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Guerra en Ucrania
La UE pone a prueba su unidad contra Rusia ante una guerra cada vez más incierta

Ursula Von der Leyen, Roberta Metsola, Charles Michel y Josep Borrell, el 6 de abril en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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El 24 de febrero parecía que lo difícil era ponerse de acuerdo sobre expulsar a bancos rusos del sistema de pagos SWIFT. Y se consiguió en 48 horas. Pero, dos meses después de la invasión rusa de Ucrania, cuando se aprobaron cinco paquetes de sanciones; el envío de armas bilateral sigue creciendo y los 27 multiplicaron por tres el presupuesto colectivo para armar Ucrania, la UE empieza a mostrar fisuras profundas sobre los pasos a seguir en un conflicto que se está alargando: cómo reforzar las sanciones y cómo responder ante su efecto búmeran.

La ministra de Exteriores británica, Liz Truss, habla de que el conflicto puede prolongarse una década. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, habla de “meses o años”. Y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, afirmaba este jueves desde Chile: “No me atrevería a hacer vaticinios sobre la duración de la guerra y menos a plazos tan largos como los de mi colega y amiga la secretaria de la Foreign Office [del Reino Unido]. Pero seguro que Rusia no esperaba que la resistencia en Ucrania fuese a ser tan importante y tan fuerte y no esperaba tampoco que la guerra fuese ya tan larga como está siendo. Llevamos ya dos meses, seguro que eso no estaba en los cálculos de Putin”.

Pero, ¿mientras tanto?

El mismo día en que la Comisión Europea anunció el quinto paquete de sanciones, que incluía el embargo del carbón, ya anunciaba la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, que se trabajaría en cortar el petróleo ruso. Pero ya pasaron tres semanas desde entonces. Y no fue posible encontrar el apoyo suficiente para ello, sobre todo por las resistencias de Alemania y Hungría. Y está por ver si esta semana se alcanza un acuerdo para un embargo gradual. Según publica The New York Times, la Comisión Europea someterá a debate una propuesta, que analizarán los embajadores ante la UE en una reunión el próximo miércoles. A partir de ahí, si hay mimbres para el consenso, se podrán ampliar las sanciones energéticas.

“Las sanciones continuarán, sus efectos se harán sentir”, insiste Borrell: “En cuanto a interrumpir drásticamente las compras de petróleo y de gas ruso, esa decisión no ha sido todavía tomada por los Estados miembros, porque tal decisión, o la decisión económicamente más fácil de aplicar, como establecer algún tipo de medida impositiva o un impuesto a la importación, no ha reunido hasta ahora la necesaria unanimidad por parte de los Estados miembros”. 

“La guerra nos ha puesto de bruces enfrente de una realidad a la que tenemos que dar rápidamente una respuesta. Esa respuesta tiene que pasar no sólo por ahorrar energía, no sólo por buscar fuentes alternativas, sino también y sobre todo, por buscar distintas clases de energía”, defiende Borrell.

En efecto, el mismo día en que Gazprom cortaba el gas a Polonia y Bulgaria por no pagar en rublos, el pasado miércoles, Von der Leyen volvía a hablar de la necesidad de acelerar en la transición ecológica y en buscar otros proveedores. Pero Alemania necesita tiempo. Y Hungría está demostrando, hasta el momento, tener problemas políticos con apretar más las tuercas a Rusia.

Y ahí es donde entra en juego algo que dijo Borrell hace unos días en varios medios europeos, entre ellos El País sobre el plazo para sanciones que incluyan el petróleo y el gas rusos. “No puedo dar una fecha. No hay ninguna propuesta sobre la mesa, pero sí opciones sobre la mejor manera de hacerlo: ¿un impuesto? ¿una prohibición a las importaciones? ¿el sistema iraní? Muchos economistas dicen que lo racional sería encarecer el gas y el petróleo, de modo que se creen incentivos para buscar fuentes alternativas. Ninguna de estas propuestas ha alcanzado la unanimidad necesaria. Es una decisión que pertenece al Consejo Europeo [los 27 líderes de la UE]. Es política de alto nivel. Y aún no ha habido un acuerdo”.

¿Entonces?

“Si hay alguien que no quiere participar, otros sí pueden hacerlo”, tercia Borrell: “No se necesita unanimidad para actuar de forma voluntaria, siguiendo un plan. Pueden decidir actuar de acuerdo con una decisión colectiva, que no es oficialmente una decisión de la UE. No será por unanimidad, pero pueden actuar por su lado. Es lo que está ocurriendo ahora [con los países Bálticos] y está funcionando. No tendrá efectos mañana, es una senda de reducción. Alemania ha asegurado que se librará del petróleo ruso a finales de año. Y Rusia recibe mucho más dinero del petróleo que del gas. Ya está ocurriendo. La disminución del petróleo que se compra a Rusia es muy importante. Y estamos sustituyendo el gas por otro procedente de distintas fuentes. Cuando Alemania dice que para finales de año no habrá más petróleo ruso está haciendo un gran esfuerzo”.

Y, mientras se busca cómo desatascar el embargo del petróleo, el del gas aún parece mucho más lejano. “El petróleo es mucho más fácil porque no es una materia prima para la industria”, dice Borrell: “Es solo una fuente de energía. El gas sí es una materia prima; en la industria petroquímica resulta insustituible. Pero sucederá. Rusia verá cómo el dinero procedente de la venta de petróleo y el gas disminuye. Si pudiéramos tener unanimidad estaría más que feliz, y estoy presionando para ello, proponiendo argumentos, explorando posibilidades, buscando alternativas”.

Con rublos o sin rublos

Otro frente que amenaza con agrietar la unidad europea es la respuesta rusa a las sanciones: que se pague el gas en rublos. La posición de Bruselas es que eso violaría las sanciones y pondría en riesgo a las empresas. Y Gazprom, de momento, ya cortó el gas a Polonia y Bulgaria por eso.

Sin embargo, el gigante de hidrocarburos Eni, controlado al 30% por el Tesoro italiano, reconoció que está estudiando abrir cuentas en rublos en el banco ruso Gazprombank para pagar sus contratos de compra de gas con Moscú. Y Bruselas recordó este jueves que hacer eso supondría violar las sanciones impuestas contra Rusia por la invasión de Ucrania. Según publicó Bloomberg, Eni se está preparando mientras busca claridad de las autoridades italianas y europeas sobre qué puede hacer. Del mismo modo, la alemana Uniper, gran comprador de gas ruso, también ha dicho que cree que puede seguir comprando gas sin violar las sanciones.

La Comisión dice que lo que pide el Gobierno de Vladímir Putin es que el pago se produzca en dos tramos: primero se deposita el pago en euros en Gazprombank, y luego ya el banco central ruso lo convierte en rublos y lo traslada a una segunda cuenta que la empresa está obligada a abrir en rublos.

En este caso, el Ejecutivo comunitario señala que no hay límite de tiempo, y que, por tanto, ese dinero puede estar en manos de las autoridades rusas todo el tiempo que quieran: “Depende de los Estados miembros garantizar el cumplimiento de las sanciones, están obligados a comprobar si las sanciones están siendo sorteadas por algunas de las empresas. Y el pago en rublos constituye una violación de las sanciones”.

AG

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