Más tarjeta de débito y menos cash, cambios en una economía en la que aún reina el efectivo

En los últimos dos años se dijo hasta el cansancio: la pandemia de coronavirus y la digitalización de la vida que trajo aparejada aceleraron cambios hasta entonces incipientes. En lo que respecta a los hábitos de consumo, hay al menos un dato que puede graficarlo. De acuerdo con la procesadora de pagos Prisma, en 2021 el uso de las tarjetas de débito medido por cantidad de transacciones creció respecto del mismo período de 2020 y cayó levemente la extracción de efectivo en cajeros automáticos. 

De acuerdo con el Índice Prisma Medios de Pago –que utiliza información de billeteras virtuales, PagoMisCuentas, red Banelco, Todo Pago, LaPos y Decidir– del total de operaciones concretadas con tarjetas –débito, crédito o prepaga– las de débito aumentaron su incidencia en el último año. En el cuarto trimestre de 2021 representaron el 45,98% del total de transacciones, mientras que en el mismo trimestre de 2020 esa proporción había sido del 42,70%.

Del resto de las transacciones, el 52,47% fueron realizadas con tarjetas de crédito (que a diferencia de las de débito ofrecen la posibilidad de financiar los pagos en cuotas), lo que muestra que bajó respecto del 54,48% del último trimestre de 2020. El informe indica que la incidencia de los planes Ahora 12 se mantuvo “estable”. Las tarjetas prepagas representaron el 1,55% de las operaciones, también menos que un año atrás (2,81%). 

Según explicó Julián Ballarino, gerente de Relaciones Institucionales de Prisma Medios de Pago, si se mira en detalle cómo utilizan los argentinos y argentinas sus tarjetas de débito se advierte que más de la mitad de de las veces (50,82%) –un hito que alcanzó en esta última medición trimestral– se utiliza para pagar compras, mientras que el resto de las veces se utiliza para extraer dinero en efectivo: el 45,84% mediante cajeros y el 3,34% en las cajas de supermercados, farmacias y otros comercios. Un año atrás, la ecuación era inversa: en más del 56% de los casos la tarjeta se utilizaba para sacar efectivo. 

Si bien se advierte una tendencia al mayor uso de plásticos, fenómeno que va en línea con lo que ocurre en los países más desarrollados, en la Argentina hay condiciones que sostienen el protagonismo del efectivo a la hora de adquirir bienes y servicios.

“El inconveniente es el costo impositivo que implica una operación con tarjeta. Sobre una compra el comercio paga IVA, Ingresos Brutos, la comisión de la plataforma de pago, su proporción de impuesto a las ganancias y se le diluye el margen de ganancia que tiene, por lo que es un desincentivo total formalizar la economía”, apunta Damián Di Pace, director de Focus Market. Para el especialista, al comerciante le conviene que le paguen en efectivo y hacer descuentos sobre el precio. Por otro lado, al consumidor que tiene cierto margen de liquidez le conviene pagar en efectivo ese precio rebajado. “En este marco, desarraigar ese hábito por parte del consumidor y el comercio es muy difícil”, sintetiza. 

A la luz del contexto macroeconómico, en el que el ministro Martín Guzmán sitúa al crecimiento de la economía como la condición de posibilidad para recaudar más y cumplir con la promesa de reducir el déficit fiscal “sin ajuste”, esto aparece como un punto clave. “Con esta presión tributaria se desalienta la formalización de la economía tanto en el sector de producción como de comercio, con lo cual esta dinámica fracasa”, apunta Di Pace. 

Para la economista Ana Laura Jaruf más allá de las particularidades del país la pandemia sí dejará un piso más bajo de utilización de efectivo, aun cuando se reduzca el pico en el comercio electrónico que se experimentó en el momento de mayor cierre de la economía. Como uno de los factores, cita el mayor uso de las billeteras virtuales e incluso el resguardo sanitario que constituye evitar el contacto con billetes o cajeros automáticos. “Conozco personas que no van a sacar plata en ningún momento del mes y manejan todo de manera digital. De todos modos, es cierto que hay una segmentación”, matiza. “Esa digitalización es más característica del segmento medio-alto, que hace un mayor uso de los servicios financieros. Hay un grupo de la sociedad que aún estando bancarizado, mantiene la costumbre de retirar el dinero”.

DT