Fernández ratifica a Guzmán, acelera la negociación con el FMI y espera tranquilizar al dólar

Alberto Fernández sorprendió la noche del domingo con un discurso armado en calidad de presidente, y no en el búnker del Frente de Todos, y con el objetivo claro de intentar disipar algunas de las incertidumbres económicas que existían antes de las elecciones legislativas: la continuidad del ministro de Economía, Martín Guzmán, y la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ambos esfuerzos por mostrar certezas apuntan, entre otras metas, a tranquilizar al dólar, termómetro de la inestabilidad política y económica de la Argentina.

Quizás algunos analistas especulaban con que el jefe de Estado no iba a poder dar estas señales este domingo, pero la derrota menor a la sufrida en las primarias le permitió al menos ratificar su visión económica. Por un lado, confirmar que sigue Guzmán, que no lo reemplaza el cristinista Roberto Feletti ni el massista Martín Redrado. Por otro, que en las próximas dos semanas el ministro afinará el lápiz para presentar un programa económica plurianual para que lo vote el nuevo Congreso a principios de diciembre. Allí buscará el apoyo de al menos parte de la oposición. Confían en que las palomas de Juntos por el Cambio, encarnadas por Horacio Rodríguez Larreta, lo respalde. Tanto el Presidente como el jefe de gobierno porteño soltaron este domingo mensajes de amor y paz para un acuerdo transversal. Fernández interpeló a la oposición racional y patriótica, mientras que Larreta se diferenció de los halcones.

En las próximas dos semanas antes de la presentación en el Legislativo se acelerará la negociación con el FMI. No obstante, en el Gobierno descartan que por ahora se concrete una misión del organismo a Buenos Aires. Aseguran que primero debe reunirse a mediados de diciembre el directorio del Fondo, donde están representadas las grandes potencias y donde debe votarse ese eventual viaje. Quizás la misión quede entonces para enero próximo. El tour es condición previa necesaria para un posterior acuerdo. La idea es sellarlo antes de marzo, cuando caen los vencimientos imposibles de saldar del préstamo récord que el FMI otorgó al gobierno de Mauricio Macri. A propósito, Fernández se mostró a favor del pacto, pero aclaró una y otra vez que no aceptará un ajuste y atacó una y otra vez a su antecesor por el programa contractivo que firmó en 2018.

El Presidente aclaró que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner apoya el pacto, pero también quiso dejar en claro que suscribirá un programa made in Argentina, propuesto por Guzmán y votado por el Congreso, incluida parte de la oposición. Busca todos esos apoyos políticos internos para presentarse con mayor poder de negociación ante el FMI, siempre afecto a las recetas de ajuste más allá de los ropajes más blandos que ha procurado lucir en los últimos años.

El Gobierno espera que el discurso pro Guzmán y pro acuerdo tranquilice al dólar en los mercados paralelos. En un banco internacional aceptan que esas palabras pueden mejorar la cotización de los activos financieros argentinos, como los títulos públicos, porque consideran que necesariamente un pacto con el FMI implicará algún grado de ajuste. Aunque aclaran que si después el cristinismo termina boicoteando el plan y el convenio se cae, también los valores locales volverán a sus paupérrimos precios actuales.

En el equipo económico niegan versiones internas del ala política de que este lunes se anunciarán medidas cambiarias. Pero esperan que, aunque amaine la presión, alguna tensión se sostendrá porque demorará algunos días la entrada de la demorada liquidación de exportadores que especulaban con que sobrevendría una devaluación del peso en el mercado oficial tras los comicios. En la medida en que se despeje esa hipótesis, sí ingresarán dólares en la plaza. Al menos habrá al principio menos demanda porque los importadores ya anticiparon todas las compran que pudieron.

A partir de un eventual acuerdo con el FMI, el Gobierno no sólo definirá el rumbo cambiario. También podrá trazar hojas de ruta en la lucha contra una inflación en alza -que presionará a una segunda revisión de las paritarias a fin de año o principios del próximo- y en la pretensión de sostener la recuperación económica.

AR