
La gran brecha de género política entre jóvenes: por qué el giro a la izquierda de las mujeres es más importante que ellos votando a los ultras

Los hombres jóvenes son de extrema derecha. Este parece ser el nuevo consenso sobre la política ultra propagado en numerosos artículos y podcasts. Pero el enfoque obsesivo de los medios de comunicación en los hombres jóvenes que supuestamente alimentan el auge de la extrema derecha no solo es empíricamente erróneo, sino que pasa por alto un cambio mucho más significativo en la opinión pública entre los jóvenes.
Aunque muchas encuestas muestran una gran brecha de género en el apoyo a los partidos y políticas de extrema derecha, son las mujeres jóvenes las que destacan como el grupo demográfico políticamente más interesante, ya que se escoran cada vez más hacia la izquierda.

La creencia de que los jóvenes en general, y los hombres jóvenes en particular, apoyan desproporcionadamente a la extrema derecha existe desde hace tiempo. En un estudio emblemático de 2012, el politólogo alemán Kai Arzheimer caracterizó al votante “típico” de los partidos de extrema derecha en Europa como “varón, joven, con un nivel educativo medio y preocupado por la migración”.
Esto se utiliza con frecuencia para explicar el ascenso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En Europa se multiplicaron los artículos que afirman que los jóvenes, sobre todo los hombres, son “el motor del apoyo a la extrema derecha”. Pero, ¿se debe realmente el reciente ascenso de la extrema derecha europea al apoyo desproporcionado de los hombres jóvenes? ¿Y son realmente los jóvenes cada vez más de derecha?
Los índices de apoyo a los partidos de extrema derecha entre los jóvenes son, en efecto, más elevados que nunca en muchos casos. Pero los estudios sobre este tema no suelen mencionar que los partidos de extrema derecha aumentaron su apoyo en general y que el apoyo entre otros grupos de edad es al menos igual de alto. Un estudio sobre las elecciones europeas de 2024 mostró incluso un menor apoyo a los partidos de extrema derecha entre los votantes jóvenes (de 16 a 29 años) que entre los votantes de más edad. Y lo que es más interesante, mientras que los hombres jóvenes votaron a partidos de extrema derecha en cifras similares a las de los hombres de más edad, las mujeres jóvenes votaron en menor medida a partidos de extrema derecha que las mujeres de más edad.
La mayoría de las investigaciones ponen de manifiesto que los jóvenes —tanto mujeres como hombres— tienen valores más progresistas que las generaciones anteriores. Como señalaba recientemente Gaby Hinsliff en una aguda columna publicada en The Guardian, aunque existe una mayor brecha de género entre los jóvenes, la razón principal no es un giro a la derecha entre los hombres jóvenes, sino un marcado giro a la izquierda entre las mujeres jóvenes.
El hecho de que los medios de comunicación opten, no obstante, por centrarse en los hombres jóvenes refleja la mirada masculina que sigue dominando la sociedad, que no solo significa que cualquier cosa que hagan o piensen los hombres se considera intrínsecamente importante y digna de atención tanto académica como política, sino que también establece que los hombres son la norma. Esto termina reforzando las perspectivas políticas de la extrema derecha: dado que los hombres son la norma, lo que supuestamente hacen o piensan se considera “normal”, lo que significa que todos los políticos deben idear políticas “de sentido común” para adaptarse a ellos.
Para que quede claro, puede que “los muchachos” no sean de extrema derecha, pero tampoco son todos de derechas. Muchos estudios muestran que los hombres jóvenes lidian con problemas relacionados con la educación, la salud mental y el trabajo. Y políticamente, las investigaciones demuestran que, aunque los hombres jóvenes no votan en mayor proporción a los partidos de extrema derecha que los hombres mayores, sí se plantean votar a los partidos de extrema derecha en una proporción mucho mayor. Además, son más susceptibles al “sexismo moderno”: niegan que las mujeres sigan siendo discriminadas y rechazan las reivindicaciones a favor de una mayor igualdad de género.
Por supuesto, es importante comprender mejor esta tendencia, sobre todo teniendo en cuenta la amenaza que la extrema derecha representa para la democracia liberal. Pero esto no debe llevarnos a minimizar o incluso ignorar el cambio generacional más pronunciado hacia la izquierda. Que las mujeres jóvenes apoyen más el derecho al aborto o el feminismo que los hombres jóvenes e incluso que las mujeres mayores, no debería generar una gran sorpresa, dado que estas cuestiones las afectan de forma más directa y personal. Sin embargo, también están más preocupadas por el medio ambiente y apoyan más la redistribución y un mayor papel del Estado. ¿A qué se debe este giro?
Este cambio no debe considerarse una mera cuestión académica, sino una oportunidad política. Los partidos de centroizquierda siguieron la mirada masculina persiguiendo una interpretación anticuada del votante de la “clase obrera” (definida en sentido estricto como hombres blancos con opiniones socioculturales de derechas). Esta estrategia electoral empuja la política más hacia la derecha. Además, como demostraron décadas de investigación académica, sirve principalmente para ayudar a los partidos de extrema derecha y perjudica a los partidos de centroizquierda, que terminan perdiendo votantes progresistas (jóvenes y mujeres) y apenas ganan a los votantes reaccionarios (hombres) a los que intentan captar.
El hecho de poner el foco en las prioridades y los valores de las mujeres votantes (como las acciones para combatir la crisis climática y reforzar el Estado del bienestar), en lugar de complacer a la política reaccionaria de la extrema derecha, tendría dos grandes ventajas para la política progresista en general y para los partidos de izquierda en particular. En primer lugar, transformaría el debate político: hablaríamos más de la lucha contra la crisis climática, por ejemplo, y pasaríamos menos tiempo demonizando a los migrantes. En segundo lugar, daría a las mujeres jóvenes una razón para salir a votar en mayor número, lo que es significativo, ya que “las mujeres jóvenes se abstienen de votar más que los hombres jóvenes”. Es una oportunidad que hay que aprovechar.
Cas Mudde es profesor Stanley Wade Shelton UGAF de Asuntos Internacionales en la Universidad de Georgia y autor de 'La ultra derecha hoy' (Paidós).
Traducción de Emma Reverter
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