Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Lo que dejó el imponente show

Río de Janeiro rendida a los pies de Lady Gaga: una estrella fugaz entre millones de fans

La multitud en la playa de Copacaba para asistir al show gratuito de Lady Gaga.

Agustina Desirello Paz

Río de Janeiro —
5 de mayo de 2025 10:27 h

0

El sonido es atronador. Al escucharlo por primera vez, puede parecer agresivo. Un “tra, tra, tra” provocado por el abrir y cerrar compulsivo de abanicos exageradamente grandes, con varillas de plástico de 30 cm. Pocos metros hacia la izquierda, se extiende la playa de Copacabana. Hacia la derecha, el emblemático hotel Copacabana Palace que hospedó a la estrella del show. Hacia adelante, un escenario titánico, levantado en apenas horas por los trabajadores del ayuntamiento de Río de Janeiro. Pero ese marco es difuso, se lo ve apenas por huecos entre la multitud. Hacia donde sea que se mire, hay mucha gente: se estiman más de dos millones y medio de personas. Y se escucha el sonido arrollador del abrir y cerrar compulsivo de esos abanicos paródicos, levantados con una mano sobre la cabeza. Algunos exhiben los colores de la bandera LGBTIQ+, algunos son de colores lisos, la mayoría están estampados con la cara de la artista que convoca a esa marea de gente en la playa: Lady Gaga.

El viernes, día previo al show, las principales atracciones turísticas de Río de Janeiro habían visto pasar hordas de turistas. El tiempo de espera para abordar el emblemático Bondinho de Santa Teresa había alcanzado las tres horas, y el mirador en la base del Cristo Redentor parecía un hormiguero. No obstante, las atracciones no habían colapsado, como no colapsaron los aeropuertos ni la hotelería, porque Río es una ciudad con experiencia en la organización de actos multitudinarios entre los que destacan el Carnaval, la Reveillon y el festival Rock in Rio.

Lejos de los puntos más concurridos por los extranjeros, era una tarde cualquiera en la Línea 4 del metro de Río de Janeiro. La gente volvía a casa como vuelve a casa en cualquier ciudad del mundo, tal vez más resignada de lo habitual por haber trabajado el último día de la semana tras un jueves feriado por el día del Trabajador. La mayoría de los asientos eran ocupados por personas mayores, y los más jóvenes iban parados cómodamente. Al bajar, la estación de Cantagalo estaba envuelta en un ajetreo rutinario y nadie hubiera podido, con tan solo mirarla, adivinar lo que se avecinaba con el evento masivo del día siguiente.

Un indicio claro, no obstante, podía encontrarse en una de las sucursales de la cadena de supermercados Pão de Açúcar. La fila para hacer las compras en Copacabana, el barrio turístico más requerido de Río de Janeiro, exhibía una característica particular: estaba dominada por hombres de treinta años. Grupos de amigos y parejas provenientes de diferentes partes de Latinoamérica se abastecían de cerveza, botellas de agua, papas fritas y todo tipo de municiones para el día show. Es que el sábado tendría lugar “Mayhem na praia”, lo que significa, casi literalmente, caos en la playa, clara alusión al último álbum de Lady Gaga.

Ya de noche cerrada, la costanera de Copacabana, sobre la Av. Atlântica, se encontraba sospechosamente tranquila. La vereda, afamada por su diseño de piedras portuguesas blancas y negras estaba cubierta por vendedores ambulantes que despachaban remeras, tote bags, gorras y vasos de Lady Gaga como si se tratara de pan caliente.

La gente caminaba cómodamente, cuando algo extraño sucedió más adelante. El escenario, cada vez más cerca y ubicado de espaldas a esa parte de la rambla, desprendió lo que parecían ser acordes de las canciones de Lady Gaga. Los peatones comenzaron a correr sin tapujos, vestidos de camisa y bermuda, porque sabían de qué se trataba: Lady Gaga estaba probando sonido. En la senda deportiva, que reúne a runners, ciclistas y niños que se suben de a varios en un monopatín, todos quieren ir a ver el espectáculo. Hombres adultos que corren como si su vida dependiera de ello.

Al frente del escenario, una marea de gente cubrió la calle mientras algunos autos que quedaron rezagados intentaban abrirse paso. Hacerse de un lugar entre las personas fue sencillo, pero aun así era casi imposible ver qué sucedía en el escenario sin subir a la copa de los árboles de la vereda. El sonido quedó atenuado y solo las pantallas del escenario quedaron encendidas (más atrás, instalaron dieciséis repetidores). Allá arriba, sucedió algo mágico que le arrancó a la multitud exclamaciones de sorpresa y abanicazos. Lady Gaga, despojada de gran maquillaje y atuendo ensayó junto con su banda y su séquito de bailarines el show que paralizará la ciudad al día siguiente.

Ahora es sábado y las principales arterias del barrio de Copacabana funcionan con normalidad. La gente circula de acá para allá, y es fácil distinguir a los locales de los fans que se dirigen a la playa para conseguir un buen lugar para el concierto. El ingreso se hace en una fila ordenada que avanza rápido, y, al pasar el vallado, el personal de seguridad inspecciona a cada asistente con un escáner manual para impedir el ingreso de vidrios y otros objetos peligrosos.

A las 11 de la mañana, la playa ya es una fiesta. Los grupos se instalan con sombrillas y pareos para reservar su lugar. Algunos comparten cerveza, choclo o langostinos que compran a los vendedores ambulantes que circulan con dificultad. Otros reproducen canciones de Gaga por sus parlantes portátiles e imitan las coreos de los videoclips. A pocos metros, varios se zambullen en el mar para refrescarse con un imponente telón de fondo. 

Más tarde se cerrarán las sombrillas, avanzará la multitud, y tendrá lugar el show del ícono pop que todos están esperando. Ese espectáculo será una estrella fugaz, apenas un fragmento de ese fin de semana compartido por millones de fans. Y a eso de la una de la mañana, el público desagotará por la playa y la costanera hacia diferentes puntos de Río de Janeiro, compartiendo las avenidas con taxis y motos. 

Para algunos, habrá sido un evento inolvidable en la “cidade maravilhosa”. Para otros, especialmente para los cariocas, habrá sido otra gran noche de viernes con amigos.

MC

Etiquetas
stats