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Análisis

10 claves para entender el resultado de las elecciones catalanas

Salvador Illa, rodeado de los principales cargos del PSC.

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¿Qué necesita Illa para ser presidente de Cataluña? Desde el punto de vista estrictamente aritmético lo más fácil para el líder del PSC sería sumar los apoyos de los Comuns (están garantizados) y los de ERC, los más difíciles si no imposibles de conseguir. Los republicanos ya anunciaron que se van a la oposición y la duda es si dejarán pasar o no a Illa. El primer mensaje que ha lanzado ERC es que como PSC y Junts le han pasado tan claramente por delante les toca a ellos dos gestionar qué pasa a partir de ahora. Eso no significa que ERC no vaya a permitir la investidura del líder del PSC, pero es evidente que no se lo pondrá nada fácil.

También si se tratase solo de un cálculo matemático existiría la opción de un acuerdo con Junts, la bautizada como ‘sociovergencia’ que tanto aplaudirían algunos sectores económicos. Ahora mismo está también en la casilla de las casi imposibles, más por el rechazo de Junts que de los socialistas. Y, puestos a jugar con la calculadora, Illa en segunda votación podría ser investido con comuns a favor, PP a favor y Vox o ERC abstención. En este caso podría prescindir de los republicanos, pero Illa en campaña aseguró que en ningún caso sería president con la ayuda de la extrema derecha.

El dilema de ERC. ¿Cómo gestionará ERC su descalabro, la tensión interna y el precio a Illa? Las broncas acumuladas y disimuladas entre el sector de Aragonès y el de Junqueras pueden aflorar en los próximos días. No solo a la hora de buscar explicaciones por un resultado desastroso (un ciclo que se inició en las municipales y las generales) sino para decidir qué hacen con sus escaños, si facilitan la investidura de Illa o se borran a riesgo de una repetición electoral. La tentación de radicalizarse siempre está encima de la mesa y más si llegan a la conclusión de que les ha penalizado la abstención y la fuga de votos a Puigdemont. Los republicanos volvieron a sus resultados previos al procés y la duda es si ese es su techo real una vez superadas las soflamas de esta última década.

¿Qué hará Puigdemont? De momento no tira la toalla. El líder de Junts apela a la unidad independentista, esto es, a que ERC no facilite la investidura de Illa. Ese es el primer paso. El segundo, en sus planes, sería que le apoyasen a él. Y el tercer paso sería reclamarle al PSC que le permitiese ser investido si no quiere ir a una repetición electoral. En ese escenario, Junts apelará también a Pedro Sánchez, a quien ya ha amenazado en campaña con complicarle la vida en el Congreso. A favor del PSOE juega que Puigdemont es el primer interesado en que la amnistía se aplique y eso no será inmediato.     

 ¿A quién puede convenir una repetición electoral? Oficialmente nadie quiere un bloqueo. Pero hay dos candidatos a los que puede interesar, llegado el caso, una repetición: Illa y Puigdemont, o más bien en orden inverso. De ser así, esas elecciones se celebrarían habiendo comprobado si el líder de Junts ha regresado a Cataluña y en qué condiciones. El día que ha elegido para su vuelta es el del debate de investidura, tanto si él es el candidato como si lo es el líder del PSOE. Al menos, esa es la promesa que ha hecho a sus seguidores. 

Por primera vez el nacionalismo no tiene mayoría en el Parlament. El PSC ha ganado por primera vez en votos y escaños unas elecciones al Parlament. En 2021 los de Illa ganaron en sufragios (652.858) pero empataron a 33 diputados con ERC. Y las históricas victorias de Pasqual Maragall en 1999 y 2003, en las que los socialistas superaron el millón de votos, no permitieron al PSC ganar en escaños a Jordi Pujol y Artur Mas: el PSC obtuvo 52 y 42 escaños en ambos comicios, cuatro menos que los convergentes. Este 2024, los socialistas superan los 870.000 apoyos (casi 200.000 más que Junts, que ha quedado segundo), que se traducen en 42 escaños, siete más que los de Puigdemont.

La extrema derecha de estelada ya tiene escaños. El movimiento independentista insistía siempre en su carácter integrador. Pero la irrupción de Aliança Catalana desbarata una parte de ese discurso. Se trata de una formación creada en el 2020 por Silvia Orriols, que era concejal en Ripoll de Front Nacional, una formación ultraderechista que abandonó para crear la suya. En 2023 se hizo con la alcaldía con un mensaje inslamófobo en una población en la que habían nacido los autores de los atentados del 17-A y cuyas heridas aún siguen abiertas. Cataluña es una comunidad en la que sus ciudadanos creen que la población de origen extranjero alcanza el 34%, según datos del Centre d’Estudis d’Opinió. El porcentaje real es del 17%. Probablemente este dato explica mejor que ninguno por qué la extrema derecha de Vox aguanta sus 11 diputados y la de Aliança ha logrado entrar en el Parlament con dos escaños. 

Además, el partido de Orriols se limita a prometer que acabará “con siglos de ocupación francesa y española” y apela a la “reunificación de la patria catalana”. Es difícil encontrar un mensaje más simplista y, como se ha comprobado este domingo, muy efectivo. Como muestra de su concepto de democracia, que este domingo vetó la entrada de la mayoría de periodistas en su sede y solo se la permitió a tres medios que han actuado como portavoces de Orriols durante toda la campaña.  

Comuns, un mal resultado digerible. Perder dos diputados siempre es una mala noticia para cualquier partido. Cuando se tienen ocho aún es peor resultado. Aun así, el descenso de los comuns, que aspiraban a entrar en Girona y subir uno más en Barcelona (lo que ha pasado es que han perdido uno) es una cifra digerible. Lo es porque tras su decisión de tumbar los presupuestos de la Generalitat y propiciar el adelanto electoral era probable que sufriese algo de castigo. Sumado al incremento del PSC, el resumen es que han sobrevivido mejor de lo que podía pensarse hace unas semanas. 

Sánchez puede apuntarse el tanto de la ‘reconciliación’. El líder del PSOE, obligado solo por la necesidad o también por convicción, impulsó los indultos y ahora la amnistía. La victoria del PSC en votos y escaños, pero sobre todo el hecho que el bloque independentista no sume, puede exhibirlo como un éxito de su política de pacificación. Si Illa logra ser president será un éxito rotundo. Habrá que estar atentos a ver el nivel de presión que Junts ejerce y cómo aguanta Sánchez.

El PP respira aliviado. Alejandro Fernández es uno de los políticos más contentos tras conocerse el resultado electoral. llegó a los 15 escaños, el máximo que le pronosticaban los sondeos, y superó a Vox, algo que preocupaba casi más en la sede de Génova que en la del PP catalán. Alberto Núñez Feijóo puede ir más tranquilo a las europeas aunque sigue teniendo el reto de disponer de un proyecto para Cataluña que no sea el de la crítica permanente a los socialistas y a los independentistas. 

Certificado de defunción de Ciudadanos. Aquí se fundó Ciudadanos en marzo del 2006. Ese mismo año logró entrar en el Parlament con tres diputados, entre ellos Albert Rivera. Creció hasta convertirse en el 2017 y con Inés Arrimadas como candidata en el partido más votado de Cataluña. Ciudadanos creció con el procés –el proceso en el que Cataluña intentó su independencia–, a lomos de votantes socialistas, y siete años después se ha quedado sin representación en la Cámara catalana.  Y aquí es donde 18 años después desapareció. 

Fue un partido que nació a la contra, tanto del PSC como del nacionalismo, pero sin una propuesta que, una vez rebajada la tensión de los años del procés, no tiene cabida en la política catalana porque todos han evolucionado menos ellos. No por ser una noticia prevista, su desaparición es menos noticia.

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