El escándalo del príncipe Andrés evidencia la falta de control del Parlamento británico sobre la monarquía

Andrés Mountbatten-Windsor sigue teniendo el título de duque de York y continúa utilizando el de príncipe. Vive en una mansión de 30 habitaciones en la finca que rodea el castillo de Windsor financiada por el contribuyente británico a través de las aportaciones anuales de más de 150 millones de euros al patrimonio real. Los últimos detalles del escándalo de su relación con Jeffrey Epstein y la explotación sexual denunciada por Virginia Giuffre evidencian la falta de control político de la monarquía británica.
La Cámara de los Comunes ni siquiera tiene el poder para retirar títulos honoríficos y depende de la voluntad de la corona en un procedimiento complejo. El príncipe Andrés anunció el viernes que dejará de utilizar de manera voluntaria el título de duque, pero formalmente lo mantiene. El rey Carlos III no se lo ha retirado y tendría que pasar por un proceso legislativo para hacerlo.
El caso reabre además el debate sobre los límites del escrutinio a la corona, que está exenta de cumplir con algunas leyes sobre información y fiscalidad en el Reino Unido y no está obligada a responder preguntas en el Parlamento.
Rachael Maskell, diputada independiente y exlaborista que representa a York, ha pedido formalmente al Gobierno de Keir Starmer que apoye su propuesta legislativa de 2022 para darle a una comisión parlamentaria en consulta con el rey la capacidad para eliminar títulos reales, algo que se aplicaría a Andrés, a otros miembros de la casa real y posiblemente a otras personas con títulos. Maskell ha sido una de las más activas a la hora de pedir cuentas por el comportamiento del príncipe que lleva el nombre de su condado. Fue elegida como diputada laborista, pero este verano el partido la suspendió por rebelarse contra los recortes de ayudas de asistencia social.
El Parlamento ha recibido solo durante este fin de semana más de 1.000 cartas dirigidas a diputados pidiendo la apertura de una investigación pública sobre el caso Epstein y su relación con la familia real.
El libro y la petición al guardaespaldas
Este martes se publica el libro póstumo de Giuffre, que se suicidó el pasado abril con 41 años. En el libro cuenta las orgías con Andrés y Epstein cuando ella y otras jóvenes eran menores de edad, y acusa al multimillonario, su ayudante y al príncipe de traficar con ella. En 2021, Giuffre denunció a Andrés por violación, algo que el príncipe negó en un proceso que acabó con el pago de una indemnización extrajudicial a la mujer y a una organización de ayuda a supervivientes de abusos estimado en más de 13 millones de euros, según el Guardian.
La policía de Londres ha abierto ahora una investigación después de la publicación en el Daily Mail de emails de 2011 en los que Andrés aseguró que había pedido a su guardaespaldas que hiciera gestiones para que la policía investigara a Giuffre, ciudadana estadounidense y australiana, y le pasó la fecha de nacimiento de la joven y su número de identificación de la Seguridad Social de Estados Unidos. Giuffre no tenía historial criminal y se desconoce si la policía británica llegó a investigarla.

“Cada vez que vuelve este tema, esto resulta muy traumático para víctimas y supervivientes, así que es muy importante que este asunto se resuelva de una vez por todas”, dijo la diputada Maskell, que defendió en una entrevista en el matinal de radio de la BBC este lunes que el cambio legislativo para quitarle a Andrés todos sus títulos sería fácil y se podría añadir una adenda a cualquier otra propuesta que esté en proceso de aprobación.
La pasividad del Gobierno
Sin embargo, unos minutos después, en el mismo programa, la ministra de Educación, Bridget Phillipson, no quiso respaldar la propuesta. “No es un asunto para el Gobierno, es un asunto para la familia real”, repitió Phillipson, que dijo simplemente que el ejecutivo laborista “apoya” la declaración de la familia real. “Nos vamos a dejar guiar por la familia real en esto”, insistió la ministra, que sugirió que el asunto quitaría tiempo al Parlamento.
Pese a la pasividad del Gobierno, varios miembros del Partido Laborista están empujando a favor de la transparencia.
Clive Lewis, un diputado laborista, pidió una investigación a fondo sobre el uso del príncipe Andrés de su posición para protegerse. “Está claro que la historia principal va de la monarquía en sí misma”, dijo al Guardian. “Plantea preguntas muy difíciles sobre cómo funciona el poder en este país”.
George Foulkes, un laborista miembro de la Cámara de los Lores, también ha pedido formalmente que se cambien las reglas para que diputados y lores puedan hacer preguntas a la familia real sin las restricciones existentes. Hace unos meses, Foulkes intentó preguntar sobre el papel del príncipe Andrés como enviado de comercio, y la respuesta fue que no podía hacer las preguntas. Andrés también ha sido cuestionado por su relación con un hombre acusado de espionaje para China.
Cambio legislativo
La idea de un cambio legislativo que permita quitar más fácilmente títulos nobiliarios ya está cosechando apoyos entre algunos diputados laboristas, el partido nacionalista galés y el partido nacionalista escocés.
“Fondos públicos, la protección policial y el privilegio real han protegido durante mucho tiempo al príncipe Andrés de las consecuencias de sus acciones. Hemos pagado por todo esto”, se quejó la líder de los nacionalistas galeses en el Parlamento, Liz Saville Roberts.
“La familia de Virginia Giuffre, cuya vida fue destruida, está enfadada y horrorizada, el público por todo el país está enfadado y horrorizado, y merecen saber que algunos diputados comparten su indignación”, dijo el líder nacionalista escocés Stephen Flynn al diario The Telegraph. “Si hace falta una ley del Parlamento para quitar los títulos a los tipos como Peter Mandelson y el príncipe Andrés, no veo ninguna justificación para que el Gobierno laborista no lo apoye de manera inmediata”.
El caso de Mandelson
En septiembre, Mandelson fue despedido por el Gobierno de Starmer como embajador en Washington tras la publicación de más detalles sobre su relación con Epstein incluso después de que el empresario estadounidense fuera encarcelado por prostitución de menores. Pero Mandelson, exmiembro de varios gobiernos laboristas y excomisario europeo, sigue manteniendo el título nobiliario otorgado por sus servicios públicos y sigue siendo miembro de la Cámara de los Lores.
El Palacio de Buckingham tendría que estar en todo caso de acuerdo para proceder, ya que la propuesta requiere que el rey siga la recomendación parlamentaria o apruebe directamente la supresión de un título.
Andrew Lownie, biógrafo de Andrés, asegura que costaría “un día” quitarle el título al príncipe, con una enmienda a la ley sobre títulos nobiliarios de 1963 y que permitiría actuar en otros casos de miembros de la familia real, como el caso del príncipe Harry, o personas que tengan títulos nobiliarios por herencia o asignación real por méritos civiles.
El 87% de los británicos tiene una opinión desfavorable sobre Andrés, según una encuesta de YouGov de agosto, y la mayoría está a favor de que se le quiten todos los títulos. El apoyo a la monarquía está en su nivel más bajo en décadas, y casi el 38% está a favor de tener un jefe de Estado que se escoja en unas elecciones, según una encuesta del centro nacional de investigación social publicada en septiembre. Son los peores datos para la monarquía desde 1983, el año en que se empezó a hacer preguntas comparables en este sondeo.
El príncipe Andrés ya fue apartado de las actividades oficiales por su madre, la reina Isabel, y obligarle a no utilizar el título de duque es un gesto que a estas alturas resulta insuficiente, según el principal grupo de defensa de la república en el Reino Unido, Republic.
El grupo, además, subraya que Palacio está intentando presentar al príncipe William, el heredero, como el artífice del pequeño cambio para presentarlo en la mejor luz posible ante el público. Graham Smith, el portavoz de Republic, dice que el príncipe y el rey “están intentando proteger sus privilegios y su estatus, y evitar las preguntas difíciles sobre su propia complicidad”.
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