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BIENESTAR

Asimetría facial: ¿cuándo es un problema que ambas mitades de la cara no sean iguales?

Asimetría facial: ¿cuándo es un problema que ambas mitades de la cara no sean iguales?

Cristian Vázquez

Diario.es —

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Ningún rostro humano es simétrico. Si se traza una línea imaginaria vertical justo por la mitad de la cara de cualquier persona –es decir, que la atraviese desde la frente hasta el mentón– nunca el lado derecho es una réplica exacta (aunque invertida) del lado izquierdo. Siempre hay diferencias, aunque sean muy sutiles.

De hecho, esa es una de las razones por las cuales a tanta gente le gusta cómo se ve en el espejo pero odia salir en fotos. El reflejo en el cristal muestra una imagen invertida; las fotos, en cambio, ofrecen el aspecto “real”.

Si las caras fueran simétricas, ambas representaciones coincidirían. Pero no es eso lo que sucede. Ese desagrado ante las fotos propias suele deberse a que la persona no ve el rostro que le resulta familiar (el que contempla todos los días en el espejo) sino uno ligeramente distinto.

Por supuesto, hay grados: desde unas asimetrías apenas perceptibles hasta otras muy pronunciadas. Algunos estudios científicos han postulado que, cuanto más simétrico es un rostro, más bello y atractivo resultará, e incluso hay trabajos que han sugerido que la simetría facial sería un indicio de mayor “calidad genética”.

Tales ideas, no obstante, se han puesto en tela de juicio en numerosas ocasiones. Un experimento reciente, realizado en España, ha sumado una nueva objeción a esas afirmaciones.

La simetría facial y su relación con el atractivo y la belleza

La empresa de cosmética Lookfantastic les preguntó a 500 personas si opinaban que “los rostros simétricos son más atractivos que los asimétricos”. El 43% estuvo de acuerdo, un 41% dijo no tener seguridad acerca de si la simetría es relevante para la belleza de una cara y solo el 15% de los encuestados se mostraron en desacuerdo.

Sin embargo, los resultados fueron diferentes cuando les mostraron dos fotos de una misma persona y les pidieron que eligieran aquella que les pareciera más atractiva. Una de esas imágenes era “natural”, sin retocar; la otra, una foto editada, en la que el rostro lucía una simetría irreal.

En total, les mostraron treinta pares de fotos de hombres y mujeres: veinte celebridades y diez personas anónimas de varias etnias distintas. En un 57% los rostros elegidos fueron los simétricos, mientras que en el 43% restante optaron por el más asimétrico y, por lo tanto, más real.

Lo que es más relevante es que ninguno de los encuestados eligió siempre la foto simétrica: todos ellos optaron en unos casos por la imagen modificada y en otros por la natural. 

Sí se advirtió una pequeña diferencia en relación con la edad. Entre los ‘baby boomers’ y mayores (es decir, quienes en la actualidad tienen más de 55 años) el 47% eligió los rostros asimétricos. En las generaciones más jóvenes –más habituadas a los filtros de Instagram y otras redes sociales– esa cifra cae al 43%.

Cuándo la asimetría facial es un problema y qué la origina

En ocasiones la asimetría facial resulta un problema. A veces por razones estéticas: ya no se trata de que pequeñas diferencias entre ambos lados puedan restar atractivo a un rostro, sino a una falta de armonía mayor –al menos para la percepción de quien la sufre– que perjudica su autoestima y sus relaciones sociales.

Otros casos, en tanto, exceden lo estético y afectan la salud física de la persona. En concreto, cuando las asimetrías –que en general se manifiestan en el tercio inferior de la cara, es decir, la zona de la mandíbula y el mentón– alteran la oclusión (la mordida) o generan dolor orofacial (en la boca, la cara o el cuello).

¿Por qué se producen estas asimetrías? Las posibles causas son múltiples y muy variadas, y se pueden clasificar en tres grupos:

-Genéticas, que van desde los simples rasgos familiares hasta problemas como labio leporino, fisura palatina, trastornos vasculares y otras anomalías congénitas.

-Adquiridas, las cuales –explican los estudios– incluyen afecciones tan variadas como traumatismos, fracturas, infecciones de la articulación temporomandibular, manchas y quemaduras ocasionadas por el sol, el tabaquismo, artritis, tumores u otras patologías de gravedad, como la parálisis de Bell.

-Relacionadas con el paso del tiempo. El simple envejecimiento, en ciertos casos, acentúa la asimetría facial. También otros procesos que suelen darse sobre todo en etapas avanzadas de la vida, como pérdida de piezas dentales o uso de dentaduras postizas.

Incluso prácticas como la masticación más frecuente con un lado que con el otro de la dentadura o dormir boca abajo (quienes tienen este hábito suelen hacerlo apoyando siempre el mismo lado de la cara) pueden generar estos efectos en el largo plazo. 

Por cierto, una asimetría repentina y muy pronunciada (la llamada “caída facial”), lo mismo que la sensación de entumecimiento en uno de los lados de la cara, suelen ser síntoma de un ACV: si esto sucede, debe buscarse atención médica de inmediato.

Cómo se tratan las asimetrías faciales

En los casos en que la asimetría facial se puede remediar, lo que se procura es corregir el trastorno subyacente que la genera. Como explica una revisión de estudios publicada en 2015, “el tratamiento de la asimetría depende de la edad del paciente, la etiología de la afección (es decir, cuál es su causa) y el grado de desarmonía”.

Tal tratamiento puede consistir solo en ortodoncia asimétrica, la cual resulta suficiente en casos no demasiado graves (cuando la asimetría se debe solo a una mala colocación de los dientes) o si existe un problema esquelético pero se detecta en la infancia, cuando todavía es posible modificar el tamaño y posición de los huesos.

En adultos suele ser necesaria una cirugía ortognática, que permite corregir el maxilar superior, el inferior (la mandíbula) o ambos. Por lo general, tras este tipo de cirugía es necesario también un tratamiento de ortodoncia, para adecuar la posición de las piezas dentales a la nueva situación ósea.

Cuando la asimetría no es solo esquelética sino generalizada, la cirugía ortognática y la ortodoncia pueden ser acompañadas de otros procedimientos estéticos, como rinoplastia (operación de la nariz), blefaroplastia (de los párpados, la cirugía cuya demanda aumentó más durante la pandemia), aumento de pómulos, mentoplastia (del mentón), etc.

Y también pueden emplearse otros recursos, como una prótesis o una técnica llamada lipoinjerto o ‘lipofilling’, que consiste en extraer grasa del cuerpo del paciente, procesarla y luego volver a inyectarla para remodelar una determinada zona.

C.V.

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