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El dilema medioambiental de Coldplay: ¿qué contamina más, mover un espectáculo o a 200.000 personas?

Chris Martin, ante el público luciendo sus pulseras LED en su concierto en Barcelona.

Laura García Higueras

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Coldplay necesitó menos de 24 horas para vender las 200.000 entradas de los cuatro shows consecutivos que están dando esta semana en Barcelona y que finalizan el domingo. El grupo ha preferido que los espectadores se muevan a Barcelona para verles, en lugar de moverse ellos por cuatro ciudades diferentes de la geografía española. La suya no es una gira cualquiera. Los británicos anunciaron que sería la “más sostenible”. El grupo se había propuesto reducir a la mitad sus emisiones de dióxido de carbono durante su tour Music of Spheres, empezando por sus desplazamientos –viajando en vuelos comerciales, en vez de vuelos privados, siempre que fuera posible–, el uso de energías limpias y, entre otras medidas, empleando baterías que se alimentan de aceites reciclados, energía solar y movimiento, desarrolladas por BMW. Una tecnología pionera con la que están estableciendo un hito en materia de sostenibilidad para la música en directo, ya que se carga con generadores que funcionan con biocombustibles, paneles solares y el movimiento de sus espectadores.

La banda coloca en la pista suelo cinético que, gracias a los saltos de sus seguidores, suministra energía para el desarrollo del evento. “Cuando diga a los espectadores que necesito que salten es porque si no, se apagan las luces”, explicó el líder de la formación, Chris Martin, en una entrevista para la BBC al anunciar la gira. Y es que, más allá de llevar a cabo todas las medidas, se han encargado de hacerlas públicas, empezando por la cuidada página web en la que explican, punto por punto, qué y por qué han decidido apostar por la sostenibilidad en sus conciertos. “Ojalá todo el mundo lo contara tan bien”, afirma Eduardo Vieitez, CEO de la agencia Creast, que se dedica a asesorar a empresas y profesionales del sector del entretenimiento para que conozcan, predigan y reduzcan su huella de carbono.

El responsable valora en declaraciones para este periódico que la gira de la banda británica “supone un cambio de paradigma”; y apunta como uno de los motivos más importantes “el cambio de concepto de estatus” que conlleva. “Hasta ahora la importancia de una banda o un actor se medía en el tamaño de su limusina. Aquí se relaciona el éxito con la sensibilidad hacia el planeta”, celebra. La sostenibilidad “da reputación” y anticipa que otros artistas comenzarán a implementar “en cuanto empiecen a asociar que si son medioambientalmente sensibles y lo demuestran, la sociedad les va a dar un mayor estatus”. Según el directivo, la necesidad de hacer sostenibles este tipo de eventos es algo por lo que “el trabajador del día a día de festivales y giras lleva tiempo teniendo esta conciencia, pero faltaba que los protagonistas entraran en esta dinámica”.

Su compromiso queda patente en las recomendaciones que desde Live Nation, promotora de los conciertos, la más grande a nivel mundial, están dando a los espectadores de los espectáculos celebrados esta semana. “Por el bien del medioambiente, no imprimas tu entrada”, piden, además de dar permiso para llevar botellas reutilizables para poder rellenarlas de agua en las fuentes situadas por el recinto.

Los desplazamientos, el gran verdugo

Vieitez resalta como uno de los puntos más llamativos los compromisos de Coldplay que afectan a los desplazamientos, tomando como punta de lanza viajar en vuelo comercial siempre que sea posible; ya que concretan que “a veces se ven obligados a fletar vuelos privados”. Y ya sea por aire o carretera, usar biocombustible o vehículos eléctricos. Ahora bien, no solo es su transporte el implicado en la contaminación de los eventos. Está el del público, que es el que hace relucir el mayor problema al que se enfrentan los británicos en su propósito. “Entre el 70% y 90% de la huella de carbono que se genera en los grandes eventos está provocada por el público”, explica el responsable. Teniendo esto en cuenta, cabría plantearse: ¿qué contamina más? ¿El traslado del equipo que acompaña a la banda o el de las 55.000 personas que cada noche están acudiendo a sus conciertos?

Barcelona es la única parada de la gira del grupo en España, por lo que todos los fans del país que hayan querido ir a verles tocar en directo se habrán tenido que desplazar desde sus lugares de residencia, con la consecuente huella de carbono que eso genera. Una vez allí, es vital que se proporcione transporte público adecuado para que los asistentes lleguen a los recintos, preferiblemente en bicicleta o andando. “Te recomendamos encarecidamente el uso del transporte público o realizar el trayecto a pie para los desplazamientos al estadio”, han pedido a los asistentes a los shows de esta semana, a los que informan de que se ha habilitado un refuerzo de las líneas de autobuses de subida y bajada al Estadi Olímpic Lluís Companys en el que están teniendo lugar.

“Lo mejor es mover al público lo menos posible. Sobre todo si, como en el caso de Coldplay, ellos sí tienen las medidas para poder moverse de manera sostenible. Y por supuesto que no que de repente fueran en helicóptero”, menciona haciendo referencia a la manera en la que Tom Cruise decidió 'aterrizar' en la alfombra roja del Festival de Cannes de 2021, donde presentó Top Gun: Maverick. Y no solo eso, la llegada de la estrella de Hollywood estuvo acompañada de ocho aviones militares que dibujaron la bandera de Francia en el cielo. Su acción provocó que en apenas unas horas se echaran por tierra los esfuerzos del certamen por reducir la incidencia del cine en el medio ambiente. Entre ellos, la retirada de los dosieres de prensa físicos de los casilleros, la no entrega de bolsa del evento a los acreditados, el regalo de una cantimplora para no consumir botellas de plástico y la imposición de una cuota de 20 euros para compensar la huella de carbono.

“Desde el punto de vista de la sostenibilidad en la movilidad, sería preferible hacer un concierto en Barcelona y otro en Madrid que hacer uno solo en Barcelona y que toda la gente vaya allí”, valora el experto, que concluye que “la itinerancia va a favor de la sostenibilidad”. Y no solo por las consecuencias del transporte: “Contribuye a la riqueza de diferentes regiones, en la que tendrás que contratar a gente local. Eso también es sostenibilidad social. La itinerancia favorece la distribución de la riqueza”. En el caso de Coldplay, en sus conciertos acuden a proveedores locales para evitar tener que mover la comida muchos kilómetros, con lo que también gestionan las donaciones de comida sobrante.

La reutilización de materiales, el ahorro de agua y el reciclaje de residuos son otros de los aspectos que vigilan de la gira. Para ello, como así están haciendo en Barcelona, los vasos son de plásticos reutilizables que el público ha de devolver a las cajas para posteriormente llevarlos a sus contenedores correspondientes. La preferencia por los materiales biodegradables se hace extensible a las pulseras entregadas al público, que se iluminan al ritmo de la música creando escenarios de luz. Un elemento que se ha convertido clave en sus espectáculos desde que el cuarteto británico lo inventara en 2011. El efecto de sus colores cambiantes, muñecas al aire, permite a la audiencia sentirse parte del show. “Involucrar al público es un enfoque optimista y divertido”, afirma el CEO de la agencia Creast. Al concluir los recitales, se pide que sean depositadas en una zona concreta para que puedan reutilizarse en los siguientes eventos.

Un cambio necesario

La apuesta de Coldplay es positiva para la industria porque, como señala Vieitez, todas las tecnologías que ellos implementen podrán ser posteriormente utilizadas por otras bandas y artistas independientemente de su calibre. Y defiende: “La sostenibilidad también reduce costes. Al coger un vuelo comercial en vez de uno privado, hay un ahorro”. Aun así, queda camino por recorrer, ya que no funciona igual en todos los aspectos. “Alquilar un vehículo eléctrico y los biocombustibles son más caros que el combustible y vehículo estándar. Colocar placas solares también tiene costes. Esta es la parte del esfuerzo económico importante que la banda está asumiendo”, valora.

Más allá del ejemplo de Coldplay, dentro de España, el responsable indica que sí percibe que existe una “sensibilidad” hacia la necesidad de organizar eventos sostenibles, especialmente desde los festivales de música. En 2023, las diez giras de artistas nacionales más importantes (243 conciertos) congregaron a 2.038.000 personas y los diez tours más multitudinarios de artistas internacionales (57 conciertos), a 646.000, según datos reunidos por la Asociación de Promotores Musicales. Respecto a los macrofestivales, los diez más importantes movieron a 2.260.000 personas. Pero no ha sido hasta 2022 que un festival, en este caso el Rototom Sunsplash, mide, verifica y certifica con AENOR su huella de carbono −que aún no han dado a conocer− para trabajar en un proyecto de neutralidad.

Para el consultor de impacto medioambiental, el ritmo actual de giras y conciertos “no es sostenible a largo plazo”. Por ello, “plantear giras como la de Colplay sería importantísimo para la supervivencia de la música en vivo como la conocemos”.

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