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Estreno de cine

‘Lilo y Stitch’, la prueba definitiva para los ‘remakes’ de acción real tras el fracaso de ‘Blancanieves’

Fotograma de ‘Lilo & Stitch’

Francisco Gámiz

23 de mayo de 2025 06:48 h

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Poco queda hoy de la sociedad que llenó los cines de todo el mundo para disfrutar del estreno de Lilo y Stitch en 2002. La película de animación de Chris Sanders y Dean DeBlois congregó en las salas a unos niños que dejaron de serlo hace mucho tiempo y a unos adultos que no han podido evitar cambiar desde entonces. El planeta tampoco es el que era: en 2002 no existían las redes sociales, la mayoría de las llamadas se realizaban desde teléfonos fijos en casa y este periódico ni siquiera se había fundado. Sin embargo, pese a que aquella realidad fuera muy diferente a la actual, este 2025 habrá algo que se mantendrá: Lilo y Stitch congregando a niños y adultos en las salas de cine.

La cinta, que logró conquistar a multitud de personas con la historia de un extraterrestre azul que desemboca en la Tierra y se hace amigo de una niña huérfana, regresa a la gran pantalla con su versión en acción real. De esta forma, Disney sigue apostando por remakes de historias clásicas de la animación y su gran baza para el verano pasa por la franquicia de Lilo y Stitch, cuya primera película a principios de siglo recaudó más de 270 millones de dólares a nivel mundial bajo un presupuesto de 80 millones de dólares. Luego le siguió una secuela, una serie e incluso varios spin-offs (el personaje de Stitch hasta se animó en 2007 a bailar el icónico We're All in This Together de High School Musical).

No obstante, la franquicia todavía no se había atrevido con una película de imagen real, algo que cambia ahora con el que supone un paso arriesgado para Disney, que busca tener en sus manos una nueva gallina de los huevos de oro. Lo hace de la mano de Dean Fleischer-Camp, que se adjudica el proyecto más importante de su trayectoria tras haber dirigido la aclamada película animada Marcel, la concha con zapatos (2021). A él se le suma la actriz de ocho años Maia Kealoha, procedente de Hawái —lugar en el que se ambienta el filme—, que, interpretando a Lilo, debuta en su carrera actoral en Hollywood. Para completar la ecuación, un Stitch casi tan achuchable como el original.

Tras el reciente tropiezo de Blancanieves, un remake que nació maldito por culpa de la obsesión de la derecha contra lo woke —la versión de acción real tenía un presupuesto de entre 240 y 270 millones de dólares, pero su recaudación mundial apenas ha superado los 200 millones—, la película de Lilo y Stitch necesita dar el golpe sobre la mesa en una industria que parece estar cada vez más cansada de los remakes. Dean Fleischer-Camp confiesa que intenta “no pensar mucho en esas cosas”: “Como cineasta, tienes que mantener la conversación con tus colaboradores cercanos y contigo mismo, evadiéndote del resto. Si intentas hacer una película para todo el mundo, no harás una película para nadie”.

Sin embargo, la cinta será el primer remake de gran nivel que se estrena tras Blancanieves, con todo el escepticismo que ello pueda conllevar. Jonathan Eirich, que ha trabajado en la nueva versión de Lilo y Stitch como productor, dice que el gran número de remakes que se están haciendo es el “negocio de Hollywood”. “Estamos en Londres, caminas por el West End y cada musical está basado en una película. Los humanos hemos contado las mismas historias durante miles de años una y otra vez, y no es necesariamente algo malo”, comenta Eirich, que aclara que “es un instinto humano”. “Se trata de encontrar algo nuevo y fresco que contar, y quienes lo han conseguido han tenido mucho éxito. Se trata de ser realmente reflexivo y consciente”, manifiesta.

Asimismo, el director es conocedor de que algunas cintas “han sido un éxito o un fracaso”, pero considera que “lo más importante”, para “Disney o cualquier otro estudio”, es el hecho de que haya “personas diferentes haciendo películas diferentes”, por lo que es “un poco injusto” juzgar el trabajo de otros directores por el desempeño o el resultado de otros proyectos. Dean Fleischer-Camp declara a elDiario.es que se propusieron “hacer una película que pudiera valerse por sí misma”, una intención que el productor Jonathan Eirich achaca al “listón increíblemente alto” que tenían que cumplir tanto con la historia original como con los fans de la misma. “Queríamos hacer una película que estuviera a la altura, y espero que cumpla con el público en todas partes”, añade Eirich.

Para ellos, ni siquiera el factor de la nostalgia, que es precisamente lo que hace triunfar a este tipo de filmes, suponía un refugio durante el proceso de creación. “No se trata de simplemente comercializar con la nostalgia”, explica Dean Fleischer-Camp, “hemos encontrado maneras muy inteligentes de profundizar en la historia y cambiarla de formas que creo que los fans disfrutarán viéndola”. Jonathan Eirich señala que es una “película con la que puedes reír y llorar con otras personas en el cine”, ya que el principal reto que se marcaron fue el de que la audiencia no pudiera evitar “llorar junto a desconocidos”.

Las grandes expectativas con respecto al estreno de Lilo y Stitch, que promete ser uno de los blockbusters más potentes del verano si consigue deshacerse del rechazo cada vez mayor hacia los remakes, llega en parte por el cariño y la base de fans que el filme original se ha labrado con el paso del tiempo. El director mantiene optimismo de cara a la presión y, en alusión a quienes se muestran reticentes hacia los cambios que pueda haber en esta película en comparación con la estrenada en 2002, indica que es “obligación de los cineastas adaptarla con cuidado, responsabilidad y amor por la original”: “No creo que [los fans] se refieran a que quieren una réplica exacta y que no se cambie nada, sino que quieren que les haga sentir tan bien como la original”.

De hecho, como recuerda Jonathan Eirich, hay quienes irán a las salas de cine sin conocer la película de animación, lo cual hace “divertido actualizarla para una generación que no la ha visto y, con suerte, seguir ofreciendo la nostalgia a los padres y todas las personas que crecieron con Lilo y Stitch y les encantó”. Estas nuevas generaciones se encontrarán con un personaje bastante diferente, mucho más propio del 2025: el nuevo Stitch se anima con bailes de TikTok, se pasea en coche en el preestreno de la película porque sabe que el vídeo se viralizará en redes sociales y se graba stories posando para Instagram.

Ya sea bajo el Stitch original o el Stitch más modernizado, la historia sigue sin ambientarse en un “reino de hadas”, algo que llamó la atención de Dean Fleischer-Camp cuando analizó la original, diferenciándose así de “tantas películas de Disney” y representando el planeta caótico en el que vivimos hoy: “No se trataba de princesas perfectas, sino de todo lo contrario. Sus personajes eran humanos normales que luchaban por arreglárselas en un mundo que era desordenado y que estaba desbordado”. El director expresa que temas “atemporales” como “la comunidad y la familia que encuentras” son “probablemente más importantes ahora”, lo que la “convierte en una oportunidad única para adaptarla a la acción real”.

El mensaje de la cinta de 2002 es tan realista que, para Jonathan Eirich, “se sentía como si fuera de imagen real”. La obra maestra animada del estudio A24, Marcel, la concha con zapatos (2021), “resume perfectamente el espíritu” que esperaban “para esta película”. “Es adorable, hilarante, inteligente e ingeniosa. Trata sobre la pérdida, sobre el dolor, sobre cómo seguir adelante, sobre las lágrimas inesperadas”, alaba Eirich del trabajo de su compañero, comentando que “todo se reduce a quién es el narrador y quién es el visionario que va a estar detrás para hacer estas cosas de la manera correcta”.

A falta de que el público tenga la última palabra, Lilo y Stitch será la prueba definitiva para unos remakes que han consumado un cansancio generalizado y que Dean Fleischer-Camp defiende que son “más difíciles” de hacer “de lo que la gente piensa”: “Hay una película que ya existe, que es increíble y de la que tienes que estar a la altura, idealmente mejorándola. No es tan sencillo como introducir la película de animación en la máquina 3D y que salga una nueva adaptación, hay un montón de pensamiento y trabajo por los artistas”. Es por ello que, bajo la “dedicación” de “hacerlo bien”, la cinta llega a los cines con la intención de no haber perdido su “encanto y diversión”, pretendiendo que el Stitch de 2025 salga tan triunfante como el de 2002.

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