta 1991, y guerras en la región, como la de Kosovo entre 1998 y 1999, en la que la población albano-kosovar se enfrentó a la serbia. Las décadas de ostracismo y de inestabilidad política aislaron a este pequeño país de apenas tres millones de habitantes del resto del continente. Actualmente su PIB per capita es de 8.187 dólares, el mismo que tenía España en el año 1987. En 2014, su candidatura para formar parte de la Unión Europea fue aceptada oficialmente, aunque todavía no hay fecha prevista para su incorporación. Este lento desarrollo socioeconómico hace que casi la mitad de la población siga viviendo en zonas rurales.

No he encontrado ningún otro lugar en Europa donde haya tanta concienciación acerca de la necesidad de proteger los ríos como en los Balcanes

Ulrich Eichelmann Fundador de Riverwatch

“El aspecto cultural relacionado con la vida junto al río todavía se mantiene, el Vjosa pasa por ocho municipios donde viven agricultores y granjeros. Es como hace varios siglos en otras partes del mundo y eso es lo que hace única esta región”, describe Thoren.

“Nuestra intención es preparar todo de manera muy profesional, atraer a otros financiadores y que Patagonia, que ha previsto una inversión de casi dos millones de euros para los próximos tres años, pueda entonces desvincularse e iniciar el mismo proceso en otro río de la región, tomando este como modelo”, asegura. Se espera que el parque, de 12.727 hectáreas, entre en funcionamiento a partir de 2024. Mientras, el gobierno albanés asumirá los gastos operacionales –de personal, por ejemplo–, la compañía financiará proyectos para restaurar la flora y la fauna y desarrollar el ecoturismo y construir un centro de visitantes.

Impulsar el turismo de calidad es uno de los objetivos del Gobierno de Albania. Con una quinta parte de su territorio protegido –12 parques nacionales y 25 reservas naturales– el país busca atraer a un turista amante de la naturaleza, con dinero, y que planee pasar al menos una semana visitando tanto la costa como el interior. El sector turístico está en alza. Según un estudio publicado en 2022 por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, el turismo representa más del 20% del PIB de Albania; solo el año pasado el país atrajo a 7,5 millones de visitantes, más del doble de su población. Si bien la mayor parte procede de países vecinos y se concentra en la costa, densamente construida, cada vez son más los visitantes de otros países europeos como España, Francia o Países Bajos que se sienten atraídos por el exotismo de un país poco visitado y con precios muy bajos si se comparan con Croacia y otros de la zona.

“Este es un momento histórico para la naturaleza y para el desarrollo social y económico”, declaró el primer ministro albanés Edi Rama, en la ceremonia de declaración del parque nacional de Vjosa en marzo. Añadió que los parques nacionales atraen un 20% más de turistas que las zonas no protegidas. Es la otra cara de la moneda de la protección ambiental. Organizaciones como Riverwatch y Ecoalbania, implicadas desde el inicio en la defensa del río, son conscientes de que esta categorización internacional, al tiempo que garantiza un alto nivel de protección, sirve de reclamo para un nuevo modelo de negocio.

“Este tipo de parque nacional es muy excepcional porque protege todo el curso del río, sí, pero solo incluye su cuenca y algo más de terreno en caso de crecida, el resto del territorio está en manos de miles de propietarios particulares”, señala Ulrich Eichelmann.

“Construir un hotel, por mucho que sea eco, a la orilla del río, es absolutamente inaceptable”, afirma Beth Thoren. También habrá que regular muchas de las actividades que se realicen en el río, “se podrá hacer rafting pero de manera controlada, porque si mucha gente camina sobre el lecho de grava del río, empezará a destruirse el ecosistema”, advierte la experta.

En 2019, el actor Leonardo DiCaprio lanzó un tuit con una imagen de las aguas turquesas del Vjosa: “Este es uno de los últimos ríos salvajes de Europa, pero ¿por cuánto tiempo?”. El gobierno albanés acaba de iniciar conversaciones con su homólogo griego para ampliar la protección y crear un parque transfronterizo que proteja todo el río, desde su nacimiento hasta su desembocadura.

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