Los 12 segundos que le pueden costar a la BBC centenares de miles de libras ni siquiera se emitieron en Estados Unidos. El documental del programa Panorama de hace más de un año que desató ahora la amenaza de querella de Donald Trump en Florida estaba disponible sólo en el Reino Unido, pero el abogado del presidente de Estados Unidos sostiene que causó un “daño” al entonces candidato republicano que merece una compensación multimillonaria, y un portavoz acusa a la BBC de “interferencia” en las elecciones de Estados Unidos. La querella tiene pocas chances de prosperar, pero la BBC suele pagar compensaciones para evitar litigios públicos y ahora podría volver a hacerlo.
El debate sobre las dimisiones, los errores y las presiones a la BBC se centra por estas horas en el temor a que la radiotelevisión pública de un Estado con apuros financieros tenga que pagar al presidente de Estados Unidos en lo que, además, sería un precedente para otros líderes y gobiernos descontentos con la cobertura de un medio global.
La amenaza de Trump incomoda al Gobierno de Keir Starmer, que lleva un año haciendo equilibrismos ante el impredecible aliado. Este miércoles, el primer ministro evitó contestar a la pregunta del líder liberaldemócrata en el Parlamento sobre si le pedirá al presidente de Estados Unidos que no se querelle contra la radiotelevisión pública: Starmer sólo dijo que defiende “una BBC fuerte e independiente” frente a “algunos que quieren que no exista”, entre ellos “algunos sentados” en la Cámara de los Comunes.
Downing Street recuerda que la BBC es “independiente” en sus decisiones y evita comentar qué hacer frente a la demanda que Trump está dispuesto a presentar. “Estoy obligado a ello”, dijo el presidente este martes en una entrevista en Fox News, en la que luego añadió “me parece que tengo que hacerlo”. Cualquier indemnización o acuerdo económico de la BBC recaería sobre el presupuesto de la radiotelevisión pública, que depende de un canon que le pagan directamente más de 23 millones de televidentes en el Reino Unido.
La BBC no rinde cuentas al Gobierno británico, sino a un consejo independiente que vela por el respeto de las normas de ética periodística y la obligación de imparcialidad, pero cuyos miembros directivos han sido apoyados por distintos gobiernos en el momento de su nombramiento. Además, al Gobierno de Starmer le toca pilotar la renovación del estatuto de la radiotelevisión pública, que caduca en 2027 y atañe también a sus finanzas. Una de las cuestiones es si la BBC se seguirá sosteniendo con el canon que pagan quienes tienen en el Reino Unido un televisor u otro dispositivo a través del que ven el canal.
El presidente de la BBC, Samir Shah, ya pidió disculpas por el “error de juicio” de la edición del programa sobre Trump y su regreso a la primera línea tras el asalto al Capitolio, emitido unos días antes de las elecciones presidenciales de 2024.
El episodio incluía dos frases del discurso que Trump dio el 6 de enero de 2021 junto al Capitolio, poco antes de que sus seguidores cargaran contra la policía para protestar contra la certificación de la victoria de Joe Biden en las elecciones de 2020. Trump las dijo en dos momentos distintos del discurso, pero la BBC las puso de manera consecutiva, enfatizando el mensaje de que el entonces presidente animaba a los suyos a “marchar” hacia el Capitolio y a “luchar”. El discurso fue uno de los puntos debatidos para analizar el papel del presidente aquel día. En 2022, la comisión de investigación del Congreso de Estados Unidos culpó a Trump del asalto como parte del intento de revertir el resultado electoral.
Amenaza de querella
El documental británico había pasado desapercibido hasta la publicación a principios de este noviembre en el diario conservador Telegraph de una carta de hace meses de un ex asesor del comité de estándares de la BBC en la que se quejaba del programa y de la cobertura de las elecciones de 2024 en general que, según él, favorecía a Kamala Harris. La BBC confirmó este lunes la recepción de la carta de un abogado de Trump con una amenaza de una querella para pedir 1.000 millones de dólares (más de 860 millones de euros) a no ser que el medio se disculpe, retire el documental y compense “de manera adecuada” al presidente antes de este viernes. La BBC ya hizo las dos primeras cosas, y, según el diario The Guardian, está dispuesta a pedir perdón a Trump de manera más personal.
El Reino Unido ofrece menos protecciones legales a los periodistas y a sus medios que Estados Unidos, donde la Primera Enmienda de la Constitución y su interpretación a lo largo de las últimas décadas por parte del Tribunal Supremo amparan de manera muy amplia la libertad de expresión. En cambio, el Reino Unido fue lugar favorito de oligarcas rusos y otros poderosos para denunciar a periodistas y editores por difamación. Ahora bien, los tribunales ingleses no conceden indemnizaciones con cifras ni remotamente parecidas a la sugerida por Trump y existe una limitación de un año desde la publicación del supuesto material difamatorio que en este caso ya habría pasado.
El plan de Trump es presentar la querella en Florida dado el alcance de la BBC en Estados Unidos, si bien para ver allí el programa en cuestión —que ya no está disponible ni en el Reino Unido— habría hecho falta instalarse una red virtual privada para acceder a la tele británica. Otra opción es que un votante estadounidense hubiera visto el documental en el Reino Unido justo antes de las elecciones en su país. En cualquier caso, se trataría de un número muy reducido de personas.
Cualquier querella contra la prensa en Estados Unidos tiene pocas opciones de prosperar, como sucede en los litigios de Trump contra el New York Times y otros medios estadounidenses. Pero la BBC puede sentir la presión de llegar a un acuerdo extrajudicial para evitar el enfrentamiento, como le ha pasado a las cadenas CBS (socio editorial de la BBC) y ABC en Estados Unidos.
“Trump no recibirá mil millones de dólares, pero puede conseguir que le paguen bastante, tal vez unos centenares de miles de libras. La BBC tiene un historial de intentar llegar a acuerdos extrajudiciales para que los asuntos se olviden”, explicó a elDiario.es Paul Bernal, catedrático de Derecho de la Información en la Universidad de East Anglia, en el este de Inglaterra. El experto en legislación sobre difamación recuerda el caso de una noticia que un programa de la BBC ni siquiera llegó a emitir porque descubrió que no era correcta —sobre el supuesto abuso de un tesorero del Partido Conservador con Maragaret Thatcher—, pero los rumores en redes que provocó un productor que sugirió que se estaba investigando a alguien —sin dar el nombre— bastaron para que la cadena decidiera indemnizar al afectado.
En el caso del documental de Panorama, los abogados de Trump tendrían que probar mala intención en la edición y el daño causado, dos puntos muy difíciles de demostrar, según el experto, que ve múltiples maneras en las que la BBC podría defenderse. “Podría alegar que lo hizo una productora independiente, que la edición no importó mucho... que incluso si hizo una edición chapucera para que pareciera más obvio, el mensaje general era cierto. Tiene argumentos en los tribunales, pero no querrá pelear. Sería vergonzoso y costaría mucho dinero en honorarios de abogados”, explica Bernal. “A la BBC le gusta hacer desaparecer las cosas. Prefiere no pasar vergüenza. Y el hecho de que ya hayan tenido que dimitir su director general y su consejera delegada de noticias es muy notable”. Las dimisiones podrían jugar a favor de Trump en un juicio, que en el caso de Florida sería con jurado, a diferencia de lo que pasa en Inglaterra con este tipo de casos, y que es algo que la BBC también querría evitar.
Los periódicos británicos sí suelen ser más combativos en los tribunales. De hecho, hay un precedente de una denuncia por difamación de un líder extranjero, la de un primer ministro irlandés de los años 90, Albert Reynolds, contra el Sunday Times de Londres. Durante un largo proceso, el diario pagó una compensación, pero luchó durante años en los tribunales y en apelación logró una victoria que sentó un precedente de protección para los periodistas que cometen errores, pero no actúan con malicia.
El “no” del 'New York Times'
En Estados Unidos, los periódicos también están siendo ahora los más combativos. El abogado principal de la redacción del New York Times, David McCraw, explicaba hace unos días en una entrevista a elDiario.es que su periódico nunca pactará con el presidente para ahorrarse un juicio por difamación.
“Creemos que pactar fuera de los tribunales mandaría un mensaje equivocado”, dice McCraw. “Y también creemos que se trata de una demanda muy débil. Lo hemos dicho repetidamente. Se reduce a dos artículos y a unas pocas declaraciones. Creemos que tenemos defensas muy sólidas para todas ellas.” Trump pide al New York Times 15.000 millones de dólares (casi 13.000 millones de euros), y ya la cifra sugiere, según McCraw, que la demanda no es seria.
“Las cifras de los daños son inventadas. No tienen pruebas necesarias para incluirlas en su demanda”, explica el abogado. “La solicitud de 15.000 millones sugiere hasta qué punto es una demanda de cara a la galería. Está diseñada para el consumo público o para alimentar el mensaje de que Donald Trump está en guerra con los medios”.
El precedente
Si la BBC pactara fuera de los tribunales con el presidente de Estados Unidos, esto sentaría “un pésimo precedente sobre cómo se trata a Donald Trump en todas las cadenas de televisión del mundo”, según el profesor Bernal, que recuerda que aunque la decisión de pactar o no depende del consejo de gobierno de la BBC y de su director general, que ahora está interino después de la dimisión, los instintos del Gobierno coinciden en este caso con los del medio público. “Al Gobierno británico le gustaría que la BBC lo solucionara. Pero, por otro lado, Trump podría oler la sangre y decidir que no quiere que el tema desaparezca. Cuanto más débiles parezcan, más probable es que él siga presionando”, explica.
Y más cuando los aliados de Trump en el Reino Unido están en la primera línea de la batalla contra la BBC desde hace años. Nigel Farage, el líder del partido de extrema derecha Reform, se ha quejado de la “interferencia” del medio de su país en las elecciones de Estados Unidos, utilizando las palabras de los portavoces de Trump. Farage incluso se ha retirado de un documental que estaba preparando la BBC sobre el ascenso de su partido en las encuestas.
El Partido Conservador, Reform y otras voces más extremas de la derecha en el Reino Unido promocionadas en la red X por Elon Musk han intensificado las críticas a la BBC por su supuesto sesgo a la izquierda. La embajada rusa en Londres, cuyos miembros son entrevistados periódicamente en la televisión pública británica, también se unió a las críticas contra la BBC.
En la carta que desató esta polémica del ex asesor, Michael Prescott, había quejas por la cobertura de Gaza, los derechos trans o la discriminación racial que reproducían las habituales de políticos a la derecha. Prescott lamentaba, por ejemplo, que durante la campaña estadounidense la BBC cubriera los derechos de las mujeres y que llamara al aborto “derecho reproductivo” porque eso, según él, favorecía a Harris. También se quejaba de que la BBC no mandara más alertas en su aplicación móvil con noticias negativas sobre refugiados e inmigrantes.
Nick Robinson, el presentador estrella del matinal de la radio BBC4, aseguró en antena que existe “una campaña política para destruir” la radiotelevisión pública, después de la intervención en contra del medio del ex primer ministro Boris Johnson. Algunos responsabilizan de la presión a uno de los miembros del consejo y ex portavoz del Partido Conservador, Robbie Gibb, apoyado en 2021 por el Gobierno de Johnson.
Tim Davie, el director general que dimitió el domingo junto a la consejera delegada de informativos, intentó animar al personal este martes. “Son tiempos difíciles para la BBC, pero los superaremos… Esta historia no sólo la cuentan nuestros enemigos. Es nuestra historia”, dijo en un mensaje dirigido a los periodistas.
Davie, que está de interino hasta que la BBC nombre a un sucesor, reconoció que había cometido “algunos errores” y defendió una posición más activa de la BBC ante los ataques: “Veo cómo la libertad de expresión está bajo presión. Veo el uso como arma arrojadiza. Tenemos que luchar por nuestro periodismo”.
“Si hacemos bien nuestro trabajo, los hechos hablan por sí mismos”, dijo. “Hemos crecido en confianza”, en referencia a la alta tasa de confianza que de hecho tiene la BBC tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos. “Estoy muy orgulloso de este medio. Hace un buen trabajo. Y eso habla más alto que cualquier periódico”.