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Informe

De Edenor a Telefónica, una nueva burguesía nacional pelea por quedarse con las últimas joyas a la venta

En 2017 Marcelo Mindlin celebraba 10 años de cotización en New York. Vendió a lo mismo que compró.

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“Es imposible un proyecto de país si no consolidamos una burguesía nacional,” dijo Néstor Kirchner a fines de octubre de 2003, anticipando el giro que llegaría a la Argentina a partir de su gobierno.

La crisis del 2001-2002 había dejado un panorama desolador. Los empresarios nacionales solo controlaban el 21% de las 500 mayores empresas de país, el resto estaba en manos de capitales extranjeros. La brecha era aún más grande si se contrastaban las ganancias: los locales apenas cosechaban el 5% mientras los extranjeros se llevaban el resto. Como la plata era girada al exterior (y los destinatarios no eran empresarios nacionales), claramente esas ganancias no eran reinvertidas en la Argentina.

Con su discurso, Kirchner trazaba el camino para revertir ese círculo no virtuoso: la Argentina debía iniciar una experiencia como la que había logrado desarrollar Brasil, bajo la batuta de la burguesía industrial de San Pablo, un entramado socio-político que funcionó como motor de ahorro interno y generador de nuevos negocios en los últimos 80 años.

Fue con el apoyo de Néstor Kirchner que un empresario nacional como Marcelo Mindlin compró Edenor de manos de los franceses de Electricité de France, por US$ 100 millones. El mismo Mindlin compró luego -asociado con Carlos Ferreyra, el dueño de Electroingeniería- la mitad de Transener, dueña del monopolio del transporte de electricidad. En esa ocasión, el vendedor fue Petrobras.

En cumplimiento de esa misma idea política, la de consolidar una burguesía nacional, se le permitió al Grupo Clarín comprar Cablevisión (de manos de Liberty Media) y fusionarla con Multicanal. O se alentó a la familia Werthein a tomar el co-control de Telecom Argentina, comprando su parte a los inversores franceses. O se allanó la llegada de los Eskenazy al 25% YPF casi sin poner un centavo, pagando esa compra con las mismas utilidades que daba YPF.

Para los especialistas en fusiones y adquisiciones, está claro que difícilmente un jugador internacional que no esté ya en la Argentina vaya a querer entrar ahora.

Es evidente que todas esas ventas requerían, en algún momento, la aprobación del Estado. Sin la bendición del Gobierno no hubieran ocurrido. No siempre importaba el origen de los fondos, el único requisito era que el comprador contara con un socio argentino.

Una nota al margen merece la más simpática de todas esas “bendiciones”, la fusión Cablevisión-Multicanal, firmada por Néstor Kirchner el 9 de diciembre de 2007, con el pie en el estribo de su presidencia.

Burgueses de ayer y de hoy

Casi veinte años después, y luego del intento neoliberal aperturista que supuso el macrismo entre 2015 y 2019, la situación vuelve a asemejarse a aquella de 2003. Una vez más, la (tímida) ola que crece es la de multinacionales vendiendo activos en la Argentina. No sólo por la pandemia y su efecto de reconsideración de toda estrategia global, sino porque el indicador de crecimiento de la Argentina en los últimos cinco años es pésimo.

Para los especialistas en fusiones y adquisiciones, está claro que difícilmente un jugador internacional que no esté ya en la Argentina vaya a querer entrar ahora. Sí puede pasar que alguna empresa extranjera que ya tenga capitales aquí pueda comprar algo en la Argentina, pero la regla va a ser extranjeros vendiendo y locales comprando (gracias a los precios muy bajos). Y siempre con la bendición del Gobierno que, en última instancia, es el que firma la aprobación.

Es en ese marco que debe leerse la venta de Edenor por parte del grupo Pampa Energía al grupo local Vila-Manzano Filiberti. Marcelo Mindlin, quien aparece como el accionista mayoritario de Pampa, dejó de tener llegada a Cristina Fernández de Kirchner allá por 2009. Y la actual vicepresidente jamás le perdonó que usara a “Joe” Lewis, el multimillonario inglés de 79 años cuya fortuna asciende a más de U$S 5.000 millones, para financiar a Pampa. Lewis alojó a Mauricio Macri en su Estancia de la Patagonia a fines de 2015 y, allí mismo, se aseguró un monumental aumento de la tarifa.

El próximo gran negocio de compraventa llegará en el sector de las telecomunicaciones. Desde hace un año, el banco Citibank tiene el mandato de Telefónica de España para vender sus activos en Latinoamérica, incluida Argentina.

Por ese vínculo, Mindlin sabía que, en un nuevo gobierno con presencia de CFK, carecería del envión político necesario para destrabar la llegada de fondos a la regulada Edenor y decidió dar un paso al costado de la distribuidora, aceptando el mismo monto que pagó 15 años atrás. ¿Pura casualidad que el mismo día de la firma, el Estado nacional -vía el ENRE, regulador del mercado eléctrico- le entregó a Edenor US$ 364 millones para cubrir una deuda que tenía con la distribuidora?

Mindlin es la vieja burguesía, nacida con Néstor Kirchner, que ahora le da paso a la nueva, representada por Daniel Vila, José Luis Manzano y Mauricio Filiberti, cuyo mejor activo, además de tener el virtual monopolio del cloro en la Argentina, es su conexión con Sergio Massa.

Suena el teléfono para el Grupo Olmos

El próximo gran negocio de compraventa llegará en el sector de las telecomunicaciones. Desde hace un año, el banco Citibank tiene el mandato de Telefónica de España para vender sus activos en Latinoamérica, con la excepción de Brasil. Es un secreto a voces que, en la Argentina, dos son los interesados firmes que pelean por quedarse con la sucursal local. Uno de esos grupos está liderado por Raúl Olmos, hombre de negocios cuya fortuna tiene origen en la prestación de salud, principalmente a través de la obra social de la Unión Obrera Metalúrgica. Un flujo de caja con excedentes de hasta US$ 100 millones en los mejores años le ha ido permitiendo avanzar en el negocio de los medios, sector en el que hoy contrala la señal de noticias Crónica HD y el diario BAE Negocios, entre otros proyectos. 

El grupo Olmos compite con otro grupo cuyano en su intento por quedarse con Telefónica de Argentina. Es el que encabezan los dueños de Supercanal, el tercer operador de cable del país. Antigua propiedad del grupo Vila-Manzano, Supercanal cuenta ahora como mayor propietario a CarVal, el fondo de inversión de Cargill, uno de los cuatro mayores exportadores de granos del mundo. Alejandro Daniel Lerner, el portfolio manager que maneja esos fondos, no es un improvisado en la Argentina. De hecho, nació en Santa Fe y, desde sus años como trader en Bear Stearns, siempre estuvo vinculado a activos locales (ya sea financiando a Mastellone con bonos al 12% anual o la misma Supercanal, hasta que se quedó con la empresa en 2018). En los años de Macri, Lerner, quien prefirió quitarse el Alejandro y pasar a ser simplemente Dan para evitar la asociación con el cantante, financió la expansión de los grupos Albanesi y de MSU, de la familia Uribelarrea, desembolsando más de U$S 100 millones.

La salida de Telefónica de Latinoamérica intentará ser aprovechada, también, por el Grupo Clarín. Sus ejecutivos ya negocian via Telecom Argentina la compra de Movistar Uruguay.

Claro que mientras a CarVal cuenta con una billetera importante, carece de los aceitados contactos políticos que le da al Grupo Olmos su cercanía al sindicalismo. Todo podría cambiar si CarVal aceptara las gestiones de buenos oficios que le viene ofreciendo el grupo Manzano-Vila.

¿Clarín cruzará el charco, Galicia irá por el centro del escenario?

La salida de Telefónica de Latinoamérica intentará ser aprovechada, también, por el Grupo Clarín. Del otro lado del charco, aprovechando el cambio en materia regulatoria que propone el gobierno uruguayo de Luis Lacalle, sus ejecutivos ya negocian vía Telecom Argentina la compra de Movistar Uruguay. Fuentes al tanto de las conversaciones adelantan que Clarín hará la operación a través de la empresa de cable que ya tiene en Uruguay, con lo cual podrá tomar créditos en dólares a apenas el 4% para financiar su expansión. Paraguay y, quizás en un futuro, Chile también estarían en la mira del grupo liderado por Héctor Magnetto.

Los negocios de compraventa por encima de los US$ 100 millones no deberían esperarse en sectores altamente regulados, como el de electricidad y las telecomunicaciones. Es en el sector bancario en donde podrían ocurrir negocios de verdadera magnitud. Es un sector que no esta mostrando la realidad de lo que ha pasado. Por un lado, las ventas reales prueban que las compañías venden menos. Pero, por el otro lado, el sector bancario aparece como sólido. Eso ocurre porque los bancos no están reconociendo las perdidas que seguramente van a comenzar a tener cuando el gobierno deje de subsidiar, por ejemplo, los créditos UVA creados por el gobierno de Macri y que serán de difícil repago.

Mientras la prohibición de indexar esos créditos se mantenga, alguien puede analizar a los bancos y creer a simple vista que está todo bien. Esa foto feliz no es la película completa. Algún día llegará el momento en el que la capacidad de repago de esos deudores deba demostrarse en serio y, en caso de no estar a la altura de esa circunstancia, los balances del sector bancario se tiñan de rojo. HSBC y Patagonia son candidatos cantados a ser target de un consolidador del mercado. La muerte de Jorge Brito puede generar que sólo quede Galicia como el actor en condiciones de ocupar el centro de ese escenario de negocios.

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