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El blue y el contado con liqui baten récords, mientras el Gobierno planifica otro dólar soja y reclama ayuda al FMI

Dólares

Alejandro Rebossio

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El dólar blue o ilegal batió ayer un nuevo récord, al subir 2,1% a $ 378. Los otros dólares paralelos, pero legales, tuvieron comportamientos contrapuestos: el contado con liqui o liquidación (CCL), que se usa para girar al extranjero, también marcó un máximo histórico al elevarse 1,7% a $ 362,35, mientras que el Mercado Electrónico de Pagos (MEP), que se utiliza para hacerse de divisas en cuentas locales, bajó 0,6%, a $ 341,89. El dólar oficial mayorista se incrementó 0,1%, a $ 182,50, la mitad que el CCL, mientras que el turista o Qatar, que se aplica a los gastos con tarjeta en el exterior, cotiza a $ 379,478, con lo cual el blue casi lo ha alcanzado.

“En el blue tenemos un problema serio de oferta: se redujo casi 50% la oferta de moneda extranjera por parte de turistas”, explicó Mauro Mazza, de la sociedad Bull Market Brokers. Sucede que desde diciembre pasado los visitantes del extranjeros pueden pagar con tarjeta con una cotización del dólar MEP, con lo cual han dejado de venir con divisas en efectivo para cambiarlas en las cuevas. “Esto debilitó el lado de la ofera en la plaza, que quedó ilíquida y no tendrá solución mas allá de intervenciones puntuales”, se refirió Mazza a las míticas “manos amigas” con las que los diversos gobiernos buscan influir en el mercado ilegal. Allí, a su vez, recurren los argentinos que van a veranear al extranjero. Tras la pandemia, se nota su regreso a las playas de Uruguay, Brasil y Chile, más allá de que otros muchos optan por quedarse a vacacionar en el país, algunos por los elevados precios del exterior.

A su vez, “el dólar MEP no alcanza porque las regulaciones limitan la cantidad de rulos que podés hacer”, continúa Mazza. Los rulos son las maniobras de vender dólares en el blue y después comprarlos en MEP, con una ganancia de 32 pesos por cada moneda norteamericana cambiada. Sin embargo, las opciones de recurrir a este dólar financiero legal se han limitado. Por ejemplo, los trabajadores independientes o free lancers que exportan sus servicios, desde informáticos hasta psicólogos, pueden cobrar US$ 12.000 anuales sin tener que liquidarlos al tipo de cambio oficial, pero pierden ese beneficio por tres meses si compran dólar MEP. En cambio, los terratenientes que aprovecharon el dólar soja 1 y 2 gozaron del privilegio de cobrar sus pesos a una tasa especial y después acceder sin restricciones al MEP.

“Estamos en un cuello de botella con final abierto, no descartamos un mini overshooting (salto) y un intento de intervención del Gobierno entorno a los 400 pesos, pero pasada esa intervención la iliquidez volverá”, evalúa Mazza. “El Gobierno debería dar marcha atrás con el dólar receptivo para turistas para que esto vuelva a como era antes. Si no, el blue estará imparable”, advierte el operador de Bull Market. En cambio, en el equipo económico esperan que cuando pase la demanda de divisas para veranear y en la medida en que inversores busquen aprovechar los rulos, finalmente se equilibrarán los tipos de cambio paralelos.

“En los dólares financieros hay una ola dolarizadora de empresas, en especial todas esas apartadas del dólar oficial que prefieren armar coberturas en billete duro ahora”, prosigue Mazza. “Tenemos una plaza muy concurrida de importadores -los que no consiguen divisas al tipo de cambio oficial- y empresas con tesorerías con mucho cash. Algunas están pensando en repartir dividendos en especie este año y lo harán con bonos globales que compran en pesos. Eso está poniendo presión”, completa el operador.

Los dólares alternativos también suben por las expectativas de devaluación del peso en el mercado oficial ante una sequía que puede recortar la cosecha de soja y maíz, que comienza a fines de marzo. El Banco Central vendió hoy US$ 23 millones, después de 19 jornadas sin ventas, y se teme que comiencen tiempos en que le sea difícil comprar. Por eso, es que en sus huestes se evalúa la posibilidad de ofrecer un dólar soja 3, pero recién cuando arranque la cosecha.

Otro modo de juntar dólares consiste en recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI). Por el acuerdo vigente, la Argentina debe abonarle en el primer trimestre del año US$6.020 millones del préstamo que tomó el gobierno de Mauricio Macri en 2018. “Argentina cumplió su programa, pero el Fondo no está cumpliendo con la Argentina el revisar cómo van a compensar a los países que pagaron el costo de la guerra con su economía”, declaró el ministro de Economía, Sergio Massa, en una entrevista con el portal Infobae. Pero su reclamo no significa que esté pidiéndole al FMI reestructurar los pagos de deuda.

En el Palacio de Hacienda explican que buscan eliminar los sobrecargos del actual crédito y conseguir nuevo financiamiento del Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad (FRS) con el que el organismo pretende ayudar a países de ingresos bajos y medios a luchar contra la crisis climática. “La guerra a la Argentina le costó 5.200 millones de dólares por el aumento de fertilizantes, combustibles y GNL (gas natural licuado), y aún así alcanzó las metas”, aluden a los objetivos del acuerdo con el FMI en lo referido a las bajas del déficit fiscal y de la emisión monetaria y a la acumulación de reservas del Central. “Lo que la Argentina quiere es pagar creciendo, no enfriando la economía. No se pretende que el costo de la guerra sea parte de la discusión del programa actual, pero sí que de alguna manera se tome en cuenta al momento de definir cómo se distribuyen fondos de resiliencia, cómo se hacen los giros y cómo, además, la Argentina pueda aliviar el peso de algunos intereses”, razonan en Economía.

AR/MG

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